viernes, 23 de septiembre de 2011

Nitzavim(Deuteronomio 29:9-30:20)

Nitzavim(Deuteronomio 29:9-30:20)
Nitzavim 5770
Nos dice el pasuk: "Ki hu Jayeja Vehorej Yameja" (Deuteronomio 30:20) que significa literalmente "Porque es tu vida y alarga tus días" (en relación a escuchar a Dios y a cumplir con sus mitzvot), y el Or Hajaim Hakadosh, explica así: "Alarga tu vida en este mundo y es tu vida en el mundo por venir".

Hace aproximadamente 20 años, mi mamá y yo viajábamos hacia Los Ángeles. Al despegar el avión, una de las llantas se desprendió y penetró en la turbina. El avión, ya en el aire, se llenó de humo e inmediatamente la gente sintió horror ante la tragedia. Desde mi ventana se podía ver una flama. El avión estaba completamente lleno, se oían gritos y muchas personas cayeron desmayadas.

Yo pensé "ésta es una señal", por lo que inmediatamente me puse los Tefilin y la máscara de oxigeno al mismo tiempo que le argumentaba al creador porqué no merecía irme de este mundo. Mi esposa estaba embarazada de 8 meses y además ya tenía 2 hijas chicas. Creo que nunca en toda mi vida he rezado con tanta cavaná y con tanto temor.

Poco después, el piloto anunció que tenía orden de acuatizar en el lago de Texcoco. Al escuchar eso la gente volvió a enloquecer llena de terror, pero mi mamá tranquilamente siguió rezando mientras yo continuaba mi jeshbón hanefesh y leyendo Tehilim. También estudiaba un poco de Guemará, ya que sabía que mientras no apartara mí vista de las sagradas escrituras, nada pasaría.

Finalmente el piloto anunció que, puesto que el avión había quemado suficiente combustible, a pesar de que no tenía llantas, regresaríamos al Aeropuerto de la Ciudad de México para aterrizar. Habían transcurrido solo 30 minutos pero yo sentí que había pasado toda una vida.


Con la pista llena de ambulancias y el piso cubierto de un colchón de espuma, el avión golpeó una, dos, tres veces hasta que milagrosamente se detuvo, sin que ocurriera nada grave.

Bajamos del avión por un tobogán y nos llevaron a una sala para efectuar una revisión médica. Sin percatarme de que aún tenía puestos los Tefilin, la gente me decía: "Ustedes con sus rezos salvaron al avión". A su vez yo pensaba: "los Tefilin fueron mi vida y alargaron mi vida" Ki hu Jayeja Vehorej Yameja. Sin embargo en el fondo de mi corazón, estoy seguro que fueron los rezos de mi madre y sus méritos de favor y bondad, los que en realidad nos salvaron. ¡Bendito sea Boré Olam! Ki hu Jayeja Vehorej Yameja.

* * *

En las Torres Gemelas de Nueva York, diariamente se llevaba a cabo un minián que nunca fallaba. Por la cercanía a Rosh Hashaná, y dado que era Elul, se tocaba el shofar todos los días, pero la mañana del atentado terrorista, al baal tokea olvidó el shofar en su oficina de la planta baja por lo que dijo: "Voy a buscar el shofar y regreso de inmediato". Sin embargo alguien contestó: "No, tú lo traes todos los días. Hoy mejor vamos a bajar nosotros a la planta baja para oírlo". Pocos minutos después se consumó el atentado y, aunque el avión se estrelló contra las torres gemelas, todos los asistentes al minián se salvaron. Ki hu Jayeja Vehorej Yameja.

Otro suceso sorprendente del 11 de septiembre es el caso de los 80 Iehudim que trabajaban en las Torres Gemelas y pidieron permiso para ir a destapar la Matzebá de su compañero fallecido meses antes. Gracias a que ese día acudieron al cementerio, se salvaron milagrosamente. Ki hu jayeja Vehorej Yameja.

* * *


La Guemará en Masejet Shabat (156b) cuenta que cuando la hija de Rabí Akiva estaba a punto de casarse, su casa se llenó de júbilo. Sin embargo, Rabí Akiva estaba preocupado y pensativo pues recordó que antes de que él fuera una gran personalidad, los sabios gentiles pronosticaron, al ver las estrellas, que el día de la boda de su hija una víbora la picaría. Esta preocupación aumentó paulatinamente, al acercarse la fecha de la boda y Rabí Akiva se preguntaba: "¿Cómo puede ser que alguien como yo desconfíe de Dios? ¡Debo confiar y nada malo ocurrirá!".


Llegó el día de la boda y durante el banquete los invitados comían sin percatarse que en la puerta, un pobre hombre hambriento, al ver los deliciosos platillos sobre la mesa, deseaba con ahínco probar los manjares. Sólo el alma solitaria de la novia notó la desgracia del pobre hombre. Así que discretamente la hija de Rabí Akiva tomó su propio plato y sin que nadie lo notara, lo llevó hasta la puerta del salón y se lo dio al pobre.


Al término de la fiesta, la novia se retiró a su cuarto para descansar y ahí se quitó el tocado detenido por una peineta punzante.

Al despertar la novia la mañana siguiente, descubrió que la punta de su peineta se encontraba ensartada en el ojo de una peligrosa víbora, ya muerta. Rabí Akiva comprendió entonces que esa víbora era aquella que venía a cobrar justicia divina. Intrigado le preguntó a su hija si acaso ella había realizado algún acto relevante. Entonces ella relató la anécdota del hombre hambriento. Satisfecho por lo sucedido Rabí Akiva afirmó: "Por aquel mérito salvaste tu vida". Ki hu Jayeja Vehorej Yameja.

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