Por el Rabino Carlos Tapiero para Guysen International News
Shavuot celebra el trascendente momento en el que recibimos la Torá, y, con ella, nuestro sentido último como pueblo. En una imagen conmovedora descripta en la Torá escrita (1), y ampliada en la Torá Oral (2), Dios entrega a los Hijos de Israel Su Palabra misma, en términos comprensibles a la humanidad. Él, que es Perfecta Infinitud, nos confiere – en un acto máximo de amor – un código que despejará para siempre las preguntas existenciales de "qué es bueno y qué es malo", estableciendo con ello el comienzo de la ética de Occidente.
La literatura mística judía enfatiza (3) – basándose en la Torá escrita – que las almas de todos los judíos de todas las épocas recibieron la Torá, es decir: que ese acto mismo de transmisión divina es perenne, en la eternidad de la cadena de generaciones judías. No sólo estuvieron allí los 600.000 jefes de familia (unos 3.000.000 de personas) que habían salido de Egipto: todos los miembros del pueblo judío escuchamos el "Anojí A' Elo-heja…" – "Yo soy A' tu Dios…" -, los 10 Mandamientos, la expresión de la Moral Última; todos tenemos, en algún rincón de nuestros seres, la emoción del Maamad Har Sinai, de haber estado en la presencia más concreta de la Divinidad a los pies del Monte Sinaí. El mensaje de la Torá Escrita y Oral, y de su posterior desarrollo, es que la Torá es patrimonio popular, otorgada para todos en igual manera, y con iguales posibilidades, desafíos y compromisos.
Este carácter popular de la Torá trasciende, a su vez, al acto mismo de su entrega: es una parte intrínseca de su esencia. La Torá fue estregada al pueblo, porque está destinada al pueblo. Nuestros Sabios lo explican con una bella imagen:
"Dijo Rabá bar Janá: ¿Por qué fueron comparadas las palabras de la Torá con el fuego? [Dice el Profeta Yirmiahu:] '¿No es mi palabra como el fuego?' Esto es para enseñarte que así como el fuego no arde solo, así las palabras de la Torá no son duraderas si son para el que está solo" (5).
Rabá bar Janá señala uno de los aspectos centrales de la esencia de la Torá y su transmisión: a diferencia de otras áreas del conocimiento, de las que no se exige una necesaria aplicación, la Torá es conocimiento aplicado y aplicable, interdependiente entre y para los hombres y mujeres, moldeador y eje de la construcción del accionar humano. De no ser así; de carecer de una concreta aplicación en nuestro diario quehacer, la Torá desaparece, se vuelve intrascendente. La Torá es guía de acción personal y social, que se hace vida en nuestra vida cuando la traducimos en nuestros gestos y palabras, en nuestros brazos y piernas, en nuestro decir y en nuestro vincularnos con los demás. La Torá no puede existir en la soledad de un Robinson Crusoe, desconectado y alienado de los demás. Dios nos la regaló para que armemos, a través de sus lecciones, sociedades justas, generosas, solidarias y empáticas; sensibles al sufrimiento ajeno y capaces de disminuirlo.
Dios entregó Su Palabra a todos y para todos, porque espera que armemos con ella ese mundo mejor al que debemos aspirar y por el que debemos trabajar, demostrando con ello nuestra sociedad con Él en la tarea de mejorar lo mejorable.
Quiera Dios que sepamos recibir la Torá en nuestras vidas hoy, homologando la emoción que nuestras almas sintieron al recibirla en Maamad Har Sinai, en su entrega hace más de 3.300 años.
Que seamos capaces de incorporarla como guía de nuestra acción, de nuestro proceder, de nuestras creencias más profundas, para hacer de este mundo un mundo mejor, basado en la comunicación, en el amor fraternal, en la escucha y en el diálogo.
¡¡¡Jag Shavuot Saméaj!!!
Rabino Carlos A. Tapiero - Vice-Director General - & Director de Educación Unión Mundial Macabi
1- "…al tercer día el Eterno descenderá sobre el monte Sinaí, a la vista de todo el pueblo" – Shemot (Éxodo) XIX, 11.
2- Midrash Shemot Rabbah 28:6. El Midrash cita a Deuteronomio 29:13, "y con quien no está aquí hoy", y explica que esta frase se refiere a las almas de las generaciones futuras que estaban presentes en el Monte Sinaí, incluyendo las almas de todos los profetas y sabios. En cuanto a todas las almas de las generaciones futuras que estaban presentes en el Monte Sinaí, el Midrash dice: "Cada uno recibió su parte".
3- Zohar. "Todo Israel [todos los judíos], incluidos los que aún no han nacido en las generaciones futuras hasta el final del tiempo, estuvieron presentes en el acto de la revelación y de acuerdo con cumplirla fielmente". Arthur Green, “A guide to the Zohar”, Stanford University Press, 2004, página 125.
4- Yirmiahu (Jeremías) XXIII, 29.
5- Talmud Babilónico, Tratado Taanit 7a.
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