Mujeres de jeans y plataformas o de traje sastre. Mujeres con pelucas y polleras largas rodeadas de niños. Mujeres de negro de la cabeza a los pies. Mujeres con fusil al hombro. Todas ellas se ven a diario por las calles de Israel, un país tan fascinante como difícil de desentrañar, donde conviven cosmopolitas, con judías ortodoxas y árabes con mujeres soldados.
Clarín Mujer participó del Primer Seminario para Editoras de Publicaciones Femeninas de Latinoamérica, organizado por el Ministerio de Relaciones Exteriores de Israel, que consistió en recorrer las principales ciudades y entrevistar a mujeres referentes de distintos ámbitos. Y pudo asomarse a la realidad de este país de contrastes donde hoy las mujeres buscan mayor visibilidad.
Desde la creación del Estado de Israel, hace 62 años, las mujeres tuvieron derecho al voto y a ocupar lugares de poder y, al ser un país con constantes conflictos territoriales, también la obligación de hacer el Servicio Militar durante dos años (a diferencia de los hombres, que lo hacen durante tres), cuenta en la apertura del seminario Dorit Shavit, vicedirectora general para América Latina y el Caribe de la Cancillería Israelí.
Desde el comienzo, los asuntos de familia quedaron en manos de Tribunales religiosos. Por eso, no existe el casamiento civil, sólo el religioso. Y pasa lo mismo con el divorcio. El sábado es el único día de descanso y el país se para: no hay micros ni trenes y hasta los shoppings cierran.
El pasado y el presente se mezclan en cada esquina. En los días previos a las Pascuas todo está en ebullición. Hay una fiebre de limpieza y se ve ropa colgada en todas las casas. Especialmente en las religiosas, donde es importante que no quede ni una miguita de pan previo a las Fiestas. Y también hay fiebre de consumo porque la limpieza viene ligada a la renovación: se regala lo que no se usa y se compra algo nuevo.
Acaba de desembarcar en un shopping de Tel Aviv la cadena H&M y hay largas colas para entrar a comprar. En el cine se ve el afiche con letras en hebreo de El Secreto de sus ojos y en el mercado Mahane Yehuda de Jerusalén, donde es posible conseguir cualquier cosa, desde dátiles frescos, frutas y verduras, vajilla hasta objetos religiosos, las mujeres pelean por conseguir un buen pescado.
Cuando se les pregunta por los temas pendientes, las preocupaciones son similares a las globales: violencia de género, diferencia salarial y el techo de cristal. Después, dirán, sólo si se les pregunta, que las organizaciones feministas pelean porque algunas normas que manejan los tribunales religiosos pasen a la justicia civil, como el divorcio.
"A pesar que desde el comienzo las mujeres participaron activamente, incluso en la lucha por la creación del Estado de Israel, la sociedad israelí no fue tan igualitaria -explica Shavit-. Con el tiempo se avanzó en la legislación, pero en la práctica, mientras más del 80% de las mujeres trabaja fuera de su casa, el 75% lo hace en profesiones típicamente femeninas como docencia o trabajo social".
Para una argentina, lo primero que llama la atención es la tranquilidad que se siente al caminar por las calles limpias y amplias. Nadie habla de inseguridad y las mujeres, aun de día, andan con sus joyas puestas. Sólo cuando entren en confianza, hablarán de sus otros miedos, los conflictos territoriales siempre latentes y tendrán alguna anécdota para contar de una piedra que recibieron, un tiro que escucharon en el barrio o simplemente el temor al siguiente conflicto armado.
Súper coqueta de traje sastre, Ruhama Avraham, diputada opositora del partido Kadima, recibe a Mujer en el Parlamento y se presenta hablando de sus hijos con la eterna contradicción de cómo equilibrar el trabajo y la familia. Está orgullosa de ser una de las 23 diputadas de los 120 que integran el Parlamento israelí, una cifra histórica ya que nunca antes hubo tantas. Cuenta que las legisladoras armaron una coalición. "Nos pasamos la firma de los proyectos". Pero aclara que no está en agenda una ley de cupo femenino. "Cuando una decide qué quiere, nada le impide llegar a ese objetivo. Todavía somos minoría. pero cuando hay que tomar una decisión, si hay una mujer, se toman en cuenta aspectos más sensibles". Reconoce que es difícil ser una madre israelí, que existe el temor por Irán y que cada soldado que muere es el hijo de todos.
El seminario incluye también una entrevista a Vered Swid, una de las que más sabe sobre la situación de la mujer. Fue la primera alcalde del país y hoy es la Autoridad para el Estatus de las Mujeres en Israel. Cuenta orgullosa que tienen una ley para el acoso sexual, que la licencia de maternidad llega hasta el año y que buscan recuperar las historias de las mujeres para que sus nombres estén en calles y colegios. Y admite que la gran preocupación es la violencia de género. "Existen 14 refugios para mujeres golpeadas, de los cuales uno es para judías ortodoxas y dos para árabes. Cuando dejan el refugio, reciben durante un año un subsidio para rearmar sus vidas. "Y hasta tenemos un refugio para hombres -dice-. Es más importante tratar al hombre y además evita tener que sacar a la mujer y a los niños de la casa".
Frente al Muro de los Lamentos, en la Ciudad Vieja de Jerusalén, se las ve rezando o dejando un papelito con un deseo. Mujeres tan diferentes, pero con problemas tan conocidos.
Mundo-Clarin.com
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