Ciertas veces no es necesario mirar el noticiero por televisión, las noticias se ven en directo desde la ventana del living de la propia casa. Todavia ningún canal dio aún a conocer la noticia, esta vez la primicia es nuestra. Todo el barrio ya sabe que un misil cayó cerca de casa, aquí en Ashkelon.
Mi mujer, asustada, acercó su nariz al ventanal del salón ("la pantalla" en estos casos). Maaian, nuestra hija de cinco años, trató de calmarla y le dijo: "No te preocupes mami... Fue sólo un misil".
Di-s le guarde la inocencia a nuestra hija. Por momentos pienso en la genial película de Roberto Benigni, "La Vida es Bella", y también yo quisiera convencerla de que todo esto es un juego, y que aquel que gane y logre mantener la cordura, ganará un premio al final de la competencia.
Esta anécdota tiene ya nueve meses. Hoy día mi hija ya sabe lo que es un misil y también lo que es la guerra. Sus dibujos, antes coloridos y llenos de personitas, corazones y mariposas comienzan a expresar sus temores. Hoy pueden verse en ellos nubes grises y lluviosas y flechas que caen del cielo. ¿La gente? La gente esta escondida en los refugios antimisiles.
La banal utilización del término Shoá (Holocausto) en el marco del conflicto entre Israel y los palestinos llama a algunas reflexiones que quisiera hoy compartir con ustedes.
Ciertos grupos demuestran una clara tendencia a analizar unidimensionalmente los acontecimientos históricos.
La complejidad de dichos eventos, hace que éstos puedan -a menudo- asemejarse, pero jamás equipararse.
La diferencia esencial entre el actual conflicto no radica en la abrumadora dieferencia en el número de víctimas.
Éso también sería pecar de simplismo. La diferencia fundamental entre ambos procesos es que el pueblo judío no tuvo responsabilidad alguna en lo ocurrido en la Alemania nazi durante el período 1933-1945.
Los judíos alemanes en los años previos al Holocausto, eran alemanes orgullosos de su nacionalidad. Hablaban alemán, leían periódicos en alemán y servían en el ejército alemán. Ningún judío alemán soñaba por entonces con tener autonomía política basada en una doctrina de terror. Mucho menos un Estado. El liderazgo judío alemán jamás pensó en adiestrar milicias para lanzar cohetes sobre población civil no-judía ni en contrabandear armamento para atacar cobarde e indiscriminadamente a sus vecinos no-judíos.
El Holocausto no puede siquiera catalogarse de "conflicto armado". Allí no hubo dos bandos. Sólo víctimas de un lado y victimarios del otro.
En Medio Oriente los ataques no son patrimonio de un sólo lado; las víctimas se desangran a ambos lados de la frontera. Y si no mueren más civiles en Israel, no es porque los misiles de Hamás sean de cartulina sino por la proliferación de refugios antimisiles en cada casa y en cada calle.
Hace algunos meses, Amnesty Internacional publicó un informe en el que afirma que la situación del pueblo palestino en la Franja de Gaza es la peor conocida desde 1967. Ningún analista objetivo de la realidad podría afirmar que los mismos palestinos no tienen responsabilidad alguna en la situación que se vive por estos días en tierras del Hamás. Los palestinos recibieron desde los acuerdos de Oslo a principios de la década del noventa más dinero del que recibió toda Europa después de la Segunda Guerra Mundial a través del Plan Marshall.
Hamás no es un movimiento de liberación nacional. Sus móviles nada tienen que ver con la liberación de Gaza de manos israelíes, sino más bien con la "liberación" de todo el territorio israelí de manos judías. En la enferma ideología del movimiento Hamas, judíos y cristianos son "infieles" que por su naturaleza inferior deben estar sometidos al poder islámico. Y hasta que éso no ocurra el dios de Hamás no hallará satisfacción. De hecho se podría decir que -en esencia- los móviles ideológicos de Hamás se parecen mucho más a los móviles del nazismo, que los móviles de Israel al ejecutar su represalia. De todos modos -ya lo dije- los procesos históricos son irrepetibles. Con esta ideología simpatizó (¿simpatiza?) la inmensa mayoría de la población palestina residente en la franja de Gaza. Son ellos lo que aún no comprendieron que Hamás es la enfermedad, no el remedio. Son ellos los que no quieren asumir su propia responsabilidad por el fatídico cuadro de situación en el que se hallan inmersos.Si de cuadros hablamos, quisiera recordar una anécdota sobre el célebre Pablo Picasso. Picasso, exponía el "Guernica" -una de sus obras cumbres- en un célebre museo de París, en tiempos de la ocupación alemana.
A los ojos de muchos, el ‘Guernica’ no es más que una masa desordenada de rostros sufrientes, ojos llorosos y humanidades sangrantes. Pero sabemos que es mucho más que eso. El Guernica, estuvo inspirada en el bombardeo alemán contra el poblado de Guernica durante la guerra civil española.
Y mientras Picasso exponía su obra, casualmente, un contingente de soldados alemanes visitaba el museo. Uno de ellos se acercó al artista y sin poco cinismo, le dijo: "Dígame, ¿usted hizo esto?". Y Picasso, contundente, respondió: "No, ésto lo hicieron ustedes". El odio fundamentalista profesado por el Hamás trajo la tragedia sobre su propio pueblo. El cuadro lo pintaron ellos mismos, con sus propias manos.
Quien compare al presente conflicto del Medio Oriente con el Holocausto lo hace -en el mejor de los casos- de pura pereza intelectual. Y si alguien lo hiciera deliberadamente, no sería de extrañar. La enorme mayoría de las voces que comparan la embestida israelí en Gaza con el Holocausto, son las mismas voces que en otras circunstancias dirán que el Holocausto no existió.(*) Gustavo Surazsky es Rabino Conservador Argentino.
Ex Rabino de la Comunidad Bet Jai (Natan Gesang)
Reside desde hace años en Ashkelon, a muy corta distancia de Gaza.
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