jueves, 21 de enero de 2010

Guerra justa, lo justo‏

Xavier Batalla

Henry Maine, un jurista inglés, escribió a mediados del siglo XIX: "La guerra es tan antigua como la humanidad, pero la paz es una invención moderna". La Ilustración inventó la paz en un continente europeo que fue especialmente belicoso una vez acabada la hegemonía de Roma, en el siglo V, cuando los cabecillas guerreros crearon unas sociedades organizadas en torno a la guerra. Y la iglesia católica se vio entonces en la necesidad de conciliar una doctrina de orden divino, en el que la paz es fundamental, con un mundo desgarrado por la guerra.
La primera respuesta la dio San Agustín, que se planteó el problema de la licitud moral de la violencia defensiva y de la guerra justa. Para San Agustín, la guerra debía ser aceptada como parte de la condición humana, aunque bajo límites muy estrictos, ya que, como último recurso, se justificaba por el principio de la legítima defensa. Como candidato, Barack Obama echó mano de este argumento para afirmar que la guerra de Afganistán era necesaria, ya que responde a una agresión; y ahora, como Nobel de la Paz, ha añadido que es justa porque "el mal existe en el mundo".
Maimónides, filósofo judío del siglo XII, hiló fino y diferenció las guerras de religión y de defensa, a las que consideró obligatorias o justas, de las destinadas a extender las fronteras o a apoderarse de los bienes del otro, que tachó de opcionales. Pero una vez hecha la distinción, la historia, incluida la más reciente, demuestra que se ha hecho la trampa. En febrero del 2004, un año después de la invasión de Iraq, le preguntaron a George W. Bush: "¿Cree que la guerra de Iraq es necesaria o de elección?" Y Bush contestó: "Es necesaria".
Grant Barret, investigador del diccionario on line Wordnik.com, ha encontrado en un ejemplar de 1801 del diario The Times la primera confrontación directa en inglés entre las expresiones guerra necesaria y guerra opcional. Lord Rommey escribió entonces, a propósito de la guerra entre Francia e Inglaterra que acabó con el tratado de Amiens: "No fue una guerra de elección para nosotros, sino necesaria. La hicimos para proteger nuestras leyes, nuestra Constitución, nuestra libertad y religión". Es decir, para Rommey, la guerra era necesaria por ser una guerra de autodefensa.
La guerra de elección prácticamente desapareció después del diccionario durante más de siglo y medio. Menahem Begin, primer ministro de Israel, no fue quien recuperó la expresión, pero su ejemplo ilustra perfectamente el signo de los nuevos tiempos. En 1982 afirmó que la guerra de independencia israelí (1948) y la del Yom Kippur (1973) fueron necesarias, ya que no había alternativa, mientras que la guerra de los Seis Días (1967) y la invasión de Líbano (1982), que fueron ataques preventivos, había que considerarlos conflictos de elección. Begin se expresó claramente, pero el tiempo lo ha complicado todo.
Los críticos con la utilización de la fuerza militar arguyen que sólo un ataque como el de Pearl Harbor justifica la guerra. Este es el argumento utilizado con razón por Obama, en referencia a los atentados del 11 de septiembre, para afirmar, con la legalidad internacional de su parte, que la guerra de Afganistán, donde Osama bin Laden tenía su refugio, es necesaria, al contrario que la de Iraq, que fue un ataque preventivo.
Muchos de los partidarios de la guerra de Iraq también creen tener la razón de su parte. Es más, los abogados del ataque preventivo contra Iraq consideran que si fue ilegal, también lo fue la guerra de Kosovo, ya que esta tampoco contó con la aprobación del Consejo de Seguridad. Quienes defendieron la intervención en Kosovo arguyen, sin embargo, que esta guerra fue de carácter humanitario, ante la inminente amenaza de una limpieza étnica por parte serbia, por lo que resultó necesaria.
Las palabras pueden servir, pues, tanto para un barrido como para un fregado. Obama mantiene que la guerra de Afganistán es necesaria porque "la negociación no puede convencer a Al Qaeda de que abandone las armas". Pero, para quienes no están de acuerdo con la escalada militar que acaba de decidir contra el talibán, el remedio será peor que la enfermedad, quizá como en Vietnam, una guerra que fue de elección, no necesaria. Es decir, de guerra justa, lo justo.
En el caso de Iraq, Bush tampoco nos sacaría de dudas si le preguntáramos. No admitiría que fue una guerra de religión, sino que repetiría que se trató de autodefensa, aunque quizá no diría nada del petróleo ni de las armas de destrucción masiva que no se hallaron. El debate, por tanto, no parece en su recta final. Pero algo está más claro: quien opte por un ataque preventivo para defender el interés nacional comenzará diciéndonos que la guerra opcional ya ha terminado convirtiéndose en necesaria.
Fuente: La Vanguardia-España

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