martes, 31 de agosto de 2010

Diálogo entre Palestina e Israel, un camino difícil

Diana Auz – sección mundo 29/8/10

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La secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, lo anunció hace más de una semana: los diálogos entre Israel y Palestina se retomarán el 2 de septiembre y durarán alrededor de un año. Pero, a cuatro días de las conversaciones, existe escepticismo de que se obtengan resultados positivos.

Las frágiles relaciones entre árabes y judíos se resquebrajaron más con la operación militar israelí “Plomo fundido” -el 27 de diciembre de 2008- contra el movimiento islámico Hamás en la Franja de Gaza (territorio palestino).

De este evento han pasado ya veinte meses, pero durante ese lapso se registró otro acontecimiento: en noviembre de 2009, el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, accedió, por presión de Washington, a suspender la construcción de los asentamientos judíos, que era una demanda de los palestinos para desbloquear el proceso de paz estancado.

La medida fue tomada con excepciones a las exigencias del presidente de Palestina, Mahmud Abbas, porque Israel anunció que seguiría la construcción de 3.000 inmuebles ya comenzados y la de instalaciones públicas en las colonias de Cisjordania.

Sin embargo, el problema que se avecina ahora es que la congelación para construir viviendas israelíes vence el 26 de septiembre y tiene en una encrucijada a Netanyahu, sobre todo porque está presionado por partidos de su gobierno de que levante la prórroga.

Así, en medio de la incertidumbre y la desconfianza, el Primer Ministro de Israel y el Presidente de Palestina han aceptado la invitación de la Casa Blanca para reanudar las conversaciones de paz.

El escritor argentino y experto en asuntos del Medio Oriente y África del Norte, Horacio Calderón, manifiesta a El Telégrafo que el tema de los asentamientos es uno de los puntos más sensibles en litigio que figuran en la agenda en Washington.

Actualmente hay cerca de medio millón de colonos judíos viviendo en más de 100 asentamientos desde que Israel ocupó esos territorios luego de la Guerra de los Seis Días de 1967, calcula el analista internacional.

Justamente el congelamiento concluye a fines de septiembre -explica- y Netanyahu tendrá que ejercer una enorme presión sobre sus aliados para lograr una extensión de la prórroga. “Y hablo de ampliación de plazos, no de terminar con tales construcciones, que sería improbable sin que termine desintegrada la alianza gobernante”, recalca.

El escritor, quien viajó a los territorios palestinos y se entrevistó con ministros de Hamás y de Al-Fatah (Partido de Mahmud Abbas), pudo confirmar in situ que las diferencias entre ambos movimientos son irreconciliables. “Hamás siempre será un obstáculo para cualquier proyecto que no coincida con su agenda, que no es fundar un Estado palestino, sino un emirato islamista regional que incluya a Egipto desde Gaza y a Jordania desde Cisjordania”, dice.

Ante ello, se arriesga a pronosticar que los diálogos no darán los resultados deseados. Estas conversaciones de paz -dice- no son de un proceso impulsado por actores como Egipto y Jordania, sino que vienen de una serie de presiones “insoportables” del mismo Barack Obama.

“El Presidente de EE.UU. necesita mostrar algún tipo de éxito en materia de política exterior, frente a las próximas elecciones de noviembre y a los desastres que enfrenta en los teatros de Irak y Afganistán. De ahí las presiones para que se concrete esa convocatoria”, opina.

El máster ecuatoriano en política internacional y especializado en el conflicto de Oriente Medio, Eduardo Álvarez, coincide con Calderón al considerar que existen otras razones para forzar el diálogo que pasa por la necesidad de Barack Obama de ofrecer resultados en los comicios parlamentarios.

Álvarez analiza que no existe una base de negociación definida ni buenas expectativas de las partes y, además, existe poca confianza en el mediador (EE.UU.), que ha planteado un diálogo sin condiciones previas, pero que “históricamente” ha permitido que uno de ellos tome ventaja y actúe al margen del derecho internacional, y pone de ejemplo el reciente asalto en aguas internacionales por las Fuerzas Armadas israelíes a la llamada Flotilla de la Libertad.

Para el analista político internacional argentino Julián Schvindlerman, el diálogo bilateral es un éxito en sí mismo, dado que la parte palestina se mostró renuente durante los últimos meses y prefirió en su lugar unas tratativas indirectas con mediación de terceros.

La Autoridad Palestina -precisa a este diario- radicalizó su postura luego de que la administración Obama hiciera de los asentamientos un tema estructural de la disputa, y se requirió una considerable presión estadounidense para persuadir a Abbas que debía desistir de elevar “precondiciones al diálogo y de que debía ser triangulado”.

Pero el experto considera que este diálogo es el comienzo, no el fin, y pone en perspectiva las posturas: Abbas ha dicho que si la moratoria no es extendida, los palestinos abandonarán las negociaciones. El Gobierno israelí -acota- está basado en una coalición que rechaza la paralización para construir asentamientos y, de mantenerla, correría “el riesgo de una convulsión interna”.

Sin embargo, Schvindlerman afirma que si este escollo se supera, y si los demás temas de la contienda se solucionan (refugiados, Jerusalén, fronteras), aún restaría lidiar con un gran inconveniente: el completo rechazo al Estado de Israel de Hamás.

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