domingo, 8 de julio de 2012

Pensando en la paz sobre la Colina de las Municiones

Assaf David A mediados del mes pasado sucedió un hecho histórico vinculado a las relaciones entre Israel y los países árabes. Fue algo pequeño y discreto, aunque resonante y emotivo hasta las lágrimas. Todo aquel que estuvo presente no lo olvidará. Combatientes israelíes y jordanos, que hace 45 años lucharon unos contra otros, se reunieron en las zonas de combate, en Jerusalem, a fin de intercambiar saludos y propiciar honores a los caídos. El 6 de junio de 1967, segundo día de la guerra, las fuerzas de las FDI mantuvieron duros combates con el ejército jordano en la zona de Jerusalem. Los soldados del pelotón 66 de paracaidistas atacaron la posición en la Colina de Las Municiones (Givat Hatajmoshet), en manos de dos unidades jordanas. Tras cuatro horas de tremenda lucha, la posición fue ocupada al precio de 36 caídos israelíes, 71 jordanos muertos y decenas de heridos de ambas partes. Los paracaidistas, sorprendidos de la valentía y el heroísmo de los enemigos, levantaron un pequeño monolito improvisado sobre un rifle jordano, en el que se lee en inglés: “FDI. Aquí yacen enterrados 17 valientes soldados jordanos. 7 de junio de 1967”. La batalla sobre la Colina de las Municiones se transformó en un hito en la historiografía militar de Israel. A mediados del mes pasado, algunos oficiales, que lucharon en la zona de Jerusalem en 1967, visitaron Israel y se reunieron con sus adversarios del pasado: los oficiales que comandaban las fuerzas de las FDI que combatieron contra ellos. La visita, financiada por la fundación Ebert, fue organizada por el Fondo de Cooperación Económica (ECF) de Israel y el Centro Ammán para la Paz y el Desarrollo (ACPD) de Jordania e incluía la visita de los ex combatientes, un recorrido conjunto a los sitios de combate en la región de Jerusalem y una ceremonia en la Colina de las Municiones. Acompañé la visita en su primer día. El paisaje era maravilloso: oficiales, con orden de matarse unos a otros y que enviaron a sus soldados a morir y matar, sentados en una ronda, sonrientes y contando recuerdos de aquellos combates y la captura. El diálogo cómico sobre la “venganza de sangre” de la familia de uno de los oficiales israelíes, que comandó desde el aire el ataque de 1956, en donde murió el padre de uno de los comandantes jordanos, parecía producto de la imaginación. Las historias sobre la toma de un oficial jordano en Israel provocaron risas entre los participantes. Sin embargo el clima liviano cambió a opresiva angustia en la Colina de las Municiones. La posición, que supo de tan amarga batalla, que cobró la vida de tanta gente, alojaba ahora a los combatientes jordanos, que lo defendieron con el alma y a los combatientes israelíes que los atacaron. La ceremonia de recordación realizada en el lugar, fue única y sorprendente por su potencia. El poeta Haim Guri leyó una de sus creaciones y luego subí al escenario a fin de leer su traducción, que preparé en árabe. Leí la primera frase, luchando una y otra vez contra las lágrimas. El lamento por la vida de los jóvenes israelíes se convirtió de golpe en el lamento por la pérdida de vidas de los jóvenes jordanos y el enemigo se transformó en amado para muchos de los allí presentes. Luego, se leyeron los nombres de los caídos de ambos lados. Creo que fue la primera vez en donde estaban presentes los oficiales de ambas partes en una ceremonia de lectura de los nombres de los caídos de los dos países. Cada lado leyendo los nombres de sus caídos en su propia lengua, un nombre tras otro. Por un momento, retornaron a la Colina los soldados, israelíes y jordanos, y se miraron unos a otros en silencio por última vez a través de los ojos de sus familiares y sus compañeros de armas. Una gran emoción cundió en el público cuando los israelíes dieron a los jordanos una gran foto del monolito improvisado, que fuera levantado el 7 de junio de 1967. Los paracaidistas israelíes me tironeaban de acá para allá para traduzca sus palabras. “Dile que quizás fuimos como leones pero ellos eran como tigres”, me pidió que dijera uno de ellos. Otro paracaidista jordano me pidió decir: “Diles que solo quien luchó así, uno contra otro, puede en verdad valorar la paz”. Respondió con delicadeza al pedido de los paracaidistas israelíes para que cuente recuerdos y anécdotas de la batalla: “Todo aquel que haya luchado aquí, sabe exactamente lo que fue”, dijo. “Respeto los sentimientos de los combatientes y de los familiares de los caídos. Hoy tenemos paz”. Un paracaidista me dijo en voz baja: “Tiene razón, dile gracias y que nosotros valoramos su sensibilidad”. La tarde cayó sobre la Colina y en mi cabeza resuenan las palabras de un paracaidista israelí hablando con su par jordano: “Si todos los que se encuentran aquí, por nuestro lado, fueran “los israelíes” y todos los que se encuentran de vuestro lado, fueran “los jordanos”, desde hace tiempo habría paz”. En el camino hacia la salida de la Colina de las Municiones, apareció en mi cabeza por un instante la idea: “Quizás tiene razón”. El Dr. David es colaborador del Instituto Truman y de la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Hebrea. Miembro del sitio de internet “Es posible pensar”, que trabaja para el incentivo del diálogo público en temas de paz y conflicto. Ésta es una versión acortada de un artículo publicado el 23-6 en Ha´aretz. #interes# Posted originally: 2012-07-06 11:10:40 cidipal