martes, 23 de noviembre de 2010

Nota recomendada:"Anti-anti-islamismo" por Lee Smith en The Weekly Standard

Anti-Anti-Islamismo



Una tendencia política nace



Por Lee Smith

The Weekly Standard - 22/11/2010



Cuando Cat Stevens fue presentado en la última "manifestación para restaurar la cordura" de John Stewart, el músico también conocido por su nombre musulmán Yusuf Islam fue recibido con un caluroso aplauso y gritos de aprobación. Fue una recepción extraña viniendo de una audiencia culturalmente inteligente, en su mayoría veinteañeros, puesto que mientras que las canciones de Stevens son un elemento básico en el schlock-folk canon de la década de 1970, él es más conocido en estos días por haber apoyado la fatua de 1989 del ayatolá Ruhollah Jomeini exigiendo la ejecución del escritor Salman Rushdie.



Stevens ha tratado de encubrir su récord en los últimos años, sin reconocer o pedir disculpas por sus comentarios, incluyendo su respuesta a la pregunta de un entrevistador británico en cuanto a si iba a asistir a una demostración de quemar una efigie del escritor, Stevens respondió con soltura que él " esperaba que sería la cosa verdadera. " "No sé por qué nadie en esa multitud abucheó a Stevens, o interrumpió cuando él fue presentado", dice el escritor británico Nick Cohen, que estuvo en contacto con Rushdie después de la manifestación. "Rushdie llamó a Stewart, que dijo que lo sentía si le molesta, pero estaba claro que a Stewart no le importaba."



Es de suponer que lo que importaba a Stewart y al copatrocinador de la manifestación Stephen Colbert fue menos la voluntad de Stevens a unirse a la sed de sangre de la República Islámica de Irán (la "fatwa" ha sido reafirmada por el actual líder supremo de Irán, Ali Jamenei) que el hecho de que Stevens / Islam había sido puesto en una lista de prohibición de vuelos por la administración Bush. No importa que el cantante de folk había sido identificado como donante de una organización benéfica musulmana con vínculos con Hamas, cualquier persona considerada hostil por parte de Bush es un aliado.

Stewart puede ser sólo un comediante, como él mismo habitualmente justifica sus excesos, pero eso da aún más razones para preocuparse. Esto significa que la rehabilitación de un simpatizante del terrorismo ha entrado en el consenso. Lo que estamos viendo es algo parecido al fenómeno de la Guerra Fría, la era del anti-anti-comunismo. La izquierda anti-anti-comunista, que abarca amplios sectores de la prensa, la academia y la burocracia federal, incluso, era simplemente incapaz de comprender que la defensa de las libertades civiles no dependía de la defensa incondicional de los derechos de los comunistas. Llame a esta última manifestación de falta de lógica progresista anti-anti-islamismo.



Si bien hay algunos en la izquierda estadounidense, especialmente en la academia, que mantienen que el islamismo ofrece una crítica valiosa al imperialismo occidental, o es un movimiento social de defensa de los oprimidos, se trata de una posición minoritaria. Anti-anti-islamismo es algo más: la creencia de que los oponentes del islamismo en los Estados Unidos han inventado un susto musulmán para su propio beneficio político, al igual que los anti-comunistas una vez confeccionaron un susto Rojo.


"El parecido más evidente es que ambos se originan en una negación de la amenaza", dice Norman Podhoretz, un veterano de los dos conflictos ideológicos. "Los anti-anti-comunistas acusaron constantemente a los anti-comunistas de exagerar la amenaza soviética desde el exterior y la amenaza de la subversión desde el interior. Los anti-anti-islamistas hacen las mismas acusaciones contra los que toman en serio la amenaza islamista. O somos parte de un asalto a las libertades civiles, a las que somos indiferentes, o estamos dispuestos a ir a la guerra. "



"Los anti-anti-islamistas son muy parroquiales", dice Paul Berman, uno de los pocos opositores declarados al islamismo desde el progresismo. "Estas son personas que no pueden ir más allá de los republicanos y demócratas. Se trata de el enemigo de mi enemigo, y "mi enemigo" para ellos es el Partido Republicano. "



Anti-anti-islamismo es un instrumento utilizado para atacar a los republicanos y los conservadores, y aunque todavía nadie ha sido escogido para interpretar el papel de Joe McCarthy, la obsesión del ex presidente de la Cámara Newt Gingrich con mantener a la sharia, o ley islámica, fuera de los Estados Unidos podría hacer más daño que bien. El problema acuciante en las guerras de Estados Unidos no es que los musulmanes estadounidenses deseen contraer matrimonio o ser enterrados o transmitir sus bienes de acuerdo a las tradiciones musulmanas, si no que tenemos reales enemigos islamistas como Irán tratando de matar a nuestros soldados en Irak y Afganistán, y los partidarios del terrorismo que viven dentro de nuestras fronteras y nos quieren disparar o hacer estallar en pedazos.



No se trata de fantasías paranoicas, aún si los anti-anti-islamistas, al igual que sus antepasados anti-anti-comunistas, fingan lo contrario. "La idea es que no tenemos nada que temer de ellos, salvo nuestra propia reacción exagerada", dice Joshua Muravchik, otrora presidente nacional de la Liga de la Juventud Socialista y ahora un docente en la Escuela Johns Hopkins de Estudios Internacionales Avanzados. Lo que es cierto de Irán y el terrorismo de hoy era cierto hace un cuarto de siglo. En aquel entonces, dice Muravchik, "pensaron que, si sólo no asustáramos a los rusos, ellos no se comportarían tan mal. "Los anti-anti-comunistas creían que la Guerra Fría era tanto culpa nuestra como de ellos."



Puede parecer paradójico a algunos que haya sido durante este reinado de casi 50 años de presunta paranoia, represión y violaciones de las libertades civiles que la izquierda más vocalmente ha articulado sus reservas acerca de, o abierta hostilidad hacia el orden americano, tanto en casa como en el extranjero. En el marco de la Guerra Fría, la izquierda obtuvo su mayor triunfo con el movimiento contra la guerra de Vietnam, una gloria reflejada, aunque débilmente, en su apoyo a las guerrillas de América Latina que se opusieron a Reagan y los estragos del imperio estadounidense. Con la caída de la Unión Soviética y el consecuente descrédito del comunismo, la izquierda de los Estados Unidos quedó sin causa, por lo que miró a Europa.



Las preocupaciones del continente después de la Segunda Guerra Mundial tenían un origen diferente: más que Vietnam, fue Argelia la que convocó a la izquierda. En sus esfuerzos por exorcizar todos los fantasmas de su historia colonial, sobre todo en África y el Oriente Medio, Europa identificó el país que aún ostensiblemente oprime a sus súbditos musulmanes: Israel. Sin duda, el continente tenía una deuda que pagar a los judios europeos, pero ya que ahora tenía su propio estado y eran esencialmente parte de Occidente, se debía hacer entender a Israel de sus crímenes contra el mundo islámico. La idea de Europa fue, es, confusa: ¿es anti-israelí o pro-musulmana o simplemente una proyección narcisista de miedo y resentimiento enmascarada como solidaridad con el “otro” trágico del Sur Global? En cualquier caso, la izquierda estadounidense injertó la causa de Europa en su propia experiencia de lucha contra el anti-comunismo. En las dos décadas que han transcurrido desde la fatua de Rushdie y la caída de la Unión Soviética, este es el embrollo ideológico que ha convertido a la izquierda estadounidense en anti-anti-islamista.



"Dudo mucho que hubiera una movilización internacional de escritores y activistas si algo similar a la fatua Rusdhie sucediese hoy", dice Podhoretz. "¿Podría PEN Estados Unidos", la organización dedicada a proteger la libertad de expresión y, en particular los derechos de los autores "movilizarse para defender a Rushdie?".



En resumidas cuentas, no. PEN ha elegido en lugar de ello defender los derechos de los islamistas, como al ideólogo de origen suizo Tariq Ramadan. Negada su visa por la administración Bush debido a su apoyo a una organización de caridad del Hamas, el nieto del fundador de la Hermandad Musulmana se convirtió en una causa célebre para la izquierda estadounidense. Siguiendo la plantilla de la Guerra Fría, la defensa de Ramadán fue concebida en términos de libertades civiles: sus defensores alegaron que Ramadán había sido despojado de su derecho a la libertad de expresión. Por supuesto, nada de eso había pasado, nadie había pensado en censurar los libros y artículos ampliamente disponibles de Ramadán. El gobierno de los Estados Unidos había frenado una visa a Ramadán que le impidió tomar una posición de enseñanza muy bien remunerada en la Universidad Notre Dame. Cuando el Departamento de Estado de Obama levantó la prohibición de visado de Ramadan en la primavera pasada, el PEN convocó a un panel para dar la bienvenida al escritor y "comprometerse" con lo que se suele describir como su valiosa contribución al diálogo entre religiones y entre civilizaciones.



PEN mostró cuan ambivalente es la izquierda a propósito del libre intercambio de ideas al negarse a invitar a Paul Berman, quien ha escrito extensamente, y críticamente, sobre Ramadán, más recientemente en su libro La huída de los intelectuales. "La defensa de Ramadán aquí en los círculos intelectuales refleja una serie de suposiciones poco examinadas y, en algunos casos, muy poco atractivas", dice Berman. "No mucha gente cree que el islamismo representa una fuerza progresista, aunque algunas personas lo creen, con rodeos, pero ellos creen que el multiculturalismo ha de ser admirado por las expresiones de autenticidad del mismo ser y de la cultura."



De hecho, uno de los panelistas del PEN se negó a discrepar con la posición exótica de Ramadan de que debe haber una "moratoria" en las leyes islámicas que llaman a la lapidación de las mujeres. Depende de los musulmanes decidir por sí mismos, dijo a la audiencia la feminista Joan Wallach Scott, de la Universidad de Princeton. "Lo que estamos viendo es a la corrección política y al multiculturalismo volverse rancios", dice Berman.

"Hubiera habido gritos si un estadounidense fuese ambiguo sobre la lapidación de mujeres", dice Ronald Radosh, historiador prolífico del comunismo estadounidense. Scott, como Radosh explica, es un bebé de pañal rojo que también fue jefe del comité de defensa académica de Sami al-Arian, ex profesor de la Universidad del Sur de la Florida encontrado culpable de apoyar una organización terrorista designada, la Jihad Islámica palestina.



La Guerra Fría duró quizá más de lo que debió, en parte gracias a los anti-anti-comunistas -algunos por mala fe y otros por confusión intelectual- cuyo lenguaje e ideas corrompieron nuestro paisaje político. Tal vez no sea coincidencia que el anti-anti-islamismo deba aparecer durante una administración presidencial que ha desdeñado designar el islamismo como una ideología adversaria. Muchos en la derecha, sin embargo, aún siguen el ejemplo de la anterior Casa Blanca al referirse a nuestros conflictos como la "guerra larga", destinada a durar una generación o más. Quizás una manera de traer nuestras guerras a un final más rápido sea ser claros no sólo respecto de nuestro enemigo, sino también de los esfuerzos de sus a veces involuntarios apologistas aquí en casa.

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Lee Smith es un editor senior de The Weekly Standard.

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