martes, 7 de abril de 2009
La oración de los judíos
Entrevista a Riccardo Di Segni por Giovanni Cubeddu
Riccardo Di Segni [© Contrasto]
Estamos aquí otra vez hablando del diálogo judío-cristiano.
RICCARDO DI SEGNI: Los problemas podrían ser cientos... Empecemos por la pregunta: «¿Para qué sirve el diálogo?». En estos últimos tiempos hemos tenido la sensación de que la tierra temblaba bajo los pies y de que todo iba a saltar por los aires. Y que la importancia de la relación con nosotros llegaba siempre en segundo lugar con respecto a otros problemas que, lo reconocemos, son importantes para la unidad de la Iglesia, y sin embargo sacrifican otras conquistas ya alcanzadas. Entonces, para lo que primero debe servir el diálogo, a la vista de todo lo que ha pasado ahora, es para hacer posible el franco intercambio de opiniones basándonos en el respeto mutuo y para ver de qué manera, pese a que el camino tiene muchos baches, podemos continuar manteniendo este respeto y esta colaboración, es decir, tener la posibilidad de marginar las situaciones de crisis. Hemos de darnos esta posibilidad y hemos de tener buena voluntad...
Entremos en los detalles.
DI SEGNI: Hay tres niveles de cuestiones originadas por el último episodio, emblemático, de la revocación de la excomunión a los lefebvrianos, que ha desencadenado una montaña de polémicas, por lo demás justificadas, sobre el negacionismo. Primero, está claro que el negacionismo no tiene cabida en el pensamiento de la Iglesia católica, pero el equívoco nos ha alarmado a todos, y las críticas se han concentrado en un noventa y nueve por ciento en esto. El segundo aspecto, muy importante, es el pensamiento que fundamenta la división de los lefebvrianos, los cuales no aceptan el Concilio y todo lo que de él deriva –que es fundamental para la existencia del diálogo respetuoso entre judíos y cristianos–, es decir, Nostra aetate y los documentos siguientes. No nos preocupa tanto la obvia polémica sobre el negacionismo, sino más bien el hecho de que en la Iglesia vuelva a entrar con dignidad un pensamiento que replantea un vez más todo lo alcanzado hasta ahora. Esta es una preocupación justificada.
¿Tercero?
DI SEGNI: Un problema consiguiente, del que no se ha hablado nada: ¿cuál es el pensamiento oficial de la Iglesia sobre el pueblo judío y su fe? Es sintomático que el día después del anuncio de la revocación de la excomunión, que tuvo lugar en enero, un sábado, el Papa, en su ciclo de homilías dedicadas a san Pablo, hiciera un discurso sobre la conversión del apóstol, diciendo que en realidad no se trataba de conversión, porque Pablo era un “judío creyente”, y por lo tanto pasar a la fe en Jesucristo era algo no contradictorio. En esta frase probablemente había una velada polémica contra los lefebvrianos, dado que para estos últimos el judaísmo es el demonio... del cual hay que liberarse con la conversión. Para este Papa no es así, o por lo menos siempre ha dicho y repetido que el judaísmo es la raíz noble y sagrada sobre la que se injerta la fe cristiana; pero por otra parte para él el judaísmo no deja de ser una experiencia incompleta, y nosotros somos personas incompletas porque tenemos que hacer por coherencia lo que hizo Pablo.
Eliminados el negacionismo y la discusión sobre el estado del diálogo, pasada la tormenta, queda la última “hipoteca”.
DI SEGNI: ¿Cómo salir de ella? Por lo menos evitando hablar de ella en nuestras relaciones. Por lo demás nosotros no sabemos qué piensa el Papa cuando afirma que el diálogo no puede ser religioso... No sabemos a quién se refiere, si a las otras religiones en general o si se hace una excepción con el judaísmo por ser más un problema “interno”... Pero, por lo menos desde el punto de vista judío ortodoxo, siempre ha estado claro que el diálogo no puede ser sobre los fundamentos de la fe porque esto no lleva a ninguna parte.
Después del Concilio la historia del diálogo religioso no ha implicado los fundamentos de las religiones históricas sino algunos contenidos religiosos.
DI SEGNI: Los judíos piensan que no ha de ser un diálogo entre religiones sino entre religiosos, que es algo distinto y mucho más útil. Entre las personas y no entre grandes sistemas conceptuales.
Para ser concretos hay que plantear el diálogo en torno a tzedek y tzedakah, sobre justicia y caridad. Este fue el contenido de la primera audiencia que tuvo usted como Rabino jefe de Roma con el Papa.
DI SEGNI: Ser concretos en el diálogo consiste ante todo en partir del presupuesto que la persona que tienes delante es un hombre que tiene una inspiración Tiene algo que lo lleva a comportarse justamente en la sociedad, y por eso es un aliado tuyo, según tu sentimiento que te lleva a hacer el bien y por el deber común de dar testimonio de ello. Es un presupuesto de respeto fundamental. En la práctica podríamos encontrar muchos campos de aplicación.
Partiendo del caso de Eluana Englaro.
DI SEGNI: Se han opuesto dos visiones, entre comillas, una laica y la otra católica, con enormes implicaciones políticas en Italia, y no solo aquí. Y visto el rumbo que habían tomado los acontecimientos, el perfil que las instituciones judías han mantenido sobre este tema ha sido el más bajo posible: hemos asistido en silencio, porque no queríamos entrar en una guerra santa, una guerra institucional religioso-política.
La Roca golpeada, Marc Chagall, Museo nacional del Mensaje bíblico “Marc Chagall”, Niza, Francia
Pero este sigue siendo un campo al que llevar nuestras diferencias o semejanzas de manera no agresiva.
DI SEGNI: Esto sería importante. Sin embargo, sería necesario evitar que todo se transforme en una enorme burbuja mediática, que falsificaría la perspectiva de los problemas reales. En esta sociedad, si atendemos a la ética, las cuestiones reales son muy otras, con todo respeto por el sufrimiento en el caso específico, son muy otras las urgencias. Existe una bioética del caso extremo, de la que siempre se habla y habla, pero también existe la bioética de lo cotidiano –la de la disparidad del trato, de los recursos limitados, de las categorías de riesgo– que debería empujarnos a todos juntos a atestiguar y pedir a voces algunas leyes, no la que se hace la noche antes de suspender el tratamiento.
¿Nos seguimos preguntando si tenemos valores comunes? Por supuesto, y sobre la bioética de lo cotidiano no hay mucho que discutir, hay una urgencia moral. Así que, hagamos juntos estas cosas...
Usted dijo una vez expresamente que es lícito aplicar el realismo político al diálogo judío-cristiano.
DI SEGNI: Realismo político significa que a ningún judío se le debería ocurrir decirle a un cristiano: «Tu fe es extraña porque no corresponde a nuestra idea de monoteísmo»; así como no se le debería ocurrir a un católico dirigirse a un judío diciendo: «Ahora conviértete». Antiguamente era así, tanto desde el punto de vista de la psicología de la presión cotidiana como desde el de las explosiones violentas en ese sentido. Esto parece haber acabado, por lo menos en campo católico, aunque no es así en ciertos sectores del mundo evangélico. Realismo significa que yo no me dedico por principio a cambiar las ideas de quienes me rodean y les permito, según su conciencia, que sigan su camino. Y luego ya se verá... Realismo político significa que si hay urgencias éticas en la sociedad, podemos intervenir juntos, intercambiar nuestras experiencias como amigos. O bien existe otro campo, más delicado y arriesgado: el estudio de la religiosidad del otro.
¿Qué significa, en este caso, estudiar?
DI SEGNI: El creyente, viendo a los fieles de otras religiones dice: «¡Mira qué fieles son a su Dios!», y se pregunta: «¿Qué hago yo frente a lo que veo?» y «¿cuántos de nosotros rezan con ese ardor?». Esto no es así sólo por lo que respecta a las relaciones entre judíos y cristianos... cualquier italiano debe de haberse hecho esta pregunta viendo la plaza de la Catedral de Milán atestada de musulmanes rezando. Aquí no está en juego la posible provocación política, sino una religiosidad tan pública, quizá ostentada, que de todos modos a un católico y a un judío les ha planteado el interrogativo sobre la fe vivida por toda una colectividad. «¿Y nosotros?», deben de haberse preguntado ambos. Puede pasarle a un cristiano, que viendo a los judíos celebrar Pesach, la Pascua, o a un judío, mirando el testimonio fuerte de los cristianos en ciertos tiempos litúrgicos. Y a todos les pasa frente al islam...
Es un mirar, y este mirar plantea preguntas: si lo que hacen los otros es justo, por qué lo hacen con tanto calor y yo no, si su método es incoherente, si existe una ostentación que va más allá de las bases de la fe, o bien si es nuestra misma ostentación... Es un momento en el que, tanto en Italia como en todas partes, salimos de un provincialismo en el que en el pasado el único grupo distinto –frente a un universo completamente católico– eran los judíos. Ahora todo es más variado...
¿Qué es la oración por la plenitud de la redención, Gheullà Shelemà, para los judíos?
DI SEGNI: Hay que partir del presupuesto de que el judaísmo nace con una raíz que no es meramente religiosa sino también nacional, de colectividad, y por lo tanto el modelo de redención inicial es el del éxodo de Egipto, por el que un pueblo sale de la esclavitud. En la promesa de Dios a Moisés (Éxodo 6, 6) hay cuatro expresiones fundamentales en que se habla de redención. Por eso en la experiencia judía es también redención del yugo, es decir, independencia colectiva política. Luego hay otras categorías, la liberación material del individuo, y, en fin, la liberación espiritual. Una cosa no excluye a la otra, son caras de la misma realidad. La redención espiritual significa crecimiento. Sólo en algunas partes del pensamiento místico judío existe un concepto que se acerca al del pecado original cristiano, mientras que la idea de la reconstitución de la unidad original está de todos modos presente en varios aspectos del pensamiento judío, como poner orden en el desorden primordial provocado por la culpa de Adán, también considerado redención completa. Existen muchos matices...
¿Tiene esa oración el mismo valor de oración por la conversión, como en la Pro Iudaeis del Viernes Santo?
DI SEGNI: La expresión Gheullà Shelemà aparece en la oración cotidiana de las 18 Bendiciones que no es la oración universal del Alenu [el Alenu es la fórmula que cierra las oraciones cotidianas, la declaración de fe y de esperanza de la acogida universal del reino divino, n. de la r.]. Y cuando rezamos por la redención completa es por la redención del pueblo de Israel, con los significados expuestos antes. La oración, que algunos contestan, es la del Alenu, que podría contener alusiones al cristianismo, pero se trata solo de posibles alusiones. Hay quienes las ven y quienes no. La voy a leer y traducir del hebreo para que no haya posibilidad de equívoco. [El Rabino lee fragmentos del libro Oraciones, del rabino jefe de Roma David Prato, de 1950, con texto también en hebreo, n. de la r.].
«Nosotros debemos alabar al dueño de todo y reconocer grandeza al autor de la creación porque no nos ha hecho iguales a los pueblos idólatras y no nos ha constituido como a las familias de los paganos, pues estos se postran ante la nada y la vanidad e invocan a dioses que no pueden socorrerlos». Pese a que el texto ha sido interpretado por algunos como una alusión polémica al cristianismo, estas son expresiones que preceden notablemente al cristianismo y esta oración podría también haber sido tranquilamente una oración de los primeros cristianos...
«Mientras que nosotros nos arrodillamos y nos postramos ante el Rey de los reyes, Santo y Bendito sea, el cual creó la bóveda celeste y fundó la tierra [...] Por lo tanto esperamos, oh Eterno Dios nuestro, ver lo antes posible la gloria de tu fuerza para que desaparezcan las impuridades de la tierra y sean eliminados definitivamente los falsos dioses. Con el advenimiento de tu reino el mundo será perfecto». El advenimiento de tu reino, típica expresión judía, ¿no recuerda acaso también una oración cristiana?
«Todos los mortales invocarán tu nombre y todos los malvados se dirigirán arrepentidos a ti. Reconocerán y sabrán todos los habitantes del universo que solo ante ti deberán doblar sus rodillas, que solo a ti te deberán invocar las lenguas. Ante ti, oh Eterno Dios nuestros, doblarán y caerán, y a la gloria de tu nombre rendirán pleitesía. Todos aceptarán el yugo de tu reino y tú reinarás sobre ellos, pronto, en la eternidad». Esta es la continua repetición del concepto de reino que ha de llegar, que es además el instrumento poderoso del Adveniat regnuum Tuum. Como ve, en definitiva, somos parientes...
«Porque la realeza te pertenece a ti y en la eternidad tú reinarás gloriosamente como se dice en tu Torah: el Eterno reinará en la eternidad, y también está escrito: el Eterno será rey en toda la tierra, y en aquel día el Eterno será Uno y su nombre Uno. Y además está proclamado: Escucha, Israel, el Eterno Dios nuestro, el Eterno, es Uno». Esta oración nació para ser rezada en fin de año, y entre las oraciones de este tiempo que tienen un orden propio se rezan algunas que tienen como tema la realeza divina y se proclama a Dios Rey del universo. No sabemos cuándo nació, algunos la atribuyen a Josué, otros la colocan varios siglos después. Por su importancia se decidió leerla todos los días al final de las oraciones cotidianas.
La fiesta, 1925, Marc Chagall, Colección privada
Es innegable que ha habido una interpretación por parte de los propios fieles judíos en sentido polémico con respecto al cristianismo.
DI SEGNI: Sí, pero usted conoce ahora el texto auténtico. Un fruto del diálogo sobre el que yo insisto a menudo es precisamente este: que la relación de serenidad y respeto entre las religiones está en estrecha relación con la reducción de la agresividad de las partes. En el momento en el que hay agresividad hacia el judaísmo, éste reacciona levantando muros: «tú me tratas así y yo te digo que...», y viceversa. ¿Para qué sirve el diálogo? Para que una oración que nació como universal siga siendo así en la conciencia de quien la reza, sin transformarse en otra cosa, sin pisarnos los pies. Porque hay una oración y está el posible valor añadido de la alusión polémica, que se esquiva cuando baja la polémica.
Durante una de las jornadas del diálogo judío-cristiano explicó usted el universalismo judío partiendo de Noé, un hombre modesto y honesto que «avanzaba con Dios».
DI SEGNI: Para la Biblia, a Noé le bastó ser un hombre común que obedecía a Dios para salvarse y fundar una nueva humanidad entera. El cristianismo se presenta como religión abrahamítica, y Abraham en cambio “precedía” a Dios... El judaísmo en torno a Noé ha acogido la realidad de la doble salvación, es decir, que no es necesario someterse a la doctrina especial del sacerdocio israelita para conseguir premios futuros. Universalismo judío significa que es suficiente que cada uno siga el camino en el que se encuentra en el momento de su nacimiento y respete sus normas, es decir, el respeto de la creación, de los otros hombres y de la relación con Dios. Yo creo que cada uno por su camino, judíos y cristianos observantes, pueden llegar a la salvación. Pero si los judíos y los cristianos se convierten en misioneros celosos de la fe pura, ¿de qué sirve hablarnos?
Rabino, usted es un conocido seguidor del Roma. El equipo sostenido por la comunidad judía de Roma, el Roman, fue una de las tres sociedades que al fundirse crearon la A.S. Roma. Además, los colores de la camiseta de la A.S. Roma son los mismos que los del Roman. ¿Lo recordaba?
DI SEGNI: Qué quiere que le diga: por desgracia siguen existiendo judíos del equipo Lazio.
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