domingo, 11 de septiembre de 2011

Un milagro de Naciones Unidas


Israel reivindicado sobre la flotilla de Gaza. Turquía está disconforme

The World Street Journal

Naciones Unidas realizó otra investigación en relación a un operativo militar israelí – y produjo un informe que, principalmente, reivindica al Estado judío. Y aquí, desgraciadamente, hay una historia al estilo perro-que-muerde-al-dueño/ hombre: el gobierno turco lo respondió retirando a su embajador de Tel Aviv y despidiendo al de Israel en Ankara.

El Informe Palmer- que lleva el nombre de quien dirige la investigación, el ex Primer Ministro de Nueva Zelanda, Geoffrey Palmer- estuvo a cargo, por parte del Secretario General de Naciones Unidas, de investigar el “incidente de la flotilla” de mayo de 2010, cuando seis barcos navegaban desde Turquía hacia Gaza, en una supuesta misión humanitaria. Las embarcaciones fueron interceptadas por comandos israelíes para hacer cumplir el bloqueo naval sobre Gaza. Nueve pasajeros resultaron muertos (y varios soldados israelíes heridos de gravedad) en el tumulto resultante, encendiendo la crisis en las –ya desgastadas- relaciones Jerusalén - Ankara.

Dado el historial de Naciones Unidas respecto a Israel, se podría esperar que, ese último informe, fuera una repetición del bien conocido informe de Richard Goldstone que alegaba crímenes de guerra israelíes durante su guerra, con Gaza, de 2009 (cargos de los que, luego, se retractara Goldstone). En su lugar, el informe Palmer ofrece una refutación, punto por punto, de algunos de las acusaciones más absurdas apuntadas contra Israel. Una de ellas, por parte de los turcos, es que el bloqueo naval de Israel sobre Gaza es ilegal porque los bloqueos sólo pueden ser legalmente impuestos sobre otro Estado e, Israel, nunca reconoció a Gaza como Estado. El informe Palmer desestima ese juego de palabras legales, destacando que “Hamas es, de facto, la autoridad política y administrativa en Gaza”, que “es Hamas el que está disparando proyectiles hacia Israel o permitiendo que otros lo hagan”, que “la ley no funciona en un vacío político”, y, por tanto, “Israel tenía el derecho de adoptar medidas razonables para evitar el influjo de armas hacia Gaza”.

Entonces, es una ficción que la flotilla embarcó en una “misión humanitaria”. Si eso era verdad, sus organizadores no hubieran despreciado la oferta de Israel de desembarcar sus suministros en el próximo puerto israelí de Ashdod. Tal como el informe observa, mordazmente, la mayor embarcación de la flotilla en el sitio del combate- el Mavi Marmara- contenía, escasamente, algunos bienes humanitarios más allá de “comestibles y juguetes, transportados en el equipaje personal de los pasajeros”

El informe otorga peso a la consideración que un “fuerte grupo de alrededor de 40 activistas de una ONG islamista conocida como IHH “tenía control efectivo sobre la embarcación durante la travesía y no fueron sujetos a revisiones de seguridad” cuando abordaron la embarcación en Estambul. “Es claro, para el Panel, que los preparativos realizados con anticipación, por algunos de los pasajeros en el Mavi Marmara, eran para resistir, de modo violento, cualquier intento de abordarlo”.

Los organizadores de la flotilla, simplemente, buscaban la pelea que, luego, clamarían como evidencia de la criminalidad israelí. Esa fue una pelea que, Israel, se esforzó por evitar, tanto a través de representaciones diplomáticas de alto nivel a Ankara como en las reiteradas advertencias a la flotilla que se apartara del bloqueo. Demasiado malo, entonces, que el informe de una débil puñalada en la balanza reprendiendo la conducta de los soldados israelíes en el fragor de una batalla contra decenas de matones armados con barras de hierro, cadenas, cuchillos y- dado que dos de los comandos israelíes recibieron disparos- tal vez, con armas de fuego.

Toda esto debería haber provocado un amargo examen de conciencia dentro del gobierno turco, tal como alguna vez lo hizo el cálido abrazo de Bashar Assad de Siria. En su lugar, el Primer Ministro Recep Tayyip Erdogan dobló sus apuestas anti-Israel, insistiendo en que Jerusalén se disculpe ante Turquía, compense a las víctimas y libere su bloqueo de Gaza como precio por su perdón. El Informe Palmer es un fresco recordatorio- desde la fuente menos probable- de por qué Israel no tiene otra elección, más honorable, que rechazar esas demandas. Los turcos aprenderán, en su propio tiempo, que ser patrocinador de Hamas es un juego de perdedores.

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