Que Auschwitz no se repita es la primera de todas las exigencias que hay que plantearle a la educación", rezaba en letras pequeñas y en un cartel también pequeño y de negro luto que colgaba anoche sobre el escenario del Teatro Astral, y que llevaba la también discreta firma del filósofo alemán Theodor Adorno. En la leyenda también se recordaba el motivo del encuentro, sala colmada de público, y el presidente de la Corte Suprema de Justicia, Ricardo Lorenzetti como principal orador: el 67° aniversario del levantamiento del Gueto de Varsovia durante la ocupación de Polonia por parte del régimen nazi.
En el conocido teatro porteño de la Avenida Corrientes, donde bajo la organización de la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA), la colectividad judía conmemoró ayer el Día del Holocausto. Pero también la fecha de inicio -19 de abril de 1943- de la heroica resistencia armada que se organizó dentro del gueto judío de la capital polaca contra las inhumanas condiciones a las que fueron sometidos sus habitantes, por el Tercer Reich, durante la Segunda Guerra Mundial.
Lorenzetti habló poco después de que se oyera el testimonio de la sobreviviente Rosa Rotenberg (Ver Para ellos ...), y tras la lectura pausada de los nombres de muertos en el gueto, de los himnos nacionales de Israel y la Argentina y de los poemas anónimos que leyeron Arturo Puig y Enrique Pinti,
Sostuvo el presidente de la Corte que el Holocausto "fue un proceso que comenzó con pequeños actos de fanatismos que se agravaron". Se confesó conmovido por lo que había escuchado y propuso antes que referirse a la noción judicial de la Shoa observar una dimensión ética del mayor genocidio del Siglo XX. El que arrasó con la vida de seis millones de judíos, pero también de gitanos, homosexuales y personas con problemas mentales. El titular del máximo tribunal de justicia llamó a impedir desde el principio esos "actos intolerantes". Dijo "pequeños actos de discriminación que pueden tener una importancia enorme dentro de un proceso que puede terminar muy mal". Pero también destacó en el medio de esa tragedia la existencia de actos de "heroísmo" que enfrentaron a la maquinaria"; de "dignidad" y de "solidaridad".
En esa tónica también estaba el embajador de Israel, Daniel Gazit, cuando un rato antes tuvo su turno. "El Holocausto fue un proceso con pequeños actos de discriminación. Debemos ser fuertes y frenar esos actos", sostuvo en un discurso llamativamente humanista para quien detenta un cargo tan político Gazit, a quien también le tocó encender una de las seis velas dispuestas sobre el escenario para honrar a los seis millones de judíos muertos a manos de los nazis, advirtió que "el peligro demonio" de los totalitarismo seguía "vigente".
Gazit llamó a ganarle la batalla a extremistas, terroristas, grupos totalitarios y de discursos violentos, con "mucha convicción" y con "un pequeño grado de humanidad" que "puede hacer una gran diferencia", dijo.
Sentado junto a Lorenzetti, el presidente de DAIA, Aldo Donzis, cerró el acto apuntando directamente contra Luis D'Elía, de quien la comunidad recela por sus expresiones anti israelíes y por su reciente viaje a Teherán, adonde se reunió incluso con un prófugo de la justicia argentina por la voladura de la AMIA en 1994. "Señora diputada, usted ha sido votada por ciudadanos argentinos para representarlos, no para abrazar a sus victimarios", dijo Donzis al increpar a Alicia Sánchez, la esposa del dirigente piquetero que lo acompañó a Irán. Clarin.com
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