martes, 26 de agosto de 2014

cultura

**La Mochila De Los Recuerdos**

En los años que visité, por pueblos, ciudades, comarcas, distintos sitios y
distintos paisajes, siempre fui de equipaje liviano. Menos peso y movilidad más
ágil. Mi equipaje consistía,  dos mochilas: una grande, muy grande, y la otra más
 pequeña. En la mochila grande, transportaba recuerdos, reflexiones, vivencias, y
 grandes ocasiones que estuve enamorado, de la vida, del amor, y era feliz...

Cuando la inquietud, lo salobre de un mal recuerdo, mis ojos anegados por las lágrimas,
difícil de contener, en ese momento, generalmente en el camino o en la soledad del
hotel, abría la mochila y dejaba asomar mis tiempos felices, elegía una y la dejaba salir ;
la leía y releía y como eran historias felices, mi ánimo cambiaba, de tristeza a alegría,
reía y reía, mis ojos brillaban con el brillo del recuerdo, mi corazón se apuraba feliz y
contento de la historia que acababa de escuchar...

Así era mi vida, sin amores pero con grandes recuerdos, que hacían mi vida pasar, y
yo la acompañaba en ese feliz vivir. Años que extraño y que mi edad no me permite
volver, pero sigo con mi mochila grande, y cuando la tristeza, de mi vida pasada, se
apodera de mi, recurro de inmediato a mi mochila, abriéndola y dejando salir un recuerdo
que me vuelva a hacer feliz...

Así va pasando mis días, que rechazo los malos momentos, y los buenos que duermen
en mi mochila, esperando, con paciencia, cuando necesito de ellos...

¿ En mi mochila chica ? En ella cargaba mis momentos tristes, amargos, pesadumbre,
melancolía y dolor. Mi mochila chica no tenía fondo, así como entraba salía, y por el
camino, quedó esperando algún viajero que quiere su vida amargar.
Mario Beer-Sheva

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