martes, 27 de septiembre de 2011

Un Estado palestino frustrado en el intento.

Un Estado palestino frustrado en el intento.

El intento palestino de obtener en la ONU el reconocimiento de un Estado de pleno derecho en forma unilateral, sin consensuar primero con Israel un convenio de paz, como era previsible, no genera optimismo sobre la posibilidad de un acuerdo y está destinado a extinguirse con más pena que gloria. La presentación sin sustento razonable efectuada por el presidente de la Autoridad Nacional Palestina Mahmoud Abbas en el desprestigiado organismo internacional, no contaba ni siquiera con la anuencia de los palestinos que están bajo la órbita del movimiento terrorista Hamas que gobierna la Franja de Gaza, quien reitera que nunca reconocerá a Israel y promete su destrucción al igual que la República Islámica de Irán. Desde el comienzo de su alocución en la 66ª sesión de la Asamblea General de la ONU, el “moderado” Abbas, calificado por el presidente israelí Shimon Peres como " el mejor presidente palestino que Israel pueda tener como socio” (es de imaginar lo que sería el peor) comenzó a embestir furiosamente contra Israel, apelando a un arsenal de mentiras, injurias, difamaciones y distorsión de la historia.

Tras agradecer el apoyo brindado por el siniestro presidente persa Mahmoud Ahmadinejad, el mandatario Abbas invocó a Allah y cínicamente, con la finalidad de granjearse algunas simpatías y exhibirse ecuménico, aludió a Jesús, siendo que los cristianos al igual que otras minorías, son perseguidos despiadadamente en muchos de los países islámicos. Abbas, el discípulo de Yasser Arafat, en su belicoso discurso que pareció dedicado más al consumo interno de los palestinos que a la comunidad internacional, mostró el peor rostro de “Abu Mazen”, su nombre de guerra. Intentando hacer aparecer a los palestinos como víctimas de la “agresión israelí” atribuyó puerilmente a la construcción de algunos asentamientos en lo que considera las tierras de un futuro Estado palestino, la causa de la interrupción de las negociaciones de paz. Refiriéndose a la partición del Mandato Británico de Palestina -que expiraba el 25 de mayo de 1948- en dos Estados, uno árabe y otro judío, acordado por las Naciones Unidas, que fue aceptado por la dirigencia judía y rechazado por los árabes, Abbas con total descaro dijo que Israel atacó a sus vecinos, siendo la realidad que el mismo día de la retirada británica y proclamada la independencia del Estado de Israel, éste pequeño país que aceptó la oferta de un exiguo 12 % de la tierra que los ingleses le habían prometido, sufrió la invasión de tropas libanesas, sirias, iraquíes, jordanas y egipcias a las que se le sumaron voluntarios libios, saudíes y yemeníes, con la finalidad de destruirlo. La apabullante derrota de la alianza árabe en la Guerra de la Independencia de Israel y fundamentalmente la creación de ése Estado judío, es llamada “nakba” término árabe que significa tragedia. También, persistiendo en esa falacia, Abbas responsabilizó a Israel de las guerras siguientes. El rechazo palestino del Estado judío de Israel, tal como se lo reconoció en la declaración de su Independencia en 1948, en la histórica alocución al mundo por parte del mítico David Ben Gurión, conlleva la pretensión de conseguir el retorno de los refugiados árabes que huyeron de Israel a instancias de sus dirigentes, quienes al desencadenar la guerra contra el flamante Estado, les prometieron que volverían una vez que los judíos fuesen eliminados. La idea embozada de Abbas, es inundar Israel de árabes “refugiados” para reducir a los judíos a una minoría en su propio país.

En otro pasaje del mendaz discurso, Abbas quien reclama la creación de un Estado palestino con fronteras anteriores a 1967 con Jerusalén oriental como capital, dijo que Israel estaba haciendo una “limpieza étnica” en esa ciudad. Los palestinos en su distorsión histórica, veleidosa y torpemente, pretenden suprimir y negar más de 3000 años de historia judía en Jerusalén, que se remonta al año 990 AEC cuando el Rey David la proclamó la Capital de su reino. Jerusalén, que ha sido capital de un Estado judío en cuatro períodos de la historia y nunca de un Estado árabe o islámico, es actualmente la ciudad más grande y poblada de Israel con cerca de 800.000 habitantes. Es mencionada en la Biblia 670 veces y su sinónimo Sión, en 154 oportunidades, mientras que en el Corán no aparece en ninguna oportunidad. Por consiguiente, no se puede judaizar, lo que siempre fue, es y será judío. Al respecto, fue muy sorpresiva y encomiable la posición de España, uno de los países adalides de la causa de los palestinos, que por medio de su Canciller Trinidad Jiménez, declaró por primera vez el sábado 24 de septiembre, durante su discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, que Israel "es la patria de los judíos".

Continuando con sus aseveraciones virulentas, el representante -a medias- de los palestinos, (Hamas lo desautoriza) acusó a Israel de ser un Estado de Apartheid. Sólo observar al diputado árabe-israelí en la Knesset (Parlamento) Ahmed Tibi, quien mezclado con Nabil Abu Rdainah; secretario general de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) y el negociador jefe de la OLP, Saeb Erekat, aplaudía ese comentario, basta para desarticular otra de las flagrantes mentiras. Sin mencionar ni tangencialmente un acuerdo de paz con Israel, al que se empecina en negarle su carácter de Estado judío, Mahmoud Abbas reclamó la liberación de los presos políticos –eufemismo de terroristas- palestinos detenidos en las cárceles israelíes.

En otra afirmación absurda, Abbas condenó la agresión de Israel a Gaza. Omitió decir que Israel se retiró unilateralmente de allí en agosto de 2005 y desalojó también con dolor los asentamientos que tanto perturban al presidente de la ANP. Como retribución, más de 10.000 misiles y morteros fueron lanzados desde allí a ciudades sureñas israelíes por los terroristas de Hamas.

En una palmaria demostración que los palestinos pretenden ser reconocidos como Estado sin mantener conversaciones previas con Israel que conduzcan a una paz verdadera y perdurable, el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmoud Abbas, que exige de Israel permanentemente concesiones pero no está dispuesto a ceder nada a cambio, prefirió ser aclamado en Ramallah por un triunfo pírrico y rehusó aceptar el ofrecimiento del Cuarteto para Medio Oriente y del Primer Ministro israelí Biniamín Netanyahu, confiando en lograr que el voto de una mayoría automática en la ONU, obligue al anunciado veto de Estados Unidos.

La negativa de Abbas a entablar negociaciones con Israel, que según Netanyahu sería el primer país en reconocer un Estado palestino surgido de un acuerdo consensuado entre ambos, reside en la resistencia por razones religiosas por parte de los árabes, a reconocer el carácter inequívocamente judío del minúsculo y ejemplar país, que es la única democracia real de Medio Oriente


Rubén Kaplan
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