El crimen ocurrió a las 12:56 en el Día de San Valentín de 2005. Rafik Hariri, el ex primer ministro de Líbano, fue explotado, junto con la mayoría de su caravana blindada, frente al Hotel St. Georges de Beirut. La bomba había sido acondicionada en una camioneta Mitsubishi blanca que había sido trasladada a su posición por un conductor suicida un minuto y 50 segundos antes, la potente explosión arrancó un profundo cráter de dos metros en la calle y mato a 23 personas.
El asesinato provocó un escándalo internacional, y el gobierno libanés se dirigió a las Naciones Unidas por ayuda. El Consejo de Seguridad de la ONU nombró a Detlev Mehlis, un juez alemán conocido por su seguimiento de atentados terroristas, para dirigir su investigación.
Ahora, después de cinco años, se cree ampliamente que las acusaciones son inminentes, y la investigación se ha centrado en los miembros de Hezbolá, el grupo terrorista politico y paramilitar respaldado por Irán, que ha sido un factor importante en el Líbano durante décadas y cuyos ataques con cohetes sobre Israel precipitaron la guerra de Líbano de 2006. Incluso la sugerencia que Hezbola podría haber estado involucrado en el asesinato de Hariri amenaza con hundir al Líbano en una guerra civil.
Temprano en la investigación de la ONU, las pistas parecian apuntar a un atacante suicida jihadista. Varios terroristas islamistas habían utilizado similares camionetas Mitsubishi en una serie de otros atentados en Beirut. Elementos en la bomba se remontaron a explosivos militares usados por Al Qaeda de Irak. Una conveniente cinta de video enviada a la televisión Al Jazeera mostró a un atacante suicida en solitario llamado Abu Addas alegando que actuaba en nombre de un grupo jihadista desconocido.
Pero el equipo de investigación de la ONU, integrado por expertos forenses en explosivos, ADN y telecomunicaciones de 10 países, encontró pruebas convincentes que el asesinato era una operacion astutamente disfrazada, patrocinada por el estado. La camioneta Mitsubishi había sido robada en Japón, enviada a través del puerto de Dubai al Valle del Bekaa controlado por los sirios, donde fue modificada para llevar la bomba y, a continuación, sólo unos días antes del asesinato, llevada por una carretera bajo control militar a Beirut.
Un participante en la planificación del ataque fue Zuhir Ibn Mohamed Said Saddik, un agente de inteligencia sirio. Saddik dijo a los investigadores que el atacante putativo, Abu Addas, fue un mero señuelo que había sido inducido a ir a Siria y a hacer el vídeo falso, y luego fue asesinado. El afirmo ademas que el conductor real de la furgoneta había sido reclutado bajo una bandera falsa en Irak, por lo que presuntamente si el desertaba o era capturado identificaria equivocadamente a sus reclutadores como jihadistas.
Saddik, dijo que los "explosivos especiales" en el TNT habían sido colocados allí intencionalmente para engañar a los investigadores en la dirección de Irak. Saddik fue arrestado por su participación en el crimen en 2005 y quedó en libertad sin razón, el año siguiente. Él desapareció en marzo de 2008 en un suburbio de París.
Mientras tanto, el equipo de la ONU descubrió evidencia que los conspiradores reales tenian recursos y capacidades, incluyendo escuchas telefónicas de los teléfonos de Hariri- las que apuntaban a un servicio de inteligencia a nivel estatal. Los analistas de telecomunicaciones de las Naciones Unidas determinaron que ocho nuevos números de teléfono y 10 teléfonos móviles se han utilizado, junto con el espionaje telefónico, para seguir los movimientos de Hariri con una precisión de fracciones de segundo y mover la camioneta a su lugar.
Además, un ex agente de inteligencia sirio dijo a los investigadores que el habia llevado a un oficial del ejército sirio en una misión de reconocimiento más allá del Hotel St. George el día antes del atentado, y que el oficial le dijo que cuatro generales libaneses, en colaboración con el Gen. Rustam Ghazali, jefe de la inteligencia siria en Líbano, habían prestado "el dinero, teléfonos, coches, walkie-talkies, buscapersonas, armas, y tarjetas de identificación" para el presunto equipo de asesinato.
El informe del juez Mehlis, publicado en octubre de 2005, concluyó que "existe una causa probable para creer que la decisión de asesinar al ex Primer Ministro, Rafik Hariri, no podría haber sido tomada sin la aprobación de los funcionarios de seguridad sirios de mas alto rango, y no podría haber sido además organizado sin la complicidad de sus homólogos en los servicios de seguridad libaneses." El Juez Mehlis tuvo a los cuatro generales libaneses detenidos en el 2005.
Cuando el juez se trasladó para cuestionar a funcionarios sirios- incluido el jefe de inteligencia, Assef Shawkat, quien es el cuñado del presidente sirio, Bashar al-Assad - los sirios se rehusaron con evasivas y protestaron por la dirección de la investigacion. En enero de 2006, el Consejo de Seguridad de la ONU sustituyo al juez Mehlis por Serge Brammertz, un abogado belga de 43 años de edad, quien había servido como fiscal adjunto en el Tribunal Penal Internacional de La Haya.
El Sr. Brammertz fue sustituido en 2008 por Daniel Bellemare, asistente del fiscal general adjunto de Canadá. En abril de 2009, el Sr. Bellemare pidió que los cuatro generales libaneses encarcelados fueran puestos en libertad debido a la "ausencia total de pruebas fehacientes en su contra." Y asi se hizo.
Mientras tanto, los investigadores libaneses que trabajan en nombre del equipo de la ONU habían reexaminado los registros de teléfonos celulares a partir de 2005. Ellos descubrieron una red de cerca de 20 teléfonos móviles que habían sido activados un par de semanas antes del ataque y luego silenciados justo despues. Este llamado segundo anillo de los teléfonos había estado llamando a los mismos números de teléfono que los ocho teléfonos que coordinaron el ataque.
Según un informe publicado por Der Spiegel en mayo de 2009, los investigadores rastrearon el segundo anillo de teléfonos hasta un puesto de mando del ala militar de Hezbola bajo las ordenes del famoso Imad Mughniyeh, quien había sido responsable, de acuerdo con las evaluaciones de inteligencia de EE.UU., por otros atentados espectaculares, incluido el bombardeo de 1983 a la embajada de EE.UU. en Beirut.
Pero antes que esta evidencia de teléfono celular pudiera ser examinada, el investigador jefe libanes trabajando en esta compleja red fue asesinado en Beirut en 2009. (Mughniyeh, que de otro modo podría haber sido llamado como testigo, había sido asesinado en 2008.)
En abril de este año, los investigadores de la ONU convocaron a 12 miembros y simpatizantes de Hezbolá para ser interrogados. Esto estimulo rumores que el Tribunal Especial para Líbano, que la ONU estableció en marzo de 2008, estaba a punto finalmente de emitir acusaciones.
La reacción política en el Líbano fue tensa. El poderoso jefe de Hezbola, Hassan Nasrallah, dijo en tono agorero en julio que Hezbolá no se quedaría con los brazos cruzados si sus miembros son acusados de haber participado en el asesinato. También denunció lo que llamó intentos de "politizar" al tribunal-como si la consideración política puediera ser omitida del crimen politico.
Nasrallah paso a desacreditar a la ONU diciendo que sus investigadores provienen de "servicios de inteligencia estrechamente vinculados con el Mossad israelí". Exigió la creación de un comité del Líbano para investigar a "testigos falsos". En septiembre de 2010 fue más allá, afirmando que Hezbolá tenía "pruebas" que Israel estaba detrás del asesinato. Siria, por su parte, afirma que es víctima de pruebas plantadas.
Lamentablemente, si agentes de Siria o Irán son finalmente nombrados por el tribunal especial de la ONU, la media década de demora en la justicia para el asesinato de Hariri puede ser poco más que el preludio. Siria y Hezbola, ambos de los cuales poseen el poder para destruir al frágil gobierno de Libano, casi seguramente denunciaran tal conclusion y correran la culpa- como Hezbola ya ha sugerido- a su conveniente pesadilla: Israel. Tales acusaciones y recriminaciones, sin sentido como pueden ser, podrían prolongarse durante otra media década, si no más.
El Sr. Epstein, periodista de investigación, actualmente está terminando un libro sobre la Comisión del 11/9.
Fuente: The Wall Street Journal
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