miércoles, 21 de septiembre de 2011

El Islam en tiempos de crisis. ¿Qué es y que ofrece la corriente islamista? Parte VI: ¿Un problema de nunca acabar?

horizonte web

por: Lic. Damián Elencwajg (Desde Buenos Aires)

INVESTIGACIÓN. Con el presente artículo, damos por finalizadas las seis entregas de este trabajo de investigación, ofrecido a nuestros lectores en el marco de nuestro 9º aniversario de la fundación de "Horizonte-Web". Debido a la falta de espacio, en otra edición publicaremos un glosario para ayudar a entender mejor los conceptos expuestos durante el desarrollo de la presente investigación.







Perspectivas a futuro.
Pensar el terrorismo como algo estanco que se puede derrotar fácilmente mediante algún tipo de alquimia mágica, es erróneo y hasta torpe. Si algo podemos destacar del estudio de los grupos jihadistas, es su capacidad de supervivencia y adaptación.
Según distintos escritos que citan al ideólogo jihadista Mustafa Setmarian1, el siglo XXI estaría siendo testigo del surgimiento de una nueva generación de guerreros de la jihad2. Ubicando la primera en las décadas del 1960 y 70 bajo el liderazgo de referentes como Sayyd Qutb y Abdesalam Faraj3, la segunda estaría vinculada a la congregación de voluntarios de distintos países en la primera guerra de Afganistán hacia los años 80.
Continuando la cronología, tras la Intifada Al Aqsa en 2000 y los atentados del 11-S al año siguiente, comenzaría a emerger una tercera generación4. Debilitadas las estructuras tradicionales, esta incipiente camada estaría conformada por militantes con menores conocimientos y experiencias que, ayudados por la disponibilidad de recursos en Internet5 y demás ventajas de las nuevas tecnologías comunicacionales, actuarían de un modo mucho más descentralizado y autónomo.

Estos nuevos militantes actuarían en pequeños grupos estructurados en base a redes sociales previas y lazos de confianza o parentesco. Según la descripción realizada por Jordan y De la Corte Ibañez6 en vez de organizaciones centralizadas y especializadas, se trataría más bien de grupos informales de conocidos que se reúnen periódicamente a hablar y ver videos sobre la jihad y que quizás un día se decidan a llevar a cabo ellos mismos una acción terrorista en pos de la causa.

Este tipo de organización también denominada "grasroots jihadist networks" o redes jihadistas de base, no suelen tener capacitación o entrenamiento previo alguno por lo que las acciones que se esperan de estos grupos no son por ahora de gran magnitud.

Igualmente, y aun con el incremento de los sistemas de vigilancia y las políticas antiterroristas de los últimos años, es imposible controlar a la totalidad de los ciudadanos y un grupo de estos podría, -aun con escasos recursos y limitada formación- lograr acciones de gran impacto. Ya ha quedado demostrado que no se necesita mucho para lograr un ataque exitoso. Asimismo, que se esté desarrollando esta nueva generación de grupos menos estructurados y capacitados, no implica que hayan desaparecido el resto de los grupos y modalidades jihadistas, ni inhabilita el contacto entre éstas y aquellas.

Por último, y sin poder responsabilizar en su totalidad a los países víctimas por el futuro del jihadismo, sí es posible afirmar que los excesos y barbaridades cometidas hoy día facilitan y hacen más creíble el discurso islamista de una Jihad Global como respuesta defensiva contra la hostilidad occidental7. El desarrollo de la tercera generación así como el futuro de una cuarta va a depender en parte de lo que suceda hoy en día. De Irak, Afganistán, Irán, Israel, Libia, Siria, Turquía, Arabia Saudita, Yemen, Estados Unidos, Corea, Rusia, etc., etc.

Consideraciones finales.

Aún habiendo ya desarrollado las características principales del Islam Político la amplitud y heterogeneidad del movimiento sumado a la multiplicidad de interpretaciones y la ausencia de claras directivas acerca de cómo debe ser un gobierno islámico hace que más allá de los lineamientos generales sea difícil establecer a priori como sería si uno de los países que han entrado en crisis durante el 2011 (o cualquier otro) tomara el Islam Político como ideología del gobierno.

La corriente islamista se define por un lado como un "conjunto ecléctico de signos, símbolos y prácticas que una persona, un grupo, o un régimen consideran islámicos..."[1] y por otra parte como una negación de determinadas conductas y valores considerados antiislámicas. No hay pues un único islamismo real al cual acudir, conviviendo dentro de la misma corriente movimientos que apoyan el uso de la

violencia y grupos pacifistas; militantes de una jihad global y otros con objetivos más locales; sunitas, chiítas, árabes, asiáticos, africanos y europeos.

Aunque difícil, debemos evitar entender el islam sólo desde Occidente. Las categorías no son siempre compatibles y muchas veces la extrapolación forzada termina por generar mayores imprecisiones9. Resulta fundamental asimismo el abandono de posturas maniqueas y simplistas de asimilación del islam con la barbarie y el atraso y a Occidente como el paradigma del mundo desarrollado y moderno. No hay que olvidar a su vez que esta ponderación es histórica y circunstancial siendo en el pasado el mundo islámico mucho más desarrollado que la oscurantista y medieval Europa.

Cabe cuestionarse igualmente que significa ser avanzado y civilizado y que limites se están dispuesto a quebrar en su nombre; habría que pensar asimismo si los regímenes liberales son siempre la mejor forma de estructurar un gobierno o si es el capitalismo la manera más justa de manejar las economías.

Por otro lado y aunque exceda el alcance original del trabajo debería profundizarse el estudio acerca del comportamiento de los Estados frente a la amenaza islamista. Analizar sus vínculos internacionales estrategias de lucha, discursos, contradicciones y usos políticos del miedo, puede ayudar a clarificar el panorama o al menos a dejar en evidencia su complejidad10. No es un hecho menor que los hoy vilipendiados regímenes de Libia o Egipto hayan mantenido durante años buenas relaciones con los mismos países que hoy critican y atacan; tampoco lo es el distinto grado de crítica e intervencionismo que tienen los países de Occidente frente a cada una de las crisis en el mundo árabe islámico.

Conclusiones.

Finalizando el trabajo es difícil establecer si se ha cumplido el objetivo inicial del mismo. Desestimar prejuicios y aportar certezas en temáticas tan compleja como el Islam Político es una tarea bastante difícil. Trataremos entonces de dejar asentadas aquí algunas de las ideas centrales del artículo que consideramos imprescindibles a la hora de una discusión sobre grupos islamistas.

Siendo la violencia y el terrorismo utilizados a lo largo de los siglos por infinidad de personas e ideologías, queda más que claro que no puede seguir siendo pensado como algo inherente o exclusivo del islam. Aunque haya sectores o agrupaciones islamistas que utilicen el terrorismo como medio y aun cuando se las pueda llegar a catalogar de agrupaciones terroristas, es evidente que se trata de un sector totalmente minoritario dentro del mundo islámico. Si los más de mil millones de musulmanes decidieran hacer propia la visión jihadista del Islam, el mundo definitivamente, no sería el que tenemos hoy día.

Respecto al discurso islamista, aun cuando sus ideólogos se remitan a las fuentes originarias para sostenerlo, la realidad es que poco dicen éstas acerca de cómo formar y manejar un verdadero Estado islámico. Su lectura no es literal ni inocente, siendo interpretada y seleccionada en función de determinadas necesidades y objetivos. No será casual que el Islam Político se haya generado y multiplicado en momentos de debilidad y decadencia. Si diversos sistemas no logran dar respuestas, es hora de buscarlas en el Islam.

En cuanto a las particularidades del Islam Político, más allá de lo discursivo, quizás lo más novedoso haya sido la inversión de la tradicional relación de sumisión de la religión frente a la política. Y será precisamente este cambio en el vínculo lo que le traerá los mayores problemas a estos grupos, siendo muchos de sus ideólogos y militantes perseguidos por los propios gobiernos musulmanes bastante antes de que los atentados contra objetivos occidentales los pusiera como prioridad en la agenda internacional

Aún cuando partan de la religión, sus creencias y discursos van a implicar un cuestionamiento de los supuestos básicos del poder político y una amenaza para el statu quo. La particular relectura de las fuentes, la recuperación y apropiación de nociones como la hakimiya, la ijtihad o la jihad traerán consigo modificaciones en la concepción de la soberanía y las relaciones de poder poniendo en jaque las bases y fundamentos de muchas elites.

Será esta construcción de un proyecto alternativo y contra hegemónico lo que posiblemente más temor genere en los gobernantes (tanto musulmanes como occidentales). En este sentido, si bien se cree que el Islam Político tienen tantas posibilidades de dar solución a ciertas demandas de la población como puede ser cualquier otra corriente, la atención puesta en estos momentos por Occidente en la región va a tender a minimizar aún más las posibilidades de los islamistas de llegar el poder.

Sea lo que sea, los cambios se están generando. Aún cuando puedan ser esperables cambios más de forma que de fondo algunos eventos, como el juicio a Mubarak por los propios egipcios son dignos de resaltar. Respecto al resultado de toda esta primavera revolucionaria, sólo el tiempo nos permitirá ver el resultado final.


Notas:


[1] Entre otros DE LA CORTE IBAÑEZ Y JORDÁN (Op. cit.) y JORDÁN ENAMORADO, Javier. (Op. cit.).

2 Análisis publicado en Internet por Setmarian bajo el título "La llamada a la resistencia islámica global".

3 Ideólogo del grupo Al-Jihad que en 1981 asesinara al presidente egipcio Anwar el Sadat poco tiempo después de que éste firmara un tratado de paz con el vecino Estado de Israel.

4 Debe entenderse esta categorización como un modelo de tipos ideales, dándose en la realidad situaciones intermedias donde conviven organigramas y militantes de distintas generaciones así como acciones con diversos grados de espectacularidad y eficacia. Los ataques realizados en España en marzo de 2004 y la fallida acción del 21 de julio de 2005 en Londres son claros ejemplos de la variedad de resultados que pueden darse en la práctica, aún en contextos relativamente similares.

5Desde discursos religiosos que justifican el accionar jihadista hasta manuales para el armado de bombas.

6 Op Cit.

7 Si bien Abu Ghraib o Guantánamo pueden ser reprochables, no debe pensarse que éstos son los únicos generadores del terrorismo. Como ya se afirmó, el jihadismo es un fenómeno muy complejo y no puede responsabilizarse del mismo a un solo evento o Estado. Por otro lado, no debe olvidarse que el terrorismo ya existía antes de las invasiones a Afganistán e Irak.

8 AYUBI, Nazih (Op. Cit.) Pág. 318.

9 Los conceptos Guerra Santa, Fundamentalismo o Integrismo Islámico son quizás en parte resultados de este etnocentrismo que rechazamos. Más allá de la complejidad, al Islam hay que entenderlo desde el Islam, así como el judaísmo debe ser entendido desde el judaísmo o los chinos desde China. Sólo una vez entendidos algunos conceptos básicos debería ser posible hacer comparaciones y extrapolaciones.

10 La victoria de Rodriguez Zapatero tras los atentados en Madrid en marzo de 2004 o la reelección de Bush ese mismo año son quizás algunos de los más claros ejemplos de la capacidad de influencia del jihadismo en la política occidental. pero lejos está de ser el único caso. Diferentes fuentes refieren al ascenso de Putin al poder como resultado de la utilización política del miedo al terrorismo checheno. Arabia Saudita y Egipto son otros de los casos más interesantes siendo dos de los países con más influencias en el desarrollo del terrorismo moderno y al mismo tiempo dos aliados estratégicos de Estados Unidos, el supuesto origen de todas las desgracias islámicas.

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