domingo, 17 de enero de 2010

La estrategia de Ahmadinejad



Para el analista internacional Julián Schvindlerman, Irán prevé eventuales sanciones a su programa nuclear estableciendo lazos diplomáticos con el "núcleo duro del antiisraelismo" en América Latina: Bolivia, Ecuador, Nicaragua y Venezuela

Por: David Ludovic Jorge

En menos de un mes, dos Mahmud visitaron varios países de Latinoamérica. El primero, islamista; el segundo, laico. El primero, chiíta; el segundo, sunita.

El primero, negacionista del Holocausto e impulsor de un controvertido programa nuclear. El segundo, promotor de la declaración unilateral de un Estado palestino.

Dos cosas unen a Mahmud Ahmadinejad, presidente de Irán, y a Mahmud Abbas, presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP). La primera, la búsqueda de apoyos en América Latina.

El mandatario iraní lo necesita para protegerse de sanciones por su programa nuclear. Abbas, por su parte, lo busca ante el rechazo europeo y estadounidense de sus intenciones.

En medio de este panorama de visitas, en el que también se incluyó al presidente israelí Shimon Peres, el analista internacional Julián Schvindlerman analiza una nueva construcción de relaciones entre la izquierda radical latinoamericana y el mundo árabe, tanto islamista como laico.

En esta construcción, opina, tienen un papel fundamental las afinidades ideológicas de los presidentes de Bolivia, Ecuador, Nicaragua y Venezuela, aunque también destacan los intereses pragmáticos de Brasil, que a su juicio son incluso más preocupantes que los que unen a Chávez con Ahmadinejad.

Schvindlerman alerta sobre la postura de tolerancia latinoamericana a extremismos como el de Ahmadinejad, que se vio materializada, a su juicio, en circunstancias como la conferencia de Durban II, cuando ningún país de la región se retiró del foro donde el presidente iraní emitió su discurso contra el Estado de Israel.

Se trata de una situación que el gobierno israelí ha detectado e intenta frenar con ofensivas diplomáticas como la visita de Peres a la región, en búsqueda, según asegura Schvindlerman, de “rescatar esos tiempos cuando Latinoamérica veía en Israel a un país de vanguardia e ideales democráticos, con el que mantenía muy buenas relaciones”.

-¿Dónde consigue Ahmadinejad el apoyo que busca y por qué?
Aquellos países que han recibido al presidente iraní reflejan una identidad ideológica con este líder y este Estado problemático.

Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua son los países latinoamericanos que representan el núcleo duro del antiamericanismo regional y, por ende, del antiisraelismo, liderados por Chávez. También es preocupante la posición de Brasil, aunque es un caso aparte.

-¿Es Chávez, entonces, el líder de ese apoyo a Irán?
Indudablemente. Resulta difícil pensar que Evo Morales por su cuenta haya decidido recibir a Ahmadinejad, como lo hizo. Otro ejemplo es el rompimiento de relaciones entre Israel y Venezuela. Pocos días después, el presidente boliviano tomó la misma decisión que Chávez.

-¿Entonces esta nueva vinculación entre Irán y Latinoamérica es puramente ideológica?
No. También priva un motivo estratégico. Por poner un ejemplo, Venezuela firmó un acuerdo de envío de 20.000 barriles diarios de petróleo para Irán.

Para ustedes, puede que sea un motivo económico, pero Ahmadinejad tiene un interés estratégico, porque este envío de combustible le permitiría cubrir el hueco que podría generarle las sanciones que eventualmente impongan EEUU o Europa si continúa con su programa nuclear. Latinoamérica surge como una zona donde puede cultivar lazos diplomáticos y apoyo para su programa nuclear.

-Mencionaba que el caso de Brasil es diferente al de lo que llamó “núcleo duro” ¿Por qué?
Porque a diferencia de la relación entre Chávez y Ahmadinejad, o Morales y Ahmadinejad, con Lula no hay afinidad ideológica; sus intereses son mucho más pragmáticos y realistas.

-¿Entonces es de esperar que no se estrechen las relaciones entre Irán y Brasil más allá del punto en el que están ahora?
Eso es lo que no se sabe. Me atrevería a decir que es más peligroso, porque en lo pragmático no hay consideraciones morales. Creo que es el inicio de una relación que se va a profundizar más.

-Pero así como Lula recibió a Ahmadinejad, también recibió al presidente de Israel, Shimon Peres…
No hay equivalencia moral alguna. No puedes presentar a Lula como un mediador honesto porque reciba a ambas partes, aunque quizá es así como él quiere presentarse. Insisto en que Lula solamente puede justificar esta visita desde un punto de vista pragmático.

-¿La visita de Peres tuvo razones más idealistas, acaso? ¿Qué vinculación hay entre una visita y otra?
No hay equivalencia moral alguna. La reunión con Ahmadinejad es indefendible moralmente. En el caso de la visita de Peres, denota que Israel está preocupado por la creciente intervención de Irán en el continente, e intenta contrarrestar un poco tanto esa diplomacia iraní como la visita de Abbas, que también tocó Brasil y Argentina.

-¿Qué buscaba Abbas?
En principio, apoyo para la declaración unilateral de un estado palestino, a lo que se han opuesto tanto Europa y, al principio, Estados Unidos, cuando condicionó la creación de un estado palestino al cese del terrorismo. Obama, sin embargo, hizo todo lo contrario: “envalentonó” a Abu Mazen (Mahmud Abbas) al decir que la responsabilidad del estado palestino recaía en que Israel detuviera los asentamientos en Cisjordania.

-¿Y cree que Abbas consiguió ese apoyo en América Latina?
Sin duda lo consiguió, así fuera un apoyo diplomático y simbólico…

-¿Como el establecimiento de una embajada venezolana en Ramala, anunciado por el presidente Chávez? ¿Qué lectura hace usted de ese hecho?
Bueno, es coherente con la política exterior del Chávez. Está dando un mensaje clave de que no quiere tener lazos con Israel y que sí desea hacerlo con los palestinos. Sin embargo, hay una contradicción, porque Irán es amigo de Chávez, pero es enemigo de la Autoridad Palestina. Es enemigo de Fatah y apoya y financia a Hamás en la Franja de Gaza.

¿Quién es Schvindlerman?
Julián Schvindlerman posee una licenciatura en administración de la Universidad de Buenos Aires y una Maestría en Ciencias Sociales de la Universidad Hebrea de Jerusalem. Es autor del libro Tierras por Paz, Tierras por Guerra y del ensayo El Otro Eje del Mal: antinorteamericanismo, antiisraelismo y antisemitismo. Ha sido colaborador del Miami Herald y director ejecutivo adjunto de United Nations Watch en Suiza.

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