viernes, 2 de septiembre de 2011

Perasha Shofetim

Horario (Bs As) Encendido Velas de Shabat 2/Agos/11 18:20 Hs. - Motzaei Shabat 3/Agos/11 19:14 Hs.
Perasha Shofetim

BS"D

Nada para arreglar

Comenzaba el mes de Elul y el Rab Levi Itzjak de Berdi­chov se puso a mirar por la ventana de su casa. La gente iba y venía, todos apurados había algo que los impulsaba a ir tras algo. Al cabo de un corto tiempo, cuando la noche dominó las calles de Berdichov, unos únicos pasos se podían percibir, era la del zapatero quien, al ver al Rab Levi Itzjak én la ventana observándolo le preguntó: "Rab... ¿no tiene nada para arreglar?".
"Nada para arreglar" pensó Rab Levi Itzjak, "Nada para arreglar" volvió a repetir Rab Levi Itzjak sollozando, entonces co­rrió a su habitación y, se sentó en el piso y entre lágrima y lágrima clamaba: "el zapatero preguntó bien... Levi Itzjak tiene mucho que arreglar".



¡No juegues con tu vida!

El Rab Moshé de Kobryn , al ingresar en el mes de Elul, un temor reverencial se apoderaba de su ser, sus jasidim sintieron que de algo especial provenía ese temor.
Y en efecto, ya en sus últimos años de vida, Rab Moshé les explicó: "Cuando era un niño era muy travieso, todo el día estaba ju­gando, siempre tenía amigos que seguían mi juego, aunque ellos "se turnaban" y así, luego de las aventuras estudiaban Torá, yo me concentraba exclusivamente en el juego. Un día, el primer día de Elul, estaba solo, pero no me desanimé y comencé a buscar con qué di­vertirme.
Corría de un lado al otro y de repente, mi hermano mayor me llama: "Moshé... es Rosh Jodesh Elul... ¡hasta los peces se estre­mecen un tu estás jugando! ¡no juegues con tu vida!".
Esas palabras hasta hoy resuenan en mi mente.



Una palabra

Cierto alumno de la Ieshivá de Ponevich tomó la decisión de abandonar su estudio e ir al ejército, quizás por considerar que su estudio no era el esperado, quizás por un sentimiento de frialdad que sentía de sus compañeros, no siendo comprendido por ellos.
Casi nadie notó su ausencia, y quienes lo notaron no atinaron a indagar más de lo necesario para responder si se le preguntase por el compañero desaparecido.
Pasaron dos meses y el joven, aunque sufría en el ejército, más le dolía el silencio de sus antiguos compañeros... ¡cuándos mo­mentos juntos y ahora el olvido!
Unos días más tarde una carta de la Ieshivá de Ponevich di­rigida a su nombre, al abrirla una sonrisa se dibujó en su angustiada carta, no eran sus alumnos sino el Rab Shmuel Rosovsky z"1 quien, con dulces palabras, le comentaba que recién se había enterado de su decisión y le pedía que viniese a hablar con él.
Pero era imposible para el soldado salir del regimiento, no tenía permiso para ello, pero las dulces palabras iban más allá que la orden... Y se escapó.
Llegó a la Ieshivá muy tarde pero el Rab Shmuel estaba allí, parecería que lo estuviese esperando, y al verlo lo llevó a su despacho, horas hablaron, y allí el joven sintió que alguien quería escucharlo.
Al llegar la hora del rezo de la mañana, ambos salieron lle­nos de alegría y luego del rezo Rab Shmuel juntó a los alumnos de la Ieshivá y les dijo: "Se acerca Elul y lo que me ha sucedido esta noche me ha dado una nueva visión de estos días... Hijos míos, hoy, este alumno me ha enseñado un consejo para volver junto al Creador. Hacer caso sin importar las consecuencias, así como yo llamé a este joven y él vino sin importar el
peligro que ello le podría ocasionar.



Extraído de: “Sedienta está mi alma de Ti…” R. Daniel Domb

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