viernes, 29 de agosto de 2014

El precio de la justicia...

El precio de la justicia...
28 Ago 2014 Escrito por  Rabino Mordejai Maaravi de su libro “Debarjá Iair” Publicado en Parashá tamaño de la fuente disminuir el tamaño de la fuente aumentar tamaño de la fuente
El precio de la justicia...
Parashah SHOFETÍM

B.H.N.”V.

La Torá se ocupa del hombre, no se “pre-ocupa”. Propone caminos, delimita surcos, marca senderos: en síntesis, no deja librado al azar -oportunismo de nuestros días- el gran compromiso moral que debe asumir el ser humano. La justicia, más allá de ser necesaria, vital, no debe ser espontánea, sino que se debe educar para la justicia en aras de la libertad, pues ser libres sin responsabilidad se asemeja a pronunciar una bendición innecesaria.



Esta función le fue asignada al hombre desde sus primeros días sobre la tierra. Si bien nuestra perashá delimita, organiza y hasta previene punto a punto los alcances de la Justicia, ella le fue ordenada (aquí el vocablo mitsvá cobra especial significado) a Adam entre las primeras seis mitsvot, o preceptos, con los cuales el Creador se vinculó con él. No sólo se “habló de prohibiciones” en el mundo de la Creación.

Solo diez generaciones después habremos de observar a ese mundo “vuelto a la vida”, con Noaj y sus descendientes, y quizá todos sepamos y estemos al tanto de las “Sheva Mitsvot Bené Noaj”, es decir, de los “Siete Preceptos Ordenados a Noé y su descendencia”.

Entenderá el lector que, al sobreviviente del Diluvio, solamente se le agregó un precepto a los preexistentes. Hecha esta aclaración, digamos que entre las mitsvot entregadas a Adam, estuvo presente aquella de “instalar Cortes de Justicia”. Al Todopoderoso no le preocupó solamente la obediencia hacia Él, le importaba que a la “Imagen a la cual fue creado el hombre”, esto es, según la cual se modeló su capacidad racional, también se le sumara la semejanza con Su Creador, dado que Él era, Melej HaMishpat, El Rey de la Justicia y que su creatura no podría ser menos.

De ese modo se impuso el tema de la Justicia sobre la tierra, cuya existencia, aún antes del advenimiento del ser humano en la Obra Divina, era un tema intrigante hasta para nuestros sabios. En efecto, el Tercer Día de la Creación nos enfrenta con la existencia de “lo seco” (Iavashá, en hebreo), es decir, el continente, una vez que las aguas inferiores se ordenaron en océanos y mares. Ahí es cuando la direccionalidad en la Obra de la Creación cobra un nuevo sentido: D’s crea, y lo creado debe producir, también. “Totsé haárets...”, “que produzca la tierra”, como se indica en el instante del pasaje de Domem, lo inerte, a Tsomeáj, la vida vegetal, la “puesta en movimiento”, el paso a lo activo.

¿Qué produjo la Tierra, de acuerdo al versículo citado? La Orden de D´s fue: “TaDSHé haárets DeSH-e...”. Que la tierra produjese cobertura vegetal, tal el significado amplio del vocablo Deshe. Tadshé-Deshe, es una reiteración casi innecesaria. y conocemos otras palabras más comunes para nombrar esa acción, sin embargo los rabinos enseñaron que la palabra De SH - e (el guion es el equivalente de la primera letra del alfabeto hebreo, Alef, que es muda) contiene las iniciales de otras palabras, a saber: D (por) Dín (¡Justicia!), SH (por) Shalom y Alef (por) Emet (Verdad).

Quiere decir, querido lector, que el vestido inicial de la tierra, su verdor que impacta a la vista, será el Din, la justicia misma. ¿Qué es una casualidad? Aun así, no deja de ser emotivo el hecho de que por donde camine y hacia donde eleve mi vista, allí, es visible el imperativo de justicia. De la tierra deberá florecer la justicia por doquier. La primera plantación fue la de D’s y después el “Jardín” estará a nuestro cuidado.

Nuestra perashá nos habla de la Justicia, del juicio justo, del soborno, de los jueces corruptos, de la idolatría, porque in-justicia es idolatría al fin de cuentas, no sólo al final del primer párrafo de la perashá.

¿Por qué?, puede el lector preguntarse. Porque es negar la Obra de D’s y Su impronta. Aun si Ud. no creyera en Él, su instinto de equidad y su razón de justicia dirían, al menos, que Ud. no es idólatra. ¡Y eso es bueno como punto de partida!

Ser judío pasa por afirmar las mitsvot, cumplirlas, actuar en consonancia con ellas. Si lo hacemos, estaremos dando por tierra con la idolatría, según explican nuestros sabios.
Después, solo después, intentaremos hablar del Todopoderoso. “Tsedek tsedek tirdof”, dice nuestra perashá como moneda de cambio: “¡Equidad! En pos de la equidad irás...”

El caminar por la vida -Adam es llamado “caminante”- presupone una búsqueda, objetivos, metas y esta es una de ellas: justicia por medios justos, en términos justos, con jueces justos. “Lemáan tijiéh...”, continúa el versículo: “Para que hayas de vivir...”. No hay vida posible sobre la faz de la tierra sin esa, su “cobertura” esencial, pues la tierra sin su verdor, sin sus colores y aromas, sin su Deshe, es solo desierto, arenas, soledades, abandonos, muerte.

Hay quienes adoran los desiertos y tratan de convertir los pequeños “jardines” –como el “Jardín del Edén”- en sitios de desolación y miedo, de terror e impunidad. Ya hemos visto, lo vemos a diario, el precio tan alto que se paga por ello. La justicia no tiene precio, no se puede pagar por ella y, en cambio, a la Justicia hay que tenerle “a-precio”, se debe vivir para ella. Es el único tributo a pagar para garantizar la supervivencia del género humano.

Nuestra Torá así lo entiende. En efecto, para la Torá, que muchos llaman y otros ven “antigua”, pero es tan nueva como el sol cuando amanece, tan eterna como los cielos límpidos, oscuros, grises y azulados, la Justicia no tiene precio.


Rab. Mordejai Maarabi. Rabino oficial de la OLEI

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