miércoles, 28 de septiembre de 2011

La exposición de la destrucción

La exposición de la destrucción

Ezequiel Eiben
23/9/2011
24 Elul 5771

Damas y caballeros, “malvenidos” a la exposición de la destrucción.
En este circo repleto de payasos que se llama ONU (aunque no con poca razón alguno podrá expresar “¿qué culpa tienen los circos y los payasos? Ellos alegran a la gente”) asistimos a la debacle moral e intelectual de los negadores de la existencia. La debacle de los que siguen los ritualismos de la violencia y el culto a la muerte. Y sin embargo, al mismo tiempo, asistimos a su triunfo político. ¿Cómo es posible que esto suceda? ¿Cómo es posible que la miseria moral vaya acompañada de la victoria política? ¿Qué mundo racional lo permitiría? ¿Qué mundo con seres pensantes, conscientes y con ganas de vivir sin molestar a los demás se quedaría mirando expectante cómo sus destructores venden la mentira como verdad a cambio de sumisión y obediencia? ¿Qué mundo racional se dejaría intimidar, reconocería al miedo como fuente fecunda de obtención de resultados forzosos sobre los subyugados, y permitiría al terror imponer los términos del modo de vida?
Evidentemente, nuestro mundo no es aquel mundo racional que no lo permitiría. Nuestro mundo lo permitió hoy, de rodillas ante la maldad, rendido ante la violencia, con la cabeza gacha ante la imposición de la injusticia, con la cola entre las piernas ante las amenazas de terror. El terrorista presidente de la terrorista Autoridad Nacional Palestina Mahmoud Abbas presentó su plan del futuro terrorista estado palestino en la Asamblea General de la ONU y muchos lo aplaudieron entusiasmados. Algunos porque apoyan el terrorismo, otros porque lo consideran un medio tan legítimo como las negociaciones entre repúblicas liberales, otros porque si está encaminado a destruir a Israel no puede ser malo (nada que esté dirigido a perjudicar a los judíos puede ser algo condenable).
El detestable Abbas, malvado sin remedio, acusó a Israel de apartheid, de colonialista, de racista. ¡Sinvergüenza! Aquellos que son malvados, nos acusan de ser malvados; aquellos que sirven al apartheid, nos acusan de apartheid; el racismo se queja del supuesto racismo de los demás. La irracionalidad en puntos culminantes.
Estos son los rasgos de la exposición a la que asistimos, la burda exposición de la destrucción. Los líderes palestinos se encargaron de destruir los conceptos, de destruir el lenguaje, de destruir la moral, de que el culto a la muerte superara en estima al amor por la vida. Y su regalo al mundo, envuelto en el falso paquete de buenas intenciones y esperanzas legítimas, ha sido aceptado por este. El terrorismo ha demostrado que triunfa cuando los que deberían combatirlo no cumplen sus deberes. El terrorismo ha demostrado que disfrazándose de payaso y llendo al circo de la ONU puede resultar agradable a los políticos. Si el mal por sí mismo es impotente y necesita de los buenos que lo alimenten para subsistir, y de los buenos que no hagan nada para triunfar, el mal va por buen camino en la ONU. Allí hay varios que se consideran “buenos” que no están dispuestos a hacer nada para interponerse como obstáculos insalvables en la carrera del mal hacia el dominio por la fuerza, y varios que se muestran deseosos de donarle millones de dólares convenciéndose a si mismos que lo hacen por una buena causa.
El mal inventó la leyenda del inexistente pueblo palestino; el mal reclamó como tierra ancestral a un Israel que no le pertenecía; el mal repartió su farsa a través de pistolas, bombas y misiles. Algunos intentaron resistir a los atropellos de los asesinos de la vida humana, la verdad y la historia. Otros aceptaron sus regalos, creyendo que aceptar el paquete bajo la amenaza de un arma en la cabeza realmente constituía una ofrenda a la verdad de parte de seres bondadosos. En Israel hay de las dos clases de personas: los que enfrentaron al mal y los que aceptaron su mensaje como digno de ser considerado para la paz, los que lucharon contra el mal y los que lo legitimaron buscando el “punto medio”. Sí, lamentablemente hubo de esta segunda clase de personas, y ellos permitieron con culpa, negligencia, indiferencia e irracionalidad que el mal llegara hasta donde llegó hoy: al estrado con exigencias basadas en supuestos “derechos inalienables del pueblo palestino”. Te estoy hablando, izquierda israelí, promotora de los palestinos y denigradora de los asentadores. Les estoy hablando también a ustedes, grupo de derechistas que con el tiempo flaquearon y aceptaron los errores de la izquierda como absolutos indiscutibles de cara al futuro del país. Y por supuesto a ustedes, centristas, izquierdistas enmascarados y algunos aún provenientes de un pasado derechista.
La furia que muchos conocedores de la historia de Israel habrán experimentado al oír semejante catarata de mentiras y disparates en boca de Abbas en la ONU, es entendible a la luz de su compromiso con la verdad y la legitimidad del sionismo. La verdad es que Israel tiene razón, y los palestinos no. Es así. De un lado está la verdad, y del otro la mentira. De un lado la razón, y del otro la sinrazón. No hay término medio. No lo hay entre nosotros y nuestros asesinos; no hay un poquito de razón de nuestra parte, y un poquito de razón de su parte, y juntos tomando un café con leche y comiendo golosinas podemos llegar a un acuerdo. La fuerza contra los que emplean la fuerza, es la medida eficaz a adoptar. Nada de pacifismo barato (ese que huye a los compromisos con la defensa de la propia vida y prefiere verla resignada ante las locas aspiraciones del resto); nada de entendimiento (ese que eleva a la categoría de dignos adversarios en un debate a aquellos que desde el arranque no nos reconocen). Abbas cada vez da más señales para que nos convenzamos de que quiere eliminar a Israel. ¿Por qué mirar hacia otro lado? ¿Es que a ciertas personas la realidad se les hace insoportable y la mentira un refugio placentero? ¿Es que la contundencia de los hechos less obliga a revisar postulados que no quieren, mientras que los delirios fuera de la realidad les permiten mantenerse con comodidad sin necesidad de hacer un esfuerzo crítico y reflexivo?
Si hay un momento para hacer autocrítica, es este. Si Israel no hubiera legitimado a la OLP, Abbas no hubiera reclamado hoy por un estado palestino. Si Israel hubiera eliminado a sus enemigos en vez de darles otra oportunidad, sus enemigos no estarían utilizando hoy esa oportunidad para tratar de eliminar a Israel. Y los imbéciles e idiotas útiles no tendrían hoy a ese enemigo para ponerse de su lado y chuparle las medias. Hoy la mención del terrorista Yasser Arafat (el mayor asesino de judíos después de Hitler) como un hombre de paz, despertó aplausos entre la multitud espectadora, el recuerdo de su infame frase “que no se caiga la rama de olivo” despertó elogios y añoranzas en periodistas y comentaristas; si se hubiera hecho lo necesario en su momento para que desapareciera la organización de Arafat el Asesino, heredada por Abbas el Mentiroso, los imbéciles e idiotas útiles estarían añorando otras maldades, pero no ésta tan perjudicial para Israel. No estarían hoy aplaudiendo a la organización que planea de manera consistente y constante la destrucción de Israel. Quizás estarían aplaudiendo a un nuevo enemigo que hubiere aparecido, pero no a este que tuvimos oportunidad de eliminar. A los arquitectos y promotores de los Acuerdos de Oslo les habría venido bien leer el Señor de los Anillos: en una épica batalla el bien derrotó al mal, Isildur venció a Sauron y le quitó el Anillo Único que le daba poder. Pero Isildur no destruyó el Anillo, y le permitió al mal subsistir. Tiempo después el mal reclamó la nueva oportunidad que se le dio y sus ejércitos se rearmaron. Miles de vidas se perdieron hasta que el país del bien, Gondor, pudo imponerse al país del malvado Sauron, Mordor. Y en esta segunda oportunidad, el Anillo fuente de poder del mal se destruyó. Buena lección acerca de no deshacerse del mal cuando se tiene la oportunidad, permitirle subsistir para que luego vuelva a amenazar, y las vidas que se pierden en el nuevo intento por terminarlo.
¿Hasta cuando Israel, tus políticos le van a extender la mano a los verdugos del pueblo judío? ¿Cuándo será el día en que dejen de intercambiar la foto en la que aparecen dándole la mano al asesino, la cual piensan que les garantizará el podio en los anales de la historia, por el sufrimiento de las familias de miles de muertos a manos del terrorismo islamista?
Es porque no rinde la seguridad a cambio de la falsa paz, una de las razones por las que apoyo a Biniamin Netanyahu. No comparto la insistencia con la cual llama a Abbas a sentarse a negociar la paz como socio auténtico (y estoy seguro que en su interior Bibi no le tiene semejante estima), pero me da satisfacción y tranquilidad saber que no resigna el propio interés al pedido de los demás.
Es una cuestión filosófica: el sufrimiento de los demás no es un condicionamiento a nuestro propio bienestar; nosotros no tenemos que sufrir solo por el hecho de que otros sufran. Si hay palestinos que sufren por no tener estado propio, eso no les otorga derecho moral para obligar a Israel a hacer un acto de autosacrificio. Nosotros estamos primero, nosotros somos nuestra prioridad, nuestro interés es nuestro interés. Después de la exposición de la destrucción cuya autoría son los asesinos palestinos, espero seguir escuchando cantos a la vida de parte de Netanyahu y de todo Israel.

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