miércoles, 6 de agosto de 2014

ACERCA DE

Vida y martirio del ratón Farfur

Por Carlos Escudé 
Para LA NACION
10 de agosto del 2007

 Caricatura: Kovensky
En un episodio típico de una serie televisiva de Hamas, la apenas púber anfitriona Saara se dirige a otra jovencita con la que habla por teléfono: "Sanabel, ¿qué harías tú por la causa de la mezquita Al-Aqsa?" Una tímida vocecilla contesta desde el otro lado de la línea: "Yo dispararía".
Entonces, engalanado con moño y traje de etiqueta, tercia con voz aflautada un ratón de felpa hecho a imagen y semejanza de Mickey: "Sanabel, ¿qué debemos hacer si queremos liberar?" La voz en off interrumpe: "Queremos combatir". Pero el ratón insiste: "Sabemos eso. ¿Qué más?" Sentada a una pequeña mesa, la animadora apunta desde el tubo telefónico: "Queremos " Entonces, la titubeante Sanabel da con la respuesta y afirma con firmeza: "Aniquilaremos a los judíos". Pero Saara la incita a llegar más lejos: "Estamos defendiendo Al-Aqsa con nuestras almas y nuestra sangre, ¿no, Sanabel?". Y con este acicate, la niña del teléfono llega a su determinación final: "Yo cometeré martirio".
Después de un corte, el roedor anuncia: "Mis queridos jovencitos, estamos de regreso en el programa semanal Los pioneros del mañana , donde juntos asentamos los cimientos de un mundo gobernado por islámicos [ ]. Y recuerden que para convertirnos en amos debemos, ante todo, estar contentos con nuestro idioma árabe, que una vez gobernó este mundo". Sigue entonces una sesión de burla a la lengua inglesa y de glorificación del papel histórico del islam en la civilización mundial.
Este es apenas un extracto de uno de los capítulos de un programa emitido por la televisión palestina para adoctrinar a los niños en la jihad, el odio a los judíos y el terrorismo por vía del suicidio místico asesino. Se puede acceder a varios segmentos desde el sitio de Internet de Memri, una prestigiosa ONG dedicada a los medios del Cercano Oriente. Hasta hace pocas semanas, su principal protagonista era el heroico e infame ratón Farfur (a veces, transliterado como "Farfour").
Recientemente, debido a una lluvia de críticas internas, se eliminó al roedor. Los objetores adujeron que no se debe recurrir a un personaje del occidental Walt Disney para una causa tan loable como la de predicar la guerra santa entre los niños. En el episodio final, el simpático y valiente Farfur fue asesinado a golpes por un vil funcionario israelí. Este exigía la entrega de las escrituras de propiedades en Tel al-Rabi, o sea, Tel Aviv, legadas al ratón por su abuelo. El Mickey palestino defendió los títulos de su heredad con orgullosa vehemencia, acusando de terrorista a su victimario. Ahora, Farfur ha muerto. Se ha convertido en venerable mártir y ejemplo para los niños.
Pero su ausencia de las pantallas no llegó a sentirse, ya que en el episodio siguiente se presentó ante Saara una prima del ratón, la abeja Nahul, una creación original, sin contaminación foránea. Dijo en falsete a la aniñada y deslumbrada animadora: "Quiero estar en cada episodio contigo, como Farfur. Quiero continuar en su camino: el del islam, el del heroísmo, el del martirio y el de los mujaidines. [ ] Nos vengaremos de los enemigos de Alá, asesinos de los profetas y de los niños inocentes, hasta que Al-Aqsa sea liberada de esa roña". Regocijada, Saara contestó dulcemente: "Bienvenida, Nahul".
Con ésta y otras técnicas, Hamas forma a futuros terroristas en los territorios palestinos. Como se sabe, esta organización, fundada en 1987, se arraigó popularmente gracias al establecimiento de hospitales, escuelas y otros servicios sociales, financiados con dinero saudita e iraní. En las zonas en que está activa, la alfabetización ha aumentado. Como contrapartida de la educación gratuita que imparte, Hamas exige que los padres le juren lealtad.
El adoctrinamiento escolar se complementa con transmisiones de radio y televisión que emiten populares engendros, como el de Farfur y Nahul. Recientemente, la televisión de Hamas mostró a niños que egresaban de un jardín de infantes de Gaza. Los párvulos marcharon en formación militar con ametralladoras que dejaron caer al suelo para luego arrastrarse sobre sus estómagos y llegar a la meta, y jurar convertirse en jihadistas cuando sean grandes.
Esta socialización no es sólo producto de la perversión de una organización terrorista que gobierna parte de los territorios palestinos y arrasó en las elecciones de marzo de 2006. Se sostiene con un fuerte apoyo proveniente de países importantes. En algunos otros Estados hay fenómenos similares. Y es gracias a adoctrinamientos de este tipo que pudieron perpetrarse los grandes atentados lanzados en años recientes en Estados Unidos y Europa.
El peligro, que está lejos de limitarse al conflicto árabe-israelí, se agiganta con los años, pero los europeos no parecen dispuestos a reconocerlo en toda su dimensión. Reaccionan cual avestruces frente a los datos más alarmantes. Acosados por una indescifrable conciencia culposa, los biempensantes condenan los prejuicios y la discriminación de los occidentales frente a los musulmanes, a la vez que pasan por alto la prédica de personajes como Farfur.
Ellos sostienen que es injusto que se asocie el islam con el terrorismo y señalan que diversas encuestas (como las del conocido Pew Research Center) muestran que aproximadamente un 65 por ciento de los musulmanes de Francia y un 75 por ciento de los de España jamás condonarían la violencia contra blancos civiles occidentales.
Quienes así razonan no se percatan de que si un 65 por ciento de los islámicos franceses está en contra del terrorismo en toda circunstancia, hay un 35 por ciento que lo justifica en ocasiones especiales. En efecto, en el caso de la encuesta discutida en Madrid durante el simposio de la fundación Safe Democracy, al que asistí en marzo de este año, un 16 por ciento de los musulmanes franceses lo avala "a veces" y otro 19 por ciento, "raramente".
Por ventura, ¿qué pensarían esos nobles corazones si fuera al revés y apenas un 65 por ciento de los no musulmanes de Europa condenara toda violencia partisana contra civiles islámicos europeos? Pero semejante monstruosidad no pasa por la cabeza de nadie. Como el terrorismo mismo, la tolerancia hacia el terrorismo corre en una sola dirección.
En verdad, bien interpretados, los resultados de la encuesta son aterradores. En Francia hay unos 6 millones de musulmanes, casi el 10 por ciento de la población. En el Reino Unido, cerca de dos millones. Y en España, un millón. Es decir que en Francia, el caso más extremo, hay más de dos millones de islámicos entre los cuales los terroristas pueden cobijarse: no perpetran atentados, pero a veces pueden comprender a quienes lo hacen.
Pero la corrección política exige que apuntemos al creciente prejuicio occidental contra los musulmanes, en vez de dirigir nuestra atención al hecho de que los terroristas no están solos, como lo estaría un asesino serial. Gozan por lo menos de la tolerancia de grandes multitudes islámicas que no son terroristas. Con la circulación de personajes como Farfur en algunos de sus sistemas de socialización, no es extraño.
Y no es ésta la única asimetría. Las célebres caricaturas de Mahoma publicadas en diarios occidentales incitaban a los adultos a reír. En cambio, la prédica de Farfur y Nahul incita a los niños a matar y morir. Pero mientras el humor occidental desencadenó grandes desmanes por parte de musulmanes que en su mayoría no son terroristas, la vida y martirio del perverso roedor mereció apenas tres breves menciones en el New York Times , con motivo de su aparición, deceso y reemplazo por la abeja sucesora.
El de Occidente es un síndrome de inmunodeficiencia cultural adquirido. .
El autor es director del Centro de Estudios Internacionales de la Universidad del CEM

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