Peisaj de mi niñez
>
> (por Rudy)
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> · Cuando yo era chico pensaba que Peisaj y
> Pesaj eran dos fiestas diferentes que coincidían en el
> tiempo: mientras en el shule se festejaba Pesaj, en mi casa
> se festejaba Peisaj
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> · Si en el colegio del Estado yo llegaba a
> decir “culo”, la maestra se enojaba mucho. Pero en el
> seider todos decíamos “culó*”, o “culanu*” y no
> pasaba nada.
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> * Son dos palabras que forman parte de las cuatro
> preguntas tradicionales de Peisaj
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> · Un tío que vino de Estados Unidos hablaba
> de los “matze balls”. Yo pensé que se refería a un
> deporte, que pronunciaba mal “baseball” o
> “básketball”. Años después supe que se refería a los
> knéidelej.
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> · Cuando yo veía cómo cocinaba mi bobe
> para Peisaj, me preguntaba si lo hacía así para recordar
> cómo trabajaban los judíos cuando eran esclavos en Egipto.
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> · El tío “Minegocio” (en realidad
> ‘Mainelocal’), a veces llegaba tarde al seider, porque
> “ justo cayeron clientes a último momento a “maine
> local”; Y el tío Efsher (‘Talvez’) le decía “ si
> fuera por vos, todavía estaríamos en Egipto, y Moishe
> Rabeinu te estaría pidiendo que te apures con el último
> cliente”.
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> · Al tío Ieisef le decíamos Eliahu Hanovi,
> porque cuando nadie lo veía se bajaba unas cuantas copitas.
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> · La bobe, a cada uno que servía algo, le
> preguntaba “¿Te gustó, te gustó?”. Con mis primos nos
> imaginábamos que ésa era una tradición de Peisaj, y que
> Moisés, cada vez que los judíos comían maná, les
> preguntaba “¿Les gustó, les gustó?. Creíamos que “
> las cuatro preguntas las hacía ella, y eran “¿Les gustó
> el jolodetz? ¿Les gustó el guefilte fish? ¿ Les gustó la
> sopa con kneidelej? Y ¿Les gustó el leikaj?”
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>
> · La que era una adelantada a su tiempo era
> la tía Rójele. Un año a cada seider trajo un novio
> distinto. El tío Shmulik comentó que, de haber diez
> seiders, Rójele habría hubiera tenido un minian para ella
> sola.
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> · Cincuenta y tres años de casados llevaron
> la bobe y el zeide. Nunca hubo entre ellos un sí ni un no.
> Siempre un signo de pregunta que iba y volvía -¿Dónde
> está el matze mail? -¿Y por qué tengo que saberlo yo?
> -¿Y quien querés que lo sepa, Moishe Rabeinu? -¿ Yo
> quién querés que lo sepa, no sos vos la que quiere
> saberlo? -¿Y si en lugar de criticarme vas y compras otra
> bolsita? -¿A esta hora? -¿Nu, a qué hora iba a ser? -¿no
> me lo podías haber pedido antes? -¿Y cómo querés que te
> lo pida antes, si se me perdió ahora?. Y así.
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>
> · En el seider habían muchísimos tíos
> Había tíos míos, tíos de mis padres, tíos “de la
> familia en general, aunque no se sabía de quien en
> particular”. Una vez que alguien entraba en el catálogo
> familiar bajo la categoría “tío”, no se la sacaba
> nunca más.
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>
> · Uno de los momentos más esperados y
> tradicionales del seider era el de las apuestas respecto de
> cual de los tíos: Shmulik, Gregorio o Yankl, sería el
> primero en mancharse la camisa con jrein. Cuando uno de los
> tres se manchaba, las mujeres de los otros dos, con orgullo,
> tomaban las servilletas y se las anudaban a sus maridos a
> los cuellos. Nosotros creíamos que era otra manera de
> recordar la esclavitud en Egipto.
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> · Todos sabíamos que la importancia de estas
> fiestas reside en transmitir. Sin embargo, era imposible que
> la bobe “transmitiera” la receta : lo máximo que
> llegaba a confesar era: “le puse un poquito de esto, un
> poquito de aquello, lo que tenía”.
>
>
> · La bobe nos servía leikaj a todos, y
> después le preguntaba a cada uno: “¿te corto otro
> pedacito?”. A los chicos varones esa pregunta no nos
> gustaba nada.
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>
> · Con mis primos una vez le tiramos una rana
> en el escote a la tía “nomequejo”, y todos se enojaron
> mucho, a pesar de que dijimos que estábamos intentando
> recordar las diez plagas de Egipto.
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