By STEWART WEISS
11/14/2010
El polvo de la agitación política de EEUU todavía tiene que asentarse completamente, pero esta claro que al presidente Barack Obama se le ha dado el proverbial patch in Punem- bofetada política en la cara. Los republicanos han recuperado la Cámara de Representantes, terminando con el sello de Obama en el Congreso, y han logrado avances importantes en el Senado y Camaras del estado. Después de dos años del primer presidente negro de Estados Unidos siendo tratado con respeto y reverencia sin precedentes de estrella de rock, se perdio la frescura y los demócratas están en plena retirada, si no absoluto pánico.
Las razones detrás de este tsunami electoral son muchas.
Obama fue un maestro en elevar la esperanza y expectativas, pero considerablemente menos eficiente en cumplirlas. Las elecciones fuera del año son en general favorables para la oposición, y el desempleo de dos dígitos de Estados Unidos fue sin duda un factor importante. Tampoco ayudo que el presidente confundiera a los observadores de aves: El fue una paloma en algunos temas, tales como el cuidado de la salud y las políticas liberales hacia los extranjeros ilegales, pero un semi-halcón en otras, como la guerra en Afganistán, donde aumento a los efectivos.
Pero yo sugiero que el grito de batalla esencial que activo al electorado, energizo al fenomeno del Partido T y peso sobre la popularidad de Obama, fue simplemente: "¡Déjanos en paz!" Porque en el fondo, la sociedad estadounidense se compone de trabajadores, ciudadanos amantes de la libertad que quieren menos impuestos, menos gobierno, menos interferencia en sus asuntos del día a día - y mucho más libertad personal. Ellos simplemente están cansados de una serie de agencias federales pisándoles los talones y constantemente diciendoles lo que pueden y no pueden hacer.
Los estadounidenses tienen una buena opinión bastante maldita de sí mismos y su capacidad de hacer las cosas. Les molesta cualquiera en Washington - blanco o negro - que mire hacia abajo desde la torre, haciendo una mueca de dolor por todas las cosas que ve como siendo mal hechas y se compromete a arreglar cualquier cosa y todo en la sociedad. El americano comun no aprecia ser subestimado; ellos prefieren tener el control sobre sus propias vidas, resolver sus propios problemas y asolearse en el resplandor de sus propios logros.
Y SI ESTE es el mantra de América, sin duda es el nuestro también. Déjanos en paz, América, y dejanos manejar nuestro propio país.
Por alguna razón misteriosa, los demócratas - a diferencia de los republicanos - tienen una tendencia casi obsesiva por pararse sobre nuestros hombros y decirnos lo que es mejor para nosotros. Jimmy Carter lo hizo cuando era presidente - y desesperantemente, todavía está tratando de hacerlo como un auto-proclamado "Sabio." Bill Clinton pasó la mitad de su presidencia empujandonos hacia lo que habría sido un acuerdo desastroso con los palestinos - que incluía nuestra cesion de casi toda Judea y Samaria, con el Kotel arrojado dentro para mala medida. Todavía tengo pesadillas cuando oigo a Bill susurrando, "Entregalo, entregalo!" en nuestro oído durante ocho largos años. Y Obama, aparentemente como una forma de ganar prestigio internacional y establecer su rol como "actor" mundial, ha hecho de presionarnos hacia un acuerdo la ambicion de su vida.
Pero adivinen qué, demócratas? No todos somos tan incompetentes cuando se trata de lidiar con nuestros vecinos. De hecho, nosootrs podemos saberlo mejor que ustedes. En el juego brutal de la política de Medio Oriente, no todos los líderes árabes se pueden comprar con una sonrisa, un apretón de manos y un billete de $100.
Hay un tiempo para la diplomacia y gestos suaves, y hay un tiempo para ser duro e inflexible. Y tienes que saber exactamente cuándo y dónde aplicar los puntos de presión correctos.
Durante las últimas seis décadas, nosotros hemos hecho un buen trabajo en mostrar que podemos manejarnos. Nuestro ejército tiene un éxito sin paralelo en el campo de batalla a pesar de los pronosticos formidables, nosotros hemos resistido valientemente la avalancha de ataques terroristas dentro y fuera y una campaña de deslegitimización desde todos los rincones del mundo, y hemos dirigido nuestra economía a través de las traicioneras aguas que hundieron a más de una nación occidental.
Somos un pueblo que "puede"*, y lo demostramos cada vez que se nos da siquiera la apariencia de una oportunidad justa.
Los problemas vienen cuando otros países se involucre demasiado en nuestros temas. Más a menudo que no, somos presionados a hacer algo en contra de nuestros intereses, y nosotros pagamos el precio por ello más tarde. Piensen en Suez, la entrega del Monte del Templo al Wakf, encajonar el proyecto de avion de combate Lavi y la retirada de Gaza, por ejemplo.
EN SU BRILLANTE libro, Los Primeros Ministros, Yehuda Avner relata un punto de inflexion trascendental en la historia israelí y judía. Es 5 de junio 1967, y el ejército israelí ha aplastado a los ejércitos egipcio y sirio. El rey Hussein de Jordania, haciendo caso omiso a la advertencia de Israel de mantenerse al margen de la refriega, ha bombardeado constantemente Jerusalem. Menachem Begin , desbordado por la oportunidad de cataclismo que nos ocupa, acorrala al primer ministro Levi Eshkol.
"Sr. Primer Ministro ", dice Begin sin aliento, "hay un momento histórico sin precedentes a mano para nosotros.
Debemos actuar ahora para capturar la Ciudad Vieja y recuperar los sitios más sagrados del Judaísmo. Pronto, el Vaticano, la Unión Soviética y las Naciones Unidas ejerceran presión terrible para que nos sometamos a un alto el fuego, y al congelamiento de nuestras fuerzas fuera de las murallas de la Ciudad Vieja. Tenemos que actuar ahora antes que sea demasiado tarde!" Begin entendio que teníamos una pequeña ventana de libertad para decidir nuestro propio destino, antes que todos los "buenos samaritanos" descendieran sobre nosotros para imponer su voluntad. Por casualidad, Eshkol adhirio a la petición de Begin, el ejército israelí irrumpió en la Ciudad Vieja, y tres horas más tarde la Puerta del León fue infiltrada. En momentos, el llamado a nunca ser olvidada fue confiado a un mundo judío sin aliento: "Har Habait b'iadeinu - el Monte del Templo está en nuestras manos!" Si hubiésemos abdicado a nuestra independencia y permitido que el mundo nos dictara, nosotros aun seguiriamos, Di-s no lo quiera, mirando al Kotel a través de binoculares, como fuimos forzados a hacerlo por 19 años cuando Jordania ocupó la Ciudad Vieja.
Israel debe aprovechar la iniciativa ahora a mano para dejar en claro a nuestros amigos en los EE.UU. que somos los dueños de nuestro propio destino. Aun cuando nosotros siempre recibiremos bien y agradeceremos cualquier ayuda enviada a nuestro camino, nosotros debemos tener la ultima palabra en las decisiones que afectan nuestras vidas. Debemos repudiar las quejas debiles de algunos de nuestros políticos, como Ehud Barak, quien se lamenta que "Israel necesita un presidente americano fuerte que nos reuna con nuestros adversarios." O, Shimon Peres, quien recientemente hizo la proclamación audaz, de auto-odio que" Israel no podría sobrevivir sin la ayuda de los Estados Unidos ".
Declaraciones como éstas no son simplemente infieles e irresponsables.
Ellas socavan nuestro orgullo e integridad nacional, nos causan cuestionar nuestra capacidad de pararnos sobre nuestros propios pies y estar a la altura del desafío de ser tan fuertes como toda situación dicta que debemos ser. El tema de nuestra cancion, para todos aquellos que forzarian sus opiniones sobre nosotros, es "Dejennos Ser!" (disculpas a los Fabulosos 4).
Porque si no podemos hacer lo que se necesita para gobernar este país por nuestra cuenta, entonces tal vez no merezcamos tener un país.
El autor es director del Centro Judío de Acercamiento de Raanana.
Fuente: The Jerusalem Post
* El lema de campaña de Obama era "Si, nosotros podemos", cosa que resulto no ser cierta en el plano de la realidad.
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