miércoles, 15 de abril de 2009

¿Por qué Moisés no es mencionado en Pesaj?


El planteo del problema
Es ciertamente una perogrullada hablar del rol central que juega Moisés en la historia del pueblo de Israel. Desde su elección en Horeb, la montaña de Dios, cuando Yahveh le dijo: ``Ahora, pues, ve; yo te envío a Faraón, para que saques a mi pueblo, los israelitas, de Egipto'' (Éxodo 3:10), pasando por la historia del éxodo, la entrega de las tablas de la Ley en el Monte Sinaí, la fijación de las bases jurídicas, cúlticas y doctrinales de la nación, y hasta el momento en que el pueblo ``de dura cerviz'' llegó hasta las puertas mismas de la ``Tierra Prometida'', Moisés se revela en la tradición bíblica como el héroe fundador de Israel. Por ello no sorprende, que la Torá concluya su relato sobre los orígenes del pueblo hebreo con un elogioso comentario sobre su persona: ``No ha vuelto a surgir en Israel un profeta como Moisés, a quien Yahveh trataba cara a cara, nadie como él en todas las señales y prodigios que Yahveh le envió a realizar en el país de Egipto, contra Faraón, todos sus siervos y todo su país, y en la mano tan fuerte y el gran terror que Moisés puso por obra a los ojos de todo Israel'' (Deuteronomio 34:10-12).
A la luz de este hecho, entonces, sorprende de sobremanera que en la Hagadá de Pesaj, el manual tradicional que se lee durante la cena pascual a los efectos de cumplir el deber religioso fijado por los sabios de ``relatar la historia del Éxodo de Egipto'', no se haga mención alguna de la figura de Moisés, a excepción de la cita bíblica que aparece en boca de Rabí José, el galileo, cuando dijo: ``¿De donde infieres que los egipcios fueron castigados en Egipto con diez plagas, y luego en el mar fueron castigados con cincuenta plagas? ¿Qué cita el texto respecto a Egipto? Los magos dijeron al faraón: dedo de Dios es éste (Éxodo 8:19). Y acerca del mar ¿cómo reza el texto? E Israel vio la gran mano que Dios aplastó a Egipto; entonces el pueblo temió a Dios, y creyó en Dios y en Moisés su siervo (Éxodo 14:31)...'' (Manual de Pesaj [ed. Pablo Link; Tel-Aviv: Editorial ``Sinaí'', 1949] p. 33). (Nota: La Hagadá de Pesaj no es una composición literaria en el sentido común del término. La obra no fue escrita por ningún autor determinado, o un grupo de autores, sino que se fue escribiendo ``por sí misma'' a lo largo del tiempo.
Según afirman los estudiosos, algunos materiales contenidos en ella tendrían como origen la época helenística, y otros la época tanaítica [siglos II-III e.c]. Este manual contiene citas extraídas de la Biblia, la Mishná [una colección de la Ley Oral editada para finales del siglo II e.c. por Rabí Judá el Príncipe] y el Midrash [materiales de carácter homilético], con interpolaciones de carácter ritual. Finalmente, diversos salmos y poemas religiosos fueron agregados al cuerpo del texto con el pasar del tiempo, hasta llegar a su formato actual para la época gaónica [siglos IX-X]. Para más información, ver el artículo ``Haggadah, Passover'' en: Encyclopaedia Judaica [Jerusalem: Keter Publishing House, 1971] vol. 7, cols. 1079-1104.)
¿Cómo explicar esta ausencia tan intrigante? ¿Qué razones podrían haber tenido los sabios en omitir la mención de Moisés, un personaje tan significativo en la historia de Israel, en una de las obras más populares del acervo judío ? ¿Una casualidad o un intento deliberado?

Primera explicación: una motivación teológica
Los estudiosos concuerdan en la sugerencia, que este fenómeno literario no sería el resultado de la casualidad, sino habría tenido como origen alguna razón ideológica. La primer hipótesis sugerida es que la omisión se habría debido a la voluntad consciente de los sabios rabínicos de neutralizar el papel jugado por Moisés en la historia del éxodo, a los efectos de ensalzar así el rol exclusivo de Yahveh como único liberador del pueblo hebreo. Como lo deja en claro la misma Hagadá al explicar en los siguientes términos teológicos el versículo bíblico ``Y Dios nos sacó de Egipto con mano fuerte y con brazo extendido, con gran espanto y con señales de milagros'' (Éxodo 26:8): ``Y Dios nos sacó de Egipto; no por medio de un ángel, tampoco por medio de un serafín, ni por medio de algún mensajero, sino el Santo, bendito sea, en Su gloria y en Su persona, como versa: Y pasaré por la tierra de Egipto aquella noche y heriré a todo primogénito en la tierrra de Egipto, tanto al hombre como a la bestia, y contra todos los dioses de Egipto haré juicio; Yo soy el Señor (Éxodo 17:12). Y pasaré por la tierra de Egipto aquella noche, Yo y no un ángel. Y heriré a todo primogéntio en la tierra de Egipto, Yo y no un serafín. Y contra todos los dioses de Egipto haré juicio, Yo y no un mensajero. Yo soy el Señor, Yo soy Él y ningún otro'' (op. cit., p. 27).
Esta estrategia tiene su antecedente en la Biblia misma, ya que como lo han demostrado los profesores Y. Zakovitch y A. Shinan de la Universidad Hebrea de Jerusalén (No está escrito así en la Biblia [Tel-Aviv: Iediot Ajronoth, 2004] págs. 42-49 [en hebreo]), se pueden identificar en la tradición bíblica dos estrategias totalmente opuestas para relatar el milagro del cruce de Israel en seco a través del Mar de las Cañas. Por un lado, la narración del libro del Éxodo presenta a Moisés como un verdadero socio en la acción salvífica de Dios, pero dejando siempre en claro que Moisés fue sólo un agente de Yahveh para llevar a cabo los portentos. Así, por ejemplo, se cuenta que Dios le ordenó a Moisés: ``Y tú, alza tu cayado, extiende tu mano sobre el mar y divídelo, para que los israelitas entren en medio del mar a pie enjuto'' (Éxodo 14:16). Y en cumplimiento fiel a la orden, ``Moisés extendió su mano sobre el mar...'' (v. 21), pero luego continúa el relato diciendo, que fue Dios mismo quien llevó a cabo el milagro: ``...y Yahveh hizo soplar durante toda la noche un fuerte viento del Este que secó el mar, y se dividieron las aguas'' (ibidem). De la misma manera, cuando se hizo necesario volver a juntar las aguas divididas, Dios le ordenó a Moisés: ``...Extiende tu mano sobre el mar, y las aguas volverán sobre los egipcios, sobre sus carros y sobre los guerreros de los carros'' (v. 26). Moisés seguidamente cumplió la orden: ``Extendió Moisés su mano sobre el mar, y al rayar el alba volvió el mar a su lecho...`` (v. 27), pero queda establecido que fue Yahveh quien realmente provocó la muerte de los enemigos de Israel: ``...Así precipitó Yahveh a los egipcios en medio del mar'' (ibidem).
Pero, por el otro lado, son numerosos los ejemplos en la Biblia en que en ocasión de hacer referencia a este mismo milagro, la tradición omite expresamente el papel jugado por Moisés en beneficio de la figura de Dios, presentándolo a este último como el único personaje de la historia. Por ejemplo, en el canto triunfal (Éxodo 15:1-18) cantado por Moisés mismo y los isrealitas después del cruce milagroso, no se hace mención alguna a su figura; todas las acciones le son atribuidas a Dios. Incluso, a diferencia de la referencia a la ``mano de Moisés'' (Éxodo 14:21, 27) en la narración en prosa, en este canto se dice claramente que ``Tendiste tu diestra y los tragó la tierra'' (15:12). O el caso de la versión de Rajab a los espías, cuando les dijo: ``...porque nos hemos enterado de cómo Yahveh secó las aguas del mar de Suf delante de vosotros a vuestra salida de Egipto...'' (Josué 2:10). O el ejemplo del salmista cuando cantaba: ``Venid y ved las obras de Dios, temible en sus gestas por los hijos de Adán: él convirtió el mar en tierra firme, el río fue cruzado a pie'' (66:5-6. Cf. también Salmos 114: 1-7; 78:13; 106:9-11; 136:13-15). Y de aquí su conclusión, que la razón de dicha omisión en algunas secciones de la Biblia habría tenido como objetivo evitar el culto a la personalidad de Moisés, temiendo que la atribución del milagro a su persona provocara hacia él admiración, hasta el punto de adorarlo por su poder. (Nota: Esta polémica en la Biblia en derredor de la identidad del verdadero responsable por los milagros se puede encontrar en otros relatos, como es el caso del profeta Eliseo [por ejemplo, 2 Reyes 4:8-37]. Sobre este tema, ver Y. Zakovitch, Sobre la concepción del milagro en la Biblia [Tel-Aviv, 1997] págs. 69ss. [en hebreo]).
Siguiendo esta misma línea de razonamiento, entonces, Avioz explica la ausencia de Moisés en el manual de Pesaj, afirmando que ``probablemente los autores de la Hagadá pensaron que sólo cabía atribuirle a Dios los hechos milagrosos. La combinación del nombre de Moisés de manera intensiva, como seguramente la situación obligaba, habría borroneado esta afirmación teológica'' (traducción mía) (Nota: Sobre esta hipótesis, ver el artículo de M. Avioz, ``La quinta pregunta: ¿por qué no se menciona a Moisés en la Hagadá de Pesaj?``, en: http://www.seliyahu.org.il/parasha/par5762/hpar62106.rtf [en hebreo]).
Segunda explicación: una polémica anti-samaritana
Otra posibilidad es la sugerida por el mismo Avioz, quien propuso que otra razón para la omisión podría haber sido una polémica anti samaritana. (Nota: Los samaritanos son un grupo religioso que se considera descendiente de Israel. Según la tradición bíblica, ellos serían descendientes de los pueblos que fueron traídos por los asirios de Mesopotamia en lugar de los exiliados del Reino del Norte. Para el siglo II a.e.c. los samaritanos se habrían convertido en una secta separada del cuerpo político del pueblo judío, practicando su culto en el templo situado en el Monte Gerizim, ubicado en las proximidades de la ciudad de Siquem).
Según esta nueva hipótesis, la centralidad de Moisés en la concepción samaritana, considerado como su único profeta (ellos sólo aceptan al Pentateuco como el único libro sagrado de la colección bíblica), y la creencia que el Ta¨eb, el salvador que habría de venir al final de los tiempos, sería un ``segundo Moisés'' (según lo anunciado en el Pentateuco: ``Yo les resucitaré, de en medio de sus hermanos, un profeta semejante a ti, pondré mis palabras en su boca, y él les dirá todo lo que yo le mande'' [Deuteronomio 18:18]), habría motivado a los sabios de la Hagadá a desdibujar la preponderancia de Moisés en el relato de liberación, en respuesta y polémica contra la doctrina de sus opositores samaritanos. (Nota: Esta elevación de la figura de Moisés por los samaritanos habría formado parte de una tendencia general presente en la literatura judía de la época greco-romana, en la cual el líder de Israel aparecía dibujado como ``un hombre divino'', con cualidades casi sobrenaturales. Como lo afirmaba Filón de Alejandría: ``Tal, en efecto, es el caso de Moisés, quien por la providencia de Dios llegó a ser rey, legislador, sumo sacerdote y profeta, y en cada una de estas funciones alcanzó los más altos méritos'' [La vida de Moisés II:3; en: Obras Completas de Filón de Alejandría; trad. J. M. Triviño; Buenos Aires: Acervo Cultural Editores, 1976; IV, p. 83. Sobre las imágenes de Moisés en la época post-bíblica, ver el artículo de D. M. Beegle ``Moses'' en: The Anchor Bible Dictionary [ed. D. N. Freedman; New York et al.: Doubleday, 1992] IV, págs. 916-918).
¡Jag Sameaj! Fuente Aurora Digital

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