domingo, 7 de noviembre de 2010

Columna JS en Comunidades "El boicot musical a Israel"

El boicot musical a Israel



Por Julián Schvindlerman

Comunidades 27/10/10



En una carta abierta al grupo de rock Guns N´ Roses, fechada 19 de octubre último, la Campaña Palestina para el Boicot Académico y Cultural de Israel, una organización asentada en Ramallah, expresaba “desazón al leer reportes de que ustedes están considerando dar un concierto en Israel este año” y lo instaba a no ser cómplice del “lavado de imagen de la ocupación, apartheid y crímenes de guerra de Israel”. Esta es una carta estándar que recibe prácticamente todo artista famoso que anuncie un viaje a Israel.



Algunos han cedido, como lo han hecho este año el cantante de pop Elvis Costello, el poeta rapero Gil Scout Heron, el músico de folk Devendra Banhart, la banda de rock alternativo los Pixies, y las menos conocidas Gorillaz y The Klaxons. (El guitarrista Carlos Santana canceló su performance en Israel pero no quedó claro el motivo).

Otros han mantenido sus planes para este año -o al menos han declarado así hacerlo al momento de recibir la presión de los saboteadores- como los músicos Rod Stewart y Elthon John, el ex-Beatle Paul McCartney, el cantante y poeta Leonard Cohen, la modelo y cantante de Rythm & Blues Rihanna, la guitarrista Joan Armatrading, la rapera Missy Elliott, la banda de Heavy Metal Metallica y la pianista de Jazz (y esposa de Costello) Diana Krall.



Otros han elegido una especie de punto medio, como el director de orquesta Daniel Barenboim, quien al visitar Israel usualmente regala a la audiencia frases pro-palestinas y óperas wagnerianas, o como Roger Waters, quien durante su estadía en Israel en el 2006 pintó graffitis sobre la valla de seguridad cerca de Belén. (El mes pasado, Waters acompañó un concierto suyo en los Estados Unidos con pantallas que mostraban una animación de aviones B52 arrojando bombas con forma de Estrellas de David seguidas de dólares, y también crucifijos, medialunas con estrellas, los logo de Shell y Mercedes Benz, y el Martillo y la Hoz). Para ciertos artistas el asunto de viajar a Israel- o en su caso, Palestina- es decididamente ideológico: la bella estrella libanesa de pop, Haifa Wehbe, quiso navegar a bordo de un barco hacia Gaza para quebrar el bloqueo marítimo israelí el pasado junio, pero los organizadores de la travesía, Hizbullah, lo impidieron debido a que su “desnudez… y vestir inmodesto dañará la reputación de todas las mujeres que forman parte del viaje”.



Desde su nacimiento y durante las primeras décadas de existencia, Israel ha enfrentado un boicot diplomático y económico de la Liga Árabe y demás naciones islámicas aliadas. Con el correr de los años, la Organización de las Naciones Unidas fue cooptada en pos de la batalla política contra el estado judío. Posteriormente, presiones fueron ejercidas sobre compañías relacionadas con Israel, por haber instalado fábricas en zonas disputadas, o por meramente haber listado Jerusalem como capital de Israel en sus folletos comerciales. En años recientes, agrupaciones palestinas han lanzado campañas de boicots académicos contra el estado judío. Esta ofensiva cultural es parte de este añejo ejercicio de sabotaje anti-israelí.



Para los israelíes, estos conciertos no son solamente entretenimientos musicales. Son confirmaciones de su integración a la aldea global, manifestaciones artísticas de que –finalmente- la existencia israelí ha sido normalizada, de que el largo esfuerzo en pos de la aceptación mundial ha sido recompensado, de que la meta del sionismo político en cuanto a que los judíos serían respetados al acceder a su propio estado y que serían tratados como una nación y no solamente como individuos, ha sido alcanzada. Cada concierto confirmado y cada concierto cancelado equivalen -en la apta caracterización de un israelí consultado por Yedihot Aharonot- a “un barómetro de nuestra resiliencia nacional”. Por eso, cada acontecimiento es celebrado, y cada anulación lamentada, exageradamente.



Pero es necesario ver las cosas en perspectiva. Israel prevalecerá aún sin Elvis Costello y The Pixies. Ellos pierden dinero y dignidad, y sus fans en Israel la oportunidad de escucharlos. Eso es todo realmente. En la sinfonía de la vida nacional, una nota disonante no estropea el concierto.

---Fe de erratas sobre nota anterior: Mario Vargas Llosa no siempre fue crítico de Israel, como he escrito en mi última columna. Tuvo un lejano pasado pro-israelí décadas atrás. Se llamó mi atención al respecto una vez publicada la nota, aquí la enmienda.

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