domingo, 24 de agosto de 2014

Carter vuelve a las andadas

20 Ago 2014 Escrito por José Antonio Zarraluqui de La Prensa. Nicaragua Publicado en Opinión tamaño de la fuente disminuir el tamaño de la fuente aumentar tamaño de la fuente Jimmy Carter junto a Fidel Castro coinciden en condenar a Israel Jimmy Carter junto a Fidel Castro coinciden en condenar a Israel Con la incursión israelí por Gaza reaparece el buenazo de Jimmy Carter. Tiene sepetecientos años y sigue con su humanitarismo, aunque no apunte bien. Ahora escribe al alimón con Mary Robinson, otra veterana, una pieza para ForeignPolicy.com en la que afirma que para lograr la paz en Oriente Medio basta con reconocer a Hamás como actor político legítimo. Son inolvidables sus ataques a Israel, sin olvidar la faena al sha que favoreció el ayatolismo, y sus defensas de los sandinistas y la Hermandad Musulmana. Otras veces sus campañas lo llevan a Pionyang en busca de paz y a sitios remotos para aliviar desastres naturales. Cada verano en su natal Georgia se cuelga un delantal con bolsillos llenos de clavos, blande un martillo y construye un tejado para algún desheredado de la fortuna. Carter, quien es físico nuclear, tuvo en cuenta las opiniones de su hija sobre cohetería, arsenales atómicos y la guerra fría desde que era una niña. Está contra la pena de muerte, sermonea en la escuela dominical y creó un centro para derechos humanos. Es casi un santo, una Teresa de Calcuta en plan varón y sin hábito. Cuando tiempo atrás se esparció la noticia de que el gobierno cubano desarrollaba ingenios biológicos de destrucción masiva, Carter no perdió tiempo en plantarse en La Habana. Los funcionarios locales brincaron alborozados y el comandante en jefe fungió de cicerone. Carter durante su presidencia jamás tuvo una aspereza para con la mafia terrorista caribeña, cosa que en la isla le agradecerán siempre. Fidel lo recibió en el aeropuerto, lo paseó y lo agasajó con un banquete a todo meter. Anfitrión e invitado hicieron honores a manjares y licores y, en ese ambiente camaraderil, el visitante formuló la pregunta crucial: —Comandante, ¿Cuba produce armas de destrucción masiva? Para qué fue aquello. Fidel puso las cejas como la punta de una flecha, abrió desmesuradamente los ojos y levantó el índice derecho: —¡Jamás y nunca! —replicó—. ¡Desde sus mismos inicios la revolución cubana se caracterizó por su generosidad, su ausencia de odio, por apelar a la persuasión antes que a la represión, por saber perdonar hasta a quienes cometían las peores atrocidades contra nosotros! ¡En la misma Sierra Maestra nos privábamos de las medicinas por curar a los que habíamos capturado en el campo de batalla! ¡Nos quitábamos la comida para alimentar a los que pretendían matarnos! ¡Porque la revolución es el mayor acto de amor concebible y porque...! —y, por ahí para allá, el rollo completo. Ojo, el rollo completo son siete u ocho horas. Cuando Fidel se embala no hay fuerza capaz de interponerse. Bueno, por lo menos en aquel entonces no había manera de frenarlo. Pero el pobre Carter lo menos que esperaba era una cosa así, de modo que entre la digestión pesada y el parloteo incesante no pudo más y se durmió. Cosa que no impresionó a Fidel, quien siguió como si nada, ¡ni mil ronquidos lo habrían callado! Hasta que al compañero parlanchín en jefe se le resecó la garganta y necesitó un sorbo de agua y dos de whisky. Entonces reparó en Carter: —¡Jaimito, despierta! A que te di mucha comida y te has apochonchado— y le arreó una cachetada. ¡Qué pasa! —dijo Carter— No pasa nada —lo tranquilizó Fidel—. Y no te dé pena, que hasta yo me apochoncho cuando como mucho. Pero espabila, que vamos a un juego de pelota —y con la misma le encasquetó una gorra beisbolera y lo arrastró al Latinoamericano—. De vuelta a los Estados Unidos el expresidente convocó una rueda de prensa en el Centro Carter de Atlanta. No cabía un alpiste y lo que los periodistas preguntaban al unísono era si Cuba producía armas biológicas. —Pues les puedo asegurar —les aseguró Jimmy— y de la manera más responsable porque lo averigüé donde lo tenía que averiguar, que las autoridades cubanas no persiguen la obtención de armas de destrucción masiva —y se quedó tan pancho—. Cuando este ser angelical fallezca seguramente encontrará una luneta en el cielo reservada para él. ©FIRMAS PRESS El autor es analista político. Cubano estadounidense http://www.laprensa.com.ni/2014/08/15/voces/207678

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