miércoles, 4 de enero de 2012

En Medio Oriente la mejor noticia es cuando no hay noticias

de Cidipal

Por Benny Avni


New York Post



Hasta ahora, la Primavera Árabe eludió ampliamente a Israel, Gaza y la Margen Occidental. Esas áreas están enfrentando sus propios mini-temblores políticos pero no en la magnitud de los eventos de los estados vecinos. Aún así, los sacudones deberán ser suficientes para disuadir al Presidente Obama a dejar de presionar para renovar las conversaciones en Medio Oriente – y forzarlo a mirar para otro lado, en busca de la “Sorpresa de Octubre”.


Y, pensándolo bien, no son tan malas noticias.

Comencemos con la tentativa de un Estado ante las Naciones Unidas, durante septiembre pasado. El Presidente de la Autoridad Palestina Mahmoud Abbas había amenazado con anular lo establecido, logrando la membresía palestina ante Naciones Unidas y dando por finalizada cualquier esperanza de un acuerdo negociado del antiguo conflicto. Algunos israelíes y americanos lo apodaron “Septiembre Negro”.

Pero eso no ocurrió. Ahora, los palestinos amenazan con redoblar sus esfuerzos ante las Naciones Unidas a menos que Israel – antes del 26 de enero – acepte sus términos de relanzar las conversaciones de paz. Resulta poco probable que Jerusalén responda de modo que, los mismos videntes, ahora llaman a Enero el nuevo “Septiembre Negro”. Una vez más, eso no ocurrirá. Pero ciertamente, nada de esto avanzará hacia las perspectivas de un rápido acuerdo de paz.



El siguiente paso consideren que, para fortalecer una mano política débil, Abbas y su Partido secular Fatah tuvieron que negociar, en las últimas semanas, con los rivales islamistas de Hamas. El objetivo: crear una unidad temporaria de gobierno como preludio a las elecciones palestinas en mayo.

Esta distensión no parece ser viable. Hamas, reclama el reemplazo del Primer Ministro independiente de Abbas, Salam Fayyad – quien supervisa la fuerza armada interna – por su propio hombre. Pero si lo hiciera, el gobierno perdería virtualmente todo su financiamiento de afuera, ya que Fayyad es el único palestino en quien confían su dinero los israelíes, americanos y los europeos (quienes, juntos, mantienen la solvencia de la Autoridad Palestina). Incluso los estados del Golfo que, públicamente apoyan a Hamas, no financiarán un gobierno sin Fayyad.

Aún así, ningún régimen de unidad temporario de Fatah – Hamas que logre unirse estará en una posición de reanudar las conversaciones de paz. Por el momento, Israel, los Estados Unidos, los europeos y las Naciones Unidas, todos consideran a los islamistas con base en Gaza como un interlocutor - negociador ilegítimo.

Y, en caso que, las maniobras de Abbas, allanen el camino hacia las elecciones palestinas, los obstáculos en las conversaciones sólo irán en aumento. Fatah, por su parte, no cuenta con un líder fuerte para presentar. Abbas, que está envejeciendo, dice que no se presentará nuevamente, y resulta improbable que el sucesor verosímil más cercano, Marwan Barghouti, abandone una prisión israelí, donde está cumpliendo múltiple cadena perpetua.


Hamas tiene sus propios problemas, incluyendo la pérdida de su base en Damasco, donde el adinerado Presidente Bashar al-Assad tiene preocupaciones mayores. El líder de Hamas Khaled Mashal, actualmente está deambulando entre Egipto y Qatar en busca de un nuevo domicilio.

Es verdad, con la tendencia islamista del resto del mundo árabe, Hamas está ascendiendo políticamente. Pero su creciente presencia sólo logrará que, las conversaciones israelí-palestinas, sean menos probables.

Como explicara recientemente el político de Hamas Ismail Haniye (nuestro reconocimiento a Palestinian Media Watch por reportar el hecho): “Los acuerdos “interinos” con Fatah e Israel no van a modificar la elección estratégica de Hamas de liberar la tierra palestina, desde el mar hasta el río, y la expulsión de los invasores y usurpadores” del actual Israel.


Y, por otro lado, está Israel. Algunos analistas piensan que, el Primer Ministro israelí Benjamin Netanyahu, convocará a elecciones anticipadas en el 2012, si para la primavera sus asesores consideran que es posible que, Obama, gane las reelecciones. Posicionado para ganar, resulta improbable que ofrezca nuevas concesiones a los palestinos.

Al ingresar a la Casa Blanca, Obama estaba convencido que, la resolución del dilema Israel-palestinos era uno de los objetivos principales de la política exterior de América. Pero, luego, complicó el proceso, y ahora se encuentra demasiado inmerso en su reelección – y los acontecimientos mundiales poco colaboradores – para siquiera pensar en ello.



Como predijera el experto veterano en Medio Oriente Aaron David Miller, éste será “el año de los cuatro no”:

No de la unidad palestina,

No a las elecciones,

No de acciones de las Naciones Unidas y

No de negociaciones.



Una vez más ésta podría llegar a ser la mejor noticia. Con el proceso sin paz de Obama, los principales riesgos – un acuerdo forzado que probablemente lleve a una mayor violencia – pueden ser contenidos.



¿Quién dice que los temblores políticos traen inevitablemente malas mareas?




Fuente: www.nypost.com

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