Fuente: ElMed.io
Por Julián Schvindlerman
29/8/14
La guerra en Gaza ha dejado más de dos mil muertos palestinos (al menos la mitad civiles) y alrededor de setenta israelíes (la mayoría soldados). Esta disparidad ha llevado a muchos observadores a concluir que el ejército israelí ha atacado a los gazatíes con desproporción y que los combatientes de Hamás han sido cuidadosos en su ofensiva militar. Esta es una mirada errada.
La razón por la cual ha habido relativamente pocas bajas civiles en Israel es que su gobierno ha adoptado medidas eficaces para laprotección de la ciudadanía. Durante las primeras cuatro semanas de guerra Hamás y otras fuerzas yihadistas dispararon indiscriminadamente cerca de 3.500 misiles contra gran parte del territorio israelí: el 75% de la población quedó expuesta al fuego enemigo. El sistema Cúpula de Hierro interceptó aproximadamente el 90% de los misiles que se dirigían a zonas urbanas y dejó caer en áreas despobladas los restantes. Sin este sistema antimisiles, miles de personas hubieran muerto. Si asumimos un enfoque minimalista y postulamos que cada misil hubiera ocasionado una sola víctima, entonces unos 3.500 israelíes habrían muerto por los ataques de Hamás. Que no haya sucedido esto es resultado de las medidas defensivas de Israel y no de la delicadeza del agresor palestino.
En Gaza, tristemente, los civiles han quedado expuestos al fuego israelí. Si bien fueron mayormente bombas de Israel las que ocasionaron las muertes –digo “mayormente” porque alrededor de 500 misiles de Hamás y otros grupos terroristas cayeron en la propia franja–, es crucial evaluar la conducta de Hamás como actor beligerante para dirimir qué parte de responsabilidad le cabe.
A pesar de que Gaza contiene zonas rurales despobladas o muy poco pobladas, Hamás optó por lanzar sus ataques contra Israel sólo o mayormente desde áreas densamente pobladas. Gaza tienen una densidad alta: alrededor de 4.500 habitantes por kilómetro cuadrado (Tel Aviv tiene aproximadamente 7.500; pero, como se ha indicado, su población fue resguardada del ataque enemigo). Al disparar desde estas concentraciones urbanas, Hamás deliberadamente expuso a la población que gobierna –y que está obligado a proteger– a la represalia de su adversario.
Aún cuando Hamás eligió disparar desde ciudades, pudo haber tomado la precaución de evacuar a los civiles a otras zonas de la Franja. Decidió no hacerlo. Muy por el contrario, cuando el ejército israelí informó a los gazatíes de qué espacios serían bombardeados, el Ministerio del Interior de Hamás les instó a no abandonar sus hogares. Insólitamente, ubicó lanzaderas de misiles al lado de mezquitas, escuelas y hospitales y empleó ambulancias para trasladar a combatientes no heridos. A pesar de contar con una vasta red de túneles –construidos a mala fe con cemento que Israel permitió ingresar a la Franja para que fuera destinado a obra civil–, Hamás no los usó como refugios para la población, sino para ocultar arsenales y terroristas.
Por último, los combatientes de Hamás, que tan orgullosamente se muestran en uniforme militar en los desfiles públicos que realiza en tiempos de calma, durante la guerra visitieron generalmente ropas civiles, para confundirse entre los gazatíes no beligerantes.
Una complicación adicional ha radicado en la propensión de Hamás a exagerar la cifra de víctimas civiles. Conforme Memri ha informado, el 17 de julio el Ministerio del Interior de Gaza hizo público un video que decía:
La razón por la cual ha habido relativamente pocas bajas civiles en Israel es que su gobierno ha adoptado medidas eficaces para laprotección de la ciudadanía. Durante las primeras cuatro semanas de guerra Hamás y otras fuerzas yihadistas dispararon indiscriminadamente cerca de 3.500 misiles contra gran parte del territorio israelí: el 75% de la población quedó expuesta al fuego enemigo. El sistema Cúpula de Hierro interceptó aproximadamente el 90% de los misiles que se dirigían a zonas urbanas y dejó caer en áreas despobladas los restantes. Sin este sistema antimisiles, miles de personas hubieran muerto. Si asumimos un enfoque minimalista y postulamos que cada misil hubiera ocasionado una sola víctima, entonces unos 3.500 israelíes habrían muerto por los ataques de Hamás. Que no haya sucedido esto es resultado de las medidas defensivas de Israel y no de la delicadeza del agresor palestino.
En Gaza, tristemente, los civiles han quedado expuestos al fuego israelí. Si bien fueron mayormente bombas de Israel las que ocasionaron las muertes –digo “mayormente” porque alrededor de 500 misiles de Hamás y otros grupos terroristas cayeron en la propia franja–, es crucial evaluar la conducta de Hamás como actor beligerante para dirimir qué parte de responsabilidad le cabe.
A pesar de que Gaza contiene zonas rurales despobladas o muy poco pobladas, Hamás optó por lanzar sus ataques contra Israel sólo o mayormente desde áreas densamente pobladas. Gaza tienen una densidad alta: alrededor de 4.500 habitantes por kilómetro cuadrado (Tel Aviv tiene aproximadamente 7.500; pero, como se ha indicado, su población fue resguardada del ataque enemigo). Al disparar desde estas concentraciones urbanas, Hamás deliberadamente expuso a la población que gobierna –y que está obligado a proteger– a la represalia de su adversario.
Aún cuando Hamás eligió disparar desde ciudades, pudo haber tomado la precaución de evacuar a los civiles a otras zonas de la Franja. Decidió no hacerlo. Muy por el contrario, cuando el ejército israelí informó a los gazatíes de qué espacios serían bombardeados, el Ministerio del Interior de Hamás les instó a no abandonar sus hogares. Insólitamente, ubicó lanzaderas de misiles al lado de mezquitas, escuelas y hospitales y empleó ambulancias para trasladar a combatientes no heridos. A pesar de contar con una vasta red de túneles –construidos a mala fe con cemento que Israel permitió ingresar a la Franja para que fuera destinado a obra civil–, Hamás no los usó como refugios para la población, sino para ocultar arsenales y terroristas.
Por último, los combatientes de Hamás, que tan orgullosamente se muestran en uniforme militar en los desfiles públicos que realiza en tiempos de calma, durante la guerra visitieron generalmente ropas civiles, para confundirse entre los gazatíes no beligerantes.
Una complicación adicional ha radicado en la propensión de Hamás a exagerar la cifra de víctimas civiles. Conforme Memri ha informado, el 17 de julio el Ministerio del Interior de Gaza hizo público un video que decía:
Cualquier muerto o martirizado será denominado “civil” (…) No olviden de añadir siempre “civil inocente” o “ciudadano inocente” en su descripción de los muertos en los ataques israelíes.Tal como notó PMW, la televisión oficial de Hamas, Al Aqsa, dijo el 10 de agosto:
Incluso los combatientes de la yihad en el campo de batalla son civiles palestinos que cumplen su deber religioso y nacional. Es por eso que (…) decimos “un coche civil”, “un objetivo civil” y así sucesivamente, ya que no tenemos un ejército regular…Toda muerte civil es lamentable, y una sola ya es demasiado. Si la familia de las naciones anhela minimizar las bajas civiles palestinas, un buen comienzo será exigir a Hamás que honre las leyes que rigen los conflictos armados y desista de su política vil de jugar con las vidas de la población que gobierna. Si se aspira no ya a minimizar sino a evitar las fatalidades, entonces lo primer que habrá que hacer será presionar a Hamás para que no inicie guerras insensatas.
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