domingo, 24 de agosto de 2014

Comentarios sobre la realidad israelí: Una guerra no declarada

20 Ago 2014 Escrito por Rafael Arazi Publicado en Opinión tamaño de la fuente disminuir el tamaño de la fuente aumentar tamaño de la fuente Navi Pillay, alta comisionada de los DD.HH de la ONU ha demostrado que es un “poquito” parcial a favor de los palestinos Navi Pillay, alta comisionada de los DD.HH de la ONU ha demostrado que es un “poquito” parcial a favor de los palestinos La guerra en Gaza, a la que el gobierno de Netanyahu se ha empeñado en llamar “Operación Margen Protector” cumple ya más de cinco semanas. Mucho más de lo previsto aparentemente por las dos partes, antes del desbarranco al precipicio de la violencia total. En el momento de escribirse estas líneas, Hamas se apresuró a romper la tregua de 72 horas, anticipando su término. Ocho misiles fueron lanzados a territorio israelí. Tzahal contesto el fuego. Más tarde, el mediador egipcio anunció que palestinos e israelíes aceptaron ampliar la tregua por cinco días más. No hay duda de que Hamas no solo ha salido muy golpeado de esta acción, sino que la heterogénea conformación de su delegación en El Cairo, esta extremadamente confundida y busca no solo llegar a un acuerdo de apaciguamiento con Israel, sino regresar a Gaza con el trofeo de la victoria. Cuando se habían cumplido 28 días del inicio de las hostilidades y luego de haber destruido 32 túneles y miles de posiciones lanza misiles, Netanyahu anuncio que la misión había sido cumplida y Tzahal se replegó a la línea fronteriza. El gobierno de Netanyahu resolvió tomar la iniciativa y ya no solo reaccionar ante Hamas. Aunque la gran mayoría del pueblo de Israel, se ha mostrado a favor de asestar un golpe mortífero a Hamas, el gobierno no se ha dejado arrastrar por el instinto y el clamor popular. Por eso quizás, el pueblo ha sabido respetar y aceptar hasta el momento, su cauta actitud. Misma que le ha valido también, para obtener el apoyo de la oposición. La estrategia israelí nunca fue la de ocupar la franja de Gaza ni de hacerse cargo de la vida de sus habitantes. Tampoco se propuso destruir a Hamas y a su gobierno en ella. Siempre consideró preferible, contar con un interlocutor, aunque este sea su más feroz enemigo, a tener que enfrentarse a distintas facciones islamistas en total anarquía. Israel ha salido de Gaza dejando a Hamas aislado y abandonado, incluso por sus hermanos en Judea y Samaria. Que comparten el dolor de la población, pero no la acción de Hamas. El gobierno ha anunciado que no mantendrá ningún tipo de diálogo, mientras no se respete el alto al fuego total. Egipto por su parte, ha presentado desde un principio una posición dura e inflexible ante Hamas. Aparentemente para humillarlo a los ojos del mundo árabe y en especial ante la propia población palestina. Siendo Hamas una filial ideológica de la Hermandad Musulmana, buena razón tendrá el presidente egipcio A-Sisi para ello. Por otro lado, los egipcios son también parte directa de las negociaciones. En sus manos quedará la decisión de abrir o no el paso de Raffah, única conexión terrestre de Gaza con el mundo exterior. De tal manera que Hamas ha quedado sin ningún logro que podría justificar ante su población, la descabellada aventura bélica tomada. Hamas ha fracasado tanto en el campo militar, como en el diplomático. Solo ha ganado como era de prever, la batalla de la opinión publica. La parcialidad de los medios internacionales ha sido realmente asombrosa como vergonzosa. Han mostrado solo cuerpos de niños y mujeres heridos o muertos y barrios devastados. Pero por alguna razón, han obviado filmar en tiempo real, el lanzamiento de miles de misiles desde esas mismas áreas civiles. Esos misiles han sido fotografiados solo desde el lado israelí. No han visto uniformados ni han captado a un solo combatiente de Hamas. A ninguno de sus comandantes o dirigentes. Como si Israel hubiera salido a luchar contra indefensos civiles. Este es el momento de recordarle a la ONU y al mundo entero, que la prohibición a la entrada a Gaza de armas y maquinarias para su producción, fueron los incisos más importantes de los acuerdos firmados al final de los dos últimos enfrentamientos entre Hamas e Israel en 2009 y 2012 y refrendados por ese organismo internacional. Al escandalizado mundo que hoy condena a Israel por su “desproporcionada” respuesta a los ataques de Hamas, hay que recordarle que en 2005, Israel desmanteló 17 asentamientos agrícolas y abandonó unilateralmente la Franja de Gaza. Desde entonces, más de 10 mil cohetes han sido lanzados sobre territorio israelí. Por eso, si alguien imparcial quisiera hacer un cálculo realmente “proporcional” de esta confrontación, debería evaluar también, el número de víctimas israelíes potenciales que esos miles de misiles hubieran causado en las ciudades de Israel, de no contar Tzahal, con el sistema de defensa “Cúpula de Hierro”. Además de los miles de refugios que protegen a la población civil. Hamas no pensó en absoluto en su población civil, cuando con dinero de los países donantes, construyo una extensa red de túneles estratégicos. Ninguno de ellos fue usado para salvar una sola vida palestina. La ONU y su Comisión de DDHH, que hoy reprenden y condenan a Israel, son los directos responsables de esa macabra realidad gestada en Gaza, durante los últimos años. Quien podría explicar sino, la existencia de más de 10 mil misiles de origen iraní y la avanzada maquinaria para su fabricación, de las que Hamas hacia alarde antes de esta guerra? Hoy todo el mundo llama a concertar un acuerdo de paz entre Israel y Hamas. Olvidan que Hamas no podría nunca negociar con Israel, un acuerdo de esa naturaleza. Porque Gaza no es un país soberano, sino solo una porción de lo que tendría que ser el estado palestino. Porque al pueblo palestino lo gobierna la Autoridad Palestina y Hamas ha sido siempre una fracción rebelde. Porque Hamas es una organización terrorista, así declarada por la ONU y muchos países del mundo. Porque de ninguna manera representa a la mayoría del pueblo palestino. Y finalmente, porque en su Carta Fundamental ha declarado su férrea intención de destruir a Israel. No de acordar la paz con ella. Por ello, el gobierno de Netanyahu tiene ante sí, cuatro opciones factibles. a) anunciar de manera unilateral la conclusión de la operación “Margen Protector”, desconectarse de todo dialogo con Hamas y responder cada vez con mayor contundencia a sus ataques. b) Tratar de llegar a un acuerdo consensuado con la mediación de Egipto y la participación de la Autoridad Palestina, que establezca una distensión bélica a largo plazo y que incluya algunas concesiones que permitan aliviar la situación de la población civil palestina. c) Continuar y acrecentar el ataque por tierra, mar y aire, hasta asestar un golpe tan contundente a Hamas, que lo lleve a desistir de continuar luchando. d) Penetrar a la Franja de Gaza y destruir físicamente a Hamas. Esta última estrategia, aunque nunca fue una opción para Netanyahu, tiene como adeptos a por lo menos tres de los nueve ministros que componen el gabinete de seguridad. Observadores sostienen que por el momento, la opción preferencial del gobierno israelí sería la de llegar a un acuerdo consensuado que lleve a una calma prolongada. Aun bajo el entendimiento de que Hamas no renunciará nunca a sus principios fundamentales y a pesar de que ninguno de sus objetivos estratégicos fuera logrado No logró sembrar la muerte y la desolación en las ciudades de Israel con el lanzamiento de miles de cohetes de todo tipo y alcance. No pudo usar sus túneles para irrumpir a través de ellos, en medio de poblaciones israelíes y causar estragos humanos. Ni pudo secuestrar soldados israelíes vivos o muertos como era su intención. La opción de llegar a un acuerdo con la intermediación egipcia, le permitiría a Israel lograr una tregua sin límites preestablecidos. Esa tregua debería estar refrendada y controlada por los países árabes moderados, la Autoridad Palestina, EEUU, el Cuarteto Europeo y la ONU. Para ello, seria imperioso seguir preservando el silencioso apoyo de casi la totalidad de los países árabes moderados. Esta opción permitiría quizás, engendrar un proceso de desgaste interno de Hamas, que a la vez canalizaría gradualmente más autoridad al gobierno de unificación nacional, encabezado por Mahmud Abbas. De ninguna manera, Israel debería verse involucrado en ese proceso interno de cambio, en el seno de la dirigencia palestina. Pero si podría quizás, a través de una acción preconcebida, coadyuvar a la concreción de ese proceso. Para ello, Israel debería combinar una actitud dura y de castigo hacia cualquier intento bélico de Hamas, junto a una predisposición positiva para la reconstrucción de las zonas afectadas en Gaza. La rehabilitación de su población, flexibilizando además algunas de las medidas que han mantenido a Gaza en un sitio territorial. Netanyahu debería cambiar su actitud negativa hacia el gobierno de unificación palestino, declarando públicamente su cambio de postura y reanudando al mismo tiempo, las negociaciones de paz con Mahmud Abbas, interrumpidas hace solo tres meses. La oposición liberal y la izquierda, le brindarían todo su apoyo a ese giro estratégico. La derecha en cambio, lo rechazaría rotundamente. Porque hay quienes desde el vamos se oponen a la creación de un estado palestino independiente. Pero sobre todo porque por el momento, el gobierno israelí no puede asegurarle a la población una calma total y definitiva. Esto hace muy difícil el retorno de parte de la población fronteriza que abandonara temporalmente sus hogares, esperando volver a una realidad sin la amenaza de túneles y misiles. Así es que por el momento, y hay que reconocerlo, el ”operativo” en Gaza, como el gobierno israelí prefiere calificarlo, por razones internacionales y económicas internas, no ha resuelto de manera definitiva, el problema de eventuales acciones de terror esporádico desde Gaza. Por tal razón, Netanyahu enfrenta hoy una oposición cada vez más activa y osada en el gabinete de seguridad. Parte de los ministros del Likud, arrastrados por las posiciones extremas de los ministros de la coalición, Lieberman (Exteriores) y Benet (Economía), portavoces de la derecha nacionalista, quisieran ver una acción punitiva que acabe con Hamas. De no lograrse una pacificación a largo plazo, con garantías reales para Israel, sus mismos partidarios y la calle, le exigirán a Netanyahu cuentas políticas. Hay que señalar también, que días dramáticos se viven en la región, a causa del manto de muerte y exterminio que va dejando a su paso el Ejército Islámico en Irak y Siria, tocando ya las fronteras de Jordania, Líbano y Turquía. No es este el momento de hacer concesiones de ningún tipo al terrorismo islámico, advierten muchos. Por eso no es casual que, Egipto Arabia Saudita y una curiosa lista de países árabes, desde el Golfo Pérsico hasta el norte de África, hayan mantenido una posición adversa a Hamas. Creando una tácita y silenciosa alianza de intereses con Israel. Todos y cada uno de ellos, de acuerdo a sus intereses domésticos y geopolíticos, se congratulan por el contundente golpe que Israel le propinó al Islam fundamentalista, a través de Hamas en Gaza. Por otro lado, si Israel está en los grandes titulares de las noticias, eso hace olvidar al mundo, las miles de víctimas que se siguen cobrando a diario, los conflictos en Siria, Irak, Libia y Líbano, como así en varios piases africanos. La guerra en Ucrania y el avión de Malasia con 300 pasajeros a bordo, que fuera derribado por un misil de fabricación rusa, ya están casi olvidados. En algunos países del mundo los acontecimientos en Gaza han servido incluso, para despertar o enardecer aún más, los sentimientos anti judíos y anti israelíes siempre latentes. Israel no puede ser indiferente a su imagen ante la opinión internacional, pero ante todo debe impedir por todos los medios a su alcance, los propósitos asesinos de sus enemigos. Esa realidad no la comprenden los países del mundo, que para su suerte, nunca han tenido que enfrentarse a situaciones semejantes. El mundo no entiende que la cifra de muertos entre la población palestina pudiera haber sido diez veces mayor, si Israel hubiera actuado bajo la consigna de “tierra arrasada” y no alertara previamente a la población civil, de un futuro ataque a su área de residencia. O si Israel hubiera decidido interrumpir el suministro de energía eléctrica, agua y combustible con los que provee a la Franja de Gaza, originando una catástrofe humanitaria de gigantes proporciones. O si en medio de la lucha, hubiera detenido el paso de los 200 camiones diarios, que portaban alimentos y medicinas. O si hubiera dejado de atender a los cientos de niños y adultos gazaties internados en hospitales de Israel, desde antes de la irrupción del conflicto. ¿Que otro país se conoce en el mundo que en tiempos de guerra, hubiera actuado de tal manera? La pregunta a las personas sensatas es, ¿cómo habría de actuar un ejército regular que lucha contra una guerrilla urbana que dispara a los soldados pero en especial, sobre la retaguardia civil de Israel, desde casas, hospitales, escuelas, mezquitas y edificios de la ONU? En ambos bandos naturalmente, se llora ahora a las víctimas. Según los palestinos, las cifras alcanzan casi los dos mil muertos civiles y hay casi 10 mil heridos. ¿Que significa esa cifra? ¿Que entre los muertos no hubo guerrilleros del Hamas? ¿Que no lucharon y solo se escondieron en sótanos cavados debajo de viviendas y edificios civiles? Es posible que solo los civiles palestinos, enfrentaron al ejército israelí? Tzahal asegura que entre las dos mil víctimas palestinas hay más de mil guerrilleros muertos en combate. También en Israel se llora a los 64 jóvenes soldados muertos en acción de guerra y a tres civiles. Cada uno tiene nombre y apellido. Jóvenes veinteañeros que dieron sus vidas en una guerra que no tuvo alternativa. En Israel, ninguno de ellos es anónimo. No se trata de buscar proporcionalidad ni de reclamar el consuelo del mundo. Más de veinte mil israelíes asistieron a la sepultura de un soldado caído en Gaza, sin familiares en Israel. “Aquí nadie está solo. Todos somos padres, hijos o hermanos de todos”, afirmo uno de los presentes en el funeral, con el rostro compungido. Hamas en cambio, se empeña en abultar más aun la lista de víctimas. Sus muertos son un arma estratégica de gran poder. Pretende conseguir en los medios y la opinión pública internacional, lo que no pudo lograr en el campo de batalla. Ambos lados comienzan ahora también, a contabilizar los cuantiosos costos de esta guerra innecesaria y aun no concluida. En Gaza se habla de que serían necesarios más de 6 mil millones de dólares para la reconstrucción de las zonas afectadas. En Israel por su parte, se calcula que los gastos directos de la acción militar, alcanzarían los dos mil millones de dólares. Pero a esa cifra habría que sumarle los costos de indemnización por daños físicos causados por los misiles, a casas, vehículos e infraestructuras. Los reembolsos del Seguro Social por la pérdida de salarios de miles de trabajadores. Se deberá indemnizar a los agricultores por los productos no cosechados, desperdiciados o no exportados. A los industriales se les deberá cubrir daños por la producción industrial interrumpida y por la exportación postergada o perdida de sus productos. Se calcula que el costo total, podría alcanzar los cuatro mil millones de dólares. Cifra que vendría a sumarse al déficit presupuestario del 2.9%, calculado para este año. Además, existe el temor de que se produzca una recesión en todos los sectores de la actividad económica israelí. Especialmente en el comercio y en el turismo. Lo que afectará al índice anual de crecimiento. Es obvio que el ministerio de Defensa, reclamará remesas presupuestarias extraordinarias para reponer lo gastado durante la operación militar, como así también, para seguir impulsando el desarrollo y la supremacía tecnológica de Tzahal. Como por ejemplo, la construcción de un sistema que alerte sobre la excavación de túneles cercanos a la frontera. En Tzahal se afirma que no está lejos el día, en que ese dispositivo se logre e implemente. Mientras tanto, la Comisión de DDHH de la ONU se ha apresurado a condenar a Israel, como ya es rutinario. Luego ha nombrado a una comisión investigadora compuesta por tres prominentes juristas, quienes deberán investigar solo a Israel. La encabeza el canadiense William Shabas, quien en el pasado y reiteradamente ha anunciado públicamente, que quisiera sentar en el banquillo de los acusados de una corte internacional, a Benjamín Netanyahu y a Shimon Peres, para que sean juzgados por delitos contra la humanidad. En Israel, ya se relacionan con burla y desdén a todo lo que provenga de esa Comisión, comentando que no es necesario que los investigadores lleguen a Israel a investigar. El veredicto ya ha sido escrito. Solo falta que alguien lo firme. En realidad, nada se puede esperar de una Comisión de DDHH compuesta por 47 países, entre los que se cuentan adalides de esos derechos, tales como Siria, Irán, Corea del Norte y Cuba. Rafael Arazi.

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