domingo, 31 de enero de 2010
Los buenos de Haití
Pilar Rahola - 21/01/2010
Como ya pasó con el tsunami, en Haití los dos países más solidarios han sido EE. UU. e Israel
Haití nos dice muchas cosas, y algunas tienen que ver con países demonizados que, sin embargo, brillan tanto por presencia, como brillan otros por ausencia. Nuevamente, pues, como pasó con el tsunami, o con las tragedias africanas, también en Haití, los dos países más solidarios han sido Estados Unidos e Israel. El caso israelí es tan flagrante que conozco ONG israelíes que trabajan en Áfricay esconden su nacionalidad para poder continuar haciendo su labor, sin que los odios ancestrales lo impidan. En Haití, por suerte, sus magníficos médicos, que han montado un sofisticado hospital, no han tenido que esconder la estrella de David. Pero demos tiempo a Chávez, o a cualquiera de sus voceros, allá o aquí, que siempre están prestos a lanzar barbaridades antisemitas. Estados Unidos es el mismo caso, en escala mayúscula. Ha movilizado recursos, ha enviado a su ejército, ha coordinado la logística y, en definitiva, ha aterrizado en el devastado país para intentar sacarlo del caos. Por supuesto, Haití necesita dos planos de actuación, el urgente, y el estructural, que tendrá que llegar cuando ya se hayan ido los periodistas. Será entonces cuando sabremos si estamos ante una solidaridad real, o si el mundo vuelve a darle la espalda. Pero mientras ello ocurre, algo está claro: las dos democracias más demonizadas del mundo, y las que, por cierto, han sufrido de forma más sangrante la maldad del terrorismo, son las que siempre se movilizan más. Mientras ello ocurre, ¿dónde está el resto de los países? Hagamos un repaso. La Unión Europea ha quedado desbordada por los acontecimientos, demostrando nuevamente que no acaba de encontrar su lugar al sol. Europa, la vieja Europa que marcó la historia durante siglos, empieza a ser en muchos aspectos un bello fósil. Pero, a pesar de todo, y con déficits, ahí está. Latinoamérica, en cambio, ha fallado estrepitosamente. Por supuesto, las excepciones son de oro, pero en conjunto resulta decepcionante. Decepcionante o… clamoroso, porque al demagogo Chávez no se le ha visto por ninguna parte, confirmando lo que ya sabíamos: que este tipo sólo sabe usar sus ingentes recursos para enriquecerse, destruir al país, fortalecer a Irán y promocionar una delirante revolución golpista. Y si Chávez se retrata, lo hacen también las grandes dictaduras del petrodólar, siempre ausentes de estas tragedias. La ayuda que dieron para sus "hermanos" víctimas del tsunami fue de escándalo. Y es que estos sólo saben hacer dinero para cimentar dictaduras brutales, acumular fortunas pornográficas y crear una casta oligarca de influencia y dominio. Pero nunca están en la mejora de la humanidad. Y así ha quedado el retrato de la ayuda a Haití: con los sospechosos habituales desaparecidos, y los de siempre arrimando el hombro. Hoy ayudan. Mañana, los demagogos de siempre volverán a sacarles la piel.
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Haití nos dice muchas cosas, y algunas tienen que ver con países demonizados que, sin embargo, brillan tanto por presencia, como brillan otros por ausencia. Nuevamente, pues, como pasó con el tsunami, o con las tragedias africanas, también en Haití, los dos países más solidarios han sido Estados Unidos e Israel. El caso israelí es tan flagrante que conozco ONG israelíes que trabajan en Áfricay esconden su nacionalidad para poder continuar haciendo su labor, sin que los odios ancestrales lo impidan. En Haití, por suerte, sus magníficos médicos, que han montado un sofisticado hospital, no han tenido que esconder la estrella de David. Pero demos tiempo a Chávez, o a cualquiera de sus voceros, allá o aquí, que siempre están prestos a lanzar barbaridades antisemitas. Estados Unidos es el mismo caso, en escala mayúscula. Ha movilizado recursos, ha enviado a su ejército, ha coordinado la logística y, en definitiva, ha aterrizado en el devastado país para intentar sacarlo del caos. Por supuesto, Haití necesita dos planos de actuación, el urgente, y el estructural, que tendrá que llegar cuando ya se hayan ido los periodistas. Será entonces cuando sabremos si estamos ante una solidaridad real, o si el mundo vuelve a darle la espalda. Pero mientras ello ocurre, algo está claro: las dos democracias más demonizadas del mundo, y las que, por cierto, han sufrido de forma más sangrante la maldad del terrorismo, son las que siempre se movilizan más. Mientras ello ocurre, ¿dónde está el resto de los países? Hagamos un repaso. La Unión Europea ha quedado desbordada por los acontecimientos, demostrando nuevamente que no acaba de encontrar su lugar al sol. Europa, la vieja Europa que marcó la historia durante siglos, empieza a ser en muchos aspectos un bello fósil. Pero, a pesar de todo, y con déficits, ahí está. Latinoamérica, en cambio, ha fallado estrepitosamente. Por supuesto, las excepciones son de oro, pero en conjunto resulta decepcionante. Decepcionante o… clamoroso, porque al demagogo Chávez no se le ha visto por ninguna parte, confirmando lo que ya sabíamos: que este tipo sólo sabe usar sus ingentes recursos para enriquecerse, destruir al país, fortalecer a Irán y promocionar una delirante revolución golpista. Y si Chávez se retrata, lo hacen también las grandes dictaduras del petrodólar, siempre ausentes de estas tragedias. La ayuda que dieron para sus "hermanos" víctimas del tsunami fue de escándalo. Y es que estos sólo saben hacer dinero para cimentar dictaduras brutales, acumular fortunas pornográficas y crear una casta oligarca de influencia y dominio. Pero nunca están en la mejora de la humanidad. Y así ha quedado el retrato de la ayuda a Haití: con los sospechosos habituales desaparecidos, y los de siempre arrimando el hombro. Hoy ayudan. Mañana, los demagogos de siempre volverán a sacarles la piel.
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