jueves, 1 de septiembre de 2011

Apoyo a la paz: oposiciòn a la táctica palestina en Naciones Unidas


The Jerusalem Post

29 de agosto, 2011





Por David Harris



Una vez más, los palestinos, con ayuda de sus habilitadores, están por dispararse, o peor, a sí mismos en el pie. Impidiendo circunstancias imprevistas, el liderazgo palestino pronto se dirigirá hacia Naciones Unidas, en busca de apoyo al reconocimiento unilateral de soberanía.

Dado que Washington indicó que vetará cualquier esfuerzo en el Consejo de Seguridad, los palestinos mirarán hacia la Asamblea General.

La Asamblea General no puede admitir un nuevo estado en Naciones Unidas pero puede elevar el status actual de los palestinos al de Estado observador no-miembro. Puede, por mayoría de votos, ofrecer apoyo simbólico, a un estado palestino a lo largo de las fronteras de 1967, con la parte oriental de Jerusalén como su capital.

Para aquellos interesados en un resultado de dos estados, la táctica palestina debería ser la opuesta. La estrategia es auto-derrocarse. Y, cuanto más pronto los palestinos reciban el mensaje, en especial los países democráticos claves, cuyo apoyo ansían, más deberían reconsiderarlo.

Primero, esto tiene un final de gestión en torno a las conversaciones frente a frente. Los líderes políticos responsables deberían estar alentando a los palestinos a regresar a la mesa con Israel, sin arruinar las perspectivas de negociaciones directas. Ninguna paz duradera puede surgir tratando de forzar la mano de Israel a través de resoluciones de la Asamblea General.

Y hablando de manos, las de Israel fueron extendidas a la paz, a través de sucesivos gobiernos. Los palestinos, siempre, se las arreglaron para rechazarlas, mientras que contaban con sus partidarios para adoptar cualquier excusa imaginable sin pensar.



Segundo, si un estado palestino es reconocido a lo largo de las líneas de 1967 (a decir verdad, nada más que las líneas de armisticio de 1949) eso echa por tierra la Resolución 242 y 338 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y los Acuerdos de Camp David, que llaman a un resultado negociado y no predeterminan los límites finales.

En verdad, piénsenlo! Una vez que la Asamblea General apruebe las fronteras del estado palestino en el mundo real, ¿cómo los palestinos alguna vez descenderán de aquel árbol para aceptar los ajustes territoriales que, los diplomáticos saben, serán requeridos para tratar las necesidades, de ambas partes (no solo de una), mínimas para alcanzar un acuerdo?



Tercero, países que apoyan la estrategia palestina bien pueden contribuir al resurgimiento de la violencia. Después de todo, cuando los palestinos en la calle se den cuenta que ningún voto, en la Asamblea General de Naciones Unidas, producirá un estado, ¿cuánto tiempo llevará antes que, la decepción, se convierta en protestas y más? Y cuando comprendan que, aquella ayuda anual estadounidense, de alrededor de $ 500 millones pueda llegar a una estridente detención, como ya indicó el Congreso, ¿entonces qué?

¿Por qué alimentar falsas expectativas?



Cuarto, ser Estado conlleva cierto criterio, incluyendo el control de las fronteras definidas. El Presidente de la AP, Abbas ¿puede reclamar, con legitimidad, el control sobre la Margen Occidental, donde temas con Israel permanecen irresueltos, y Gaza?

Si dice, a último momento, que sí admitiría una sociedad con Hamas, la autoridad gobernante en Gaza. Pero Hamas es una organización terrorista que no cumplió ninguna de las tres condiciones de compromiso establecidas por el Cuarteto, incluyendo a Naciones Unidas. Si dice no, entonces buscara incluir a Gaza en su estado imaginario pero sin control real, que es, de hecho, el caso.

Aun si el voto de la Asamblea General es simbólico, los países deberían considerar con cuidado, si “Palestina” hoy tiene los elementos necesarios para ser un estado. Y deberían hacerlo por una razón mayor: podrían estar creando un precedente que, tal vez, regrese para atormentarlos.

Después de todo, este no es el único caso de territorios en disputa. Si cada separatista, insurgente o así llamado grupo independiente sintió que podría obtener validez por parte de la Asamblea General de Naciones Unidas, sin importar sus condiciones actuales en el territorio, todo infierno podría independizarse. Algunos países afectados, con aire de suficiencia, sienten que pueden evitar el resultado a través de una hábil diplomacia – léase brazo fuerte- . Tal vez sí, tal vez no. Veremos.



Y quinto, el voto de la Asamblea General enviaría, a Israel, el mensaje incorrecto. Le diría estamos preparados para:

a) ignorar sus intereses vitales en el proceso;

b) pasar por alto sus determinados esfuerzos para alcanzar un acuerdo negociado de dos estados,

c) ceder, entre otros territorios, el barrio judío de Jerusalén y el sagrado Muro de los Lamentos al control palestino,

d) reafirmar su desconfianza-de larga data- del organismo mundial, cuya mayoría automática hoy no le da a Israel una consideración justa.



Al final de cuentas, la mayoría apoyará lo que los palestinos decidan hacer. Es así como trabaja Naciones Unidas. La Liga Árabe (22 miembros), la Organización de la Conferencia Islámica (56 miembros) y el Movimiento No-Alineado (118 miembros) tienen las cantidades. Con raras excepciones, como si fuesen robots consienten lo que a cada palestino se le antoja, sea aplicable ( o contraproducente) con la realidad.



Aun más, los palestinos no quieren simplemente el voto de países como Bolivia, Cuba, Nicaragua, Norkorea, Pakistán, Arabia Saudita, Siria, Venezuela y Zimbabwe. Buscan la aprobación de países democráticos, especialmente los 27 miembros de la Unión Europea. Pocos de la Unión Europea, incluyendo Italia, Alemania, Holanda y Romania declararon su oposición pero, de manera preocupante, la mayoría están jugando con sus cartas ocultas.



Algunas naciones consideran que, apoyar a los palestinos en Naciones Unidas ofrece un camino de mínima resistencia diplomática. Si votamos contra Israel, como cuestión práctica, nada nos pasará. Pero si estamos junto a Israel, el precio puede ser alto. Miren a Canadá! Dicen que perdió su declaración, el año pasado, por un asiento en el Consejo de Seguridad porque votó con Israel, más que sucumbir a una mentalidad regional.



Aun si no somos entusiastas de la estrategia palestina, como muchos altos representantes de África, Asia, Europa y América Latina dijeron al visitar grupos de AJC detrás de puertas cerradas, ¿queremos tener una mayoría automática que bloquee nuestras aspiraciones en el sistema de Naciones Unidas? ¿Y podría haber consecuencias bilaterales (energía, inversiones, comercio, etc.) por adoptar una postura de principios sobre un voto como tal?

En realidad, los enemigos de Israel en Naciones Unidas no juegan de acuerdo con Hoyle.

Pronto sabremos lo suficiente acerca de cómo se alinean los países. Y tendremos un muy buen sentido de lo que las naciones democráticas tienen el coraje de adoptar, como principio, para la consecución de la paz israelí-palestina, y qué es lo que los países están dispuestos a arrojar al viento.



David Harris, Director Ejecutivo del American Jewish Committee (AJC) y Asociado Senior, del St. Antony´s College, evalúa los desafíos para la seguridad judía en todo el mundo.

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