viernes, 12 de noviembre de 2010

PERASHA VAIETZÉ:

PERASHA VAIETZÉ:
"La guerra constante"


Nuestros sabios nos enseñan que: "Maaze abot siman labanim". O sea, que todo lo que sucedió con nuestros Patriarcas esuna enseñanza para nosotros, sus hijos. Por lo tanto debemos analizar profundamente cada versículo aunque parezca tratarse tan solo de una historia intrascendente. Encontraremos ahí la llave de la vida de todas las generaciones.
Al salir laacob Abinu de la casa de su padre con destino a Jarán, se encontró con tres rebaños de ovejas al lado de un pozo de agua tapado por una piedra muy grande. En la conversación tan particular que mantuvo con los pastores, y ante el reclamo de laacob de por que no seguían pastoreando a los animales, recibió como respuesta que debían esperar hasta que se reunieran todos las pastores para poder sacar la piedra que cubría el pozo. Cuando laacob vio que llegaba Rajel con las ovejas de su padre Laban hizo rodar la piedra y dio de tomar agua a los animales. Este suceso es comentado por Rashi: “sacó la piedra con mucha facilidad, como el que saca la tapa de una botella, para enseñarte que su fuerza era mucha” ¿Qué importancia tiene para nosotros que laacob era fuerte? Nuestros Jajamim nos enseñan que este hecho se repite en forma cotidiana, ya que la piedra representa al instinto del mal que no nos deja tomar de la fuente de agua espiritual y nos priva de la felicidad que ellacontiene.
Debemos ser como laacob Abinu, que pudo sacar la piedra porque decidió que realmente podía hacerlo y ahí encontró la ayuda de Di-s para concretar lo que él había empezado.
Existen situaciones en las que aparecen fuerzas que creíamos imposibles en el ser humano y le permiten -por ejemplo- correr kilómetros sin cansarse, levantar cosas pesadas que salvo en ese momento de desesperación no podría hacerlo. La explicación es que D” hizo a la persona con fuerzas que están dentro de él, pero que no son utilizadas en la vida, salvo que aparezca un peligro determinado, en donde surgen con todo su poderío.
Podemos vencer el instinto del mal. Tenemos dentro nuestro las fuerzas necesarias para hacerlo, pero debemos en principio enfrentarlo y así el éxito estará cercano. Sobre Batia -la hija del Faraón- nos dice la Tora que al ver la canasta de Moshe en el Nilo: "Vatishlaj et amata vatikaleha". Según la explicación de Jaza”l: "extendió su mano y la tomó'. A pesar de que la distancia era mucha se produjo el milagro de que la mano se extendió, y de esa forma pudo alcanzar a tomar la canasta. ¿Para que alargó su mano si de todas formas no llegaba? La respuesta es coincidente con nuestro tema: el milagro sucedió solo después que Batia hizo lo que ella podía hacer: extender su mano en forma normal. Quizás este fue el reproche de laacob a los pastores según explica el Sefat Emet: ¿por que no prueban sacar la piedra?, porque no es argumento que una vez no hayan podido, ya que no se debe caer en desesperanza, sino volver a intentarlo para ver que realmente podían hacerlo. Iaacob nos enseña que el instinto del mal nos presenta pruebas, pero que ellas no son más pesadas de lo quo podemos soportar y, si nos decidimos, podemos vencer ese desafío.

El instinto del mal es comparado con una mancha en la piel que ocasiona cosquillas. Todos pensamos que al frotarnos con fuerza obtendremos un provecho y la picazón se irá. Sin embargo y para nuestra sorpresa después de hacerlo la picazón aumenta y solo conseguimos provocamos una herida que sangra. El consejo del médico había sido no tocarla porque sucedería lo que el había vaticinado. La comparación es muy clara: el instinto del mal nos provoca e incita diciendo: "un poco, solo un poco”, y así caemos en sus redes que nos atrapan sin dejarnos salir.
La clave es decirle: "¡no! ¡nada!”, no negociar con él para que nos deje tranquilos en forma definitiva. No existen pomadas mágicas para esa mancha de la piel ni tampoco para vencer al instinto del mal. Solo el esfuerzo y la decisión, porque la vida fácil no existe para el lehudi.

En forma paradójica, el vivir de esta forma es lo que lleva a la felicidad. La persona liberal cree que el ortodoxo no disfruta de su vida terrenal para así poder heredar el mundo venidero.
Tranquiliza su conciencia pensando que si bien él no tendrá esa eternidad al vivir en forma liberal disfrutará por lo menos de los placeres de este mundo. Su falta de conocimiento sobre lo que es la Tora lo lleva a esa concepción errónea, ya que los limites que Di-s nos puso son para nuestro beneficio. Para el que no cumple la Torá, el provecho es el objetivo de la vida, pero para el que sirve a Di-s, el mundo y sus provechos son un medio para el objetivo final. Es ilógico pensar que una madre que no deja a su hijo comer chocolates o caramelos antes de su almuerzo quiere privarlo de ese gusto. Sólo un hijo necio puede pensar de esa manera, ya que la verdadera intención es que coma primero su comida y sólo después -en forma medida y con límite- pruebe los dulces. El Talmud cita en Julin 109 una lista de comidas prohibidas por la Tora y si alguien quiere saber el gusto de ellas puede comer otro alimento permitido que tiene el mismo sabor. Por ejemplo el cerebro de un pez con el nombre de Shibuta (¿la lisa?) tiene el mismo gusto que el cerdo, la ubre tiene sabor a carne y leche juntas y el hígado a carne con sangre. El mundo fue creado para la persona con sus limitaciones y sustitutos de los objetos prohibidos. Si alguien de todas formas quiere lo prohibido, es un problema particular digno de consultar con algún especialista psíquico.

Una vaca vive su vida de animal sin saber lo que pierde por no ser persona. Ella ve al ser humano pero no entiende su mundo cree que el máximo deleite que existe es poner su cabeza en el balde con la comida que le traen. Si supiera por un instante el valor de la persona se moriría de vergüenza o se suicidaría de desesperanza. El que no conoce lo que es vivir con Tora puede creer que disfruta y que el ortodoxo sufre, pero es por su ignorancia de no conocer la calidad de vida a la que se llega al aferrarse a los principios de Di-s. No se entera de lo que se pierde. Es como aquel pobre que vivió toda su vida en la miseria y al final de sus días supo que en la pared de su casa -donde todas las noches dormía- estaba escondido un tesoro. Es fácil de imaginar su sensación y sufrimiento al enterarse antes de morir que existía un tesoro al lado suyo y él no lo supo aprovechar.

Como conclusión laacob nos enseña que querer es poder, pero para eso debemos despertarnos de nuestro sopor, y acostumbramiento para llegar a ser lo que realmente podemos ser: lehudim íntegros en nuestro comportamiento con Di-s y con el compañero cortando de raíz al instinto del mal que nos incita a pecar. Así heredaremos la eternidad y viviremos con felicidad en este mundo, no siendo esclavos de nuestro deseos y ambiciones, sino libres de verdad al vivir con las indicaciones que el Todopoderoso nos dio en Su sagrada Tora.

Extraído de: “LA TORÁ Y LA ACTUALIDAD”
Rab. Rafael Freue shelit”a



PRECEPTOS DE JÁNUCA

1) Cada noche de los ocho días de Janucá deben prenderse las luminarias en el siguiente orden: la primera noche se enciende una en el lado derecho de la Menorá. La segunda noche se encienden dos, primero se enciende la segunda del lado derecho y después se enciende la que se encuentra a la derecha. La tercera noche se encienden tres y se comienza desde la tercera del lado derecho (y se vuelve encendiendo hacia el lado derecho). Y así, en este mismo orden, cada noche con una más hasta la octava noche que se encienden ocho.

2) Si una noche no ha encendido las luminarias, la noche siguiente encenderá la cantidad que corresponda a esa noche.

3) Es preferible encender las luminarias con aceite de oliva y mechas. Si no se tiene este tipo de aceite puede encenderse con velas de cera o de parafina (o con otro tipo de aceite que dé linda luz).

4) Debe colocarse bastante aceite en la Menorá para que las mechas estén encendidas media hora como mínimo. También si se encienden velas deben ser largas como para arder durante media hora.

5) Si se encienden velas, el precepto es embellecido con velas grandes.

6) Lo correcto es no apagar las velas aunque ya hayan ardido media hora. Si se deben apagar por un motivo especial, por ejemplo: se sale de la casa y no se las quiere dejar encendidas, u otra persona quiere encender las velas de Janucá y no hay otras velas, pueden apagarse después que han ardido media hora.

7) En la primera media hora del encendido, no debe realizarse ningún trabajo (coser, hacer arreglos, planchar, etc.).

8) No se puede encender una vela de Janucá con la otra, sino que se utiliza una vela especial para encenderlas (esta vela se denomina "Shamosh"). Después del encendido se la deja arder junto a las velas de Janucá. El shamosh será un poco más largo, o se coloca un poco más alto que las otras, velas de Janucá.

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