19/8/10
Por George Will
Durante la intifada que comenzó en el año 2000, el terrorismo palestino asesinó a más de 1.000 israelíes. En proporción a la población estadounidense, vendrían a ser 42.000 personas, rozando el número de bajas de los ocho años de Estados Unidos en Vietnam. Durante el violento ataque, que comenzó hace 10 septiembres, los padres israelíes que mandaban al colegio a dos hijos los subían a autobuses diferentes para reducir las probabilidades de que ninguno volviera para cenar. Desde luego la mayoría de los estadounidenses puede imaginarse, incluso si sus líderes sordos como tapias no, lo chirriante que suena que esos líderes sermoneen a Israel acerca de la necesidad de "asumir riesgos por la paz".
Durante la visita en julio del Primer Ministro Binyamin Netanyahu a Washington, Barack Obama le elogiaba por "estar dispuesto a asumir riesgos por la paz". Hubo un tiempo en que eso se traducía en intercambiar "tierra por paz" -- Israel sacrifica algo tangible e irrecuperable, presencia estratégica, a cambio de algo intangible y perecedero, promesas de normalización diplomática.
El peso estratégico importa en una nación en la que casi todo el mundo es soldado, de forma que la sociedad no puede funcionar mucho tiempo con la nación íntegramente movilizada. De igual forma, antes de la Guerra de los Seis Días de 1967, el Israel de las fronteras establecidas por el armisticio de 1949 tenía por un extremo sólo nueve millas de ancho, un dato que invitó a George W. Bush a decir: en Texas tenemos autovías más largas. Israel intercambió un montón de territorio para lograr una paz formal con Egipto, renunciando al Sinaí, que es casi tres veces más grande que Israel y representaba el 89% del territorio capturado en el proceso de repeler la agresión de 1967.
La intifada fue emprendida por el difunto Yasser Arafat - terrorista y Nobel de la Paz - tras el encuentro de Camp David de julio de 2000, durante el que el entonces Primer Ministro Ehud Barak ofreció ceder el control de todo Gaza y más del 90 por ciento de Cisjordania, con pequeñas permutas territoriales para dar cabida al crecimiento de los suburbios de Jerusalén justo al otro lado de la frontera de armisticio de 1949.
Los israelíes son famosos por ser intratables, pero la intifada dio lugar entre ellos al consenso de que lo más que cualquier gobierno suyo podría ofrecer sin perder el apoyo interno es menos de lo que cualquier interlocutor palestino exigiría. Además, la intifada formaba parte de un patrón. Como cuando en 1936 y 1947, los rumores de partición provocaron actos de violencia árabe.
En 1936, cuando la Palestina de administración británica, la Comisión Peel llegó a la conclusión de que existía "un conflicto incontenible" -- una fórmula acuñada por un historiador estadounidense para describir la Guerra Civil de los Estados Unidos -- "entre dos comunidades nacionales dentro de los estrechos límites de un pequeño país". Y: "Ninguno de los dos ideales nacionales permite" alguna combinación "en interés de un único estado". La comisión recomendaba "una operación quirúrgica" -- la partición. Lo que siguió fue la Revuelta Árabe de 1936 a 1939.
El 29 de noviembre de 1947, las Naciones Unidas recomendaban un plan de partición. Israel aceptó la recomendación. El 30 noviembre, Israel era atacado.
Palestina cuenta con una capacidad aparentemente ilimitada de sacar tonterías a la luz, como hizo recientemente cuando el Primer Ministro de Gran Bretaña David Cameron se refería a Gaza como "un campo de prisioneros". En cierto sentido lo es, pero no en el sentido que pretendía Cameron. Su insinuación era que Israel es el cruel carcelero. El actual infortunio de Gaza se da bajo el puño de acero de Hamás, una organización terrorista.
En mayo, una flotilla fletada desde Turquía se aproximaba a Gaza con el fin de provocar la confrontación con Israel, que, al igual que Egipto, administra un bloqueo destinado a evitar que llegue armamento a Hamás. El disfraz de la flotilla era la ayuda humanitaria a Gaza -- donde la mortalidad infantil es inferior a la de Turquía y la esperanza de vida más alta que la turca.
Los israelíes de menos de 50 años no tienen recuerdo de su nación dentro de las fronteras de 1967 marcadas por el armisticio de 1949 que puso fin a la Guerra de la Independencia. El resto del mundo parece no tener memoria de cualquier cosa referente a las historias entrelazadas de Palestina y el pueblo judío.
La creación de Israel no implicó la destrucción de un estado palestino, no existiendo tal estado desde que llegaron los romanos. Y si el porcentaje judío de la población mundial fuera hoy el que era cuando los romanos gobernaban Palestina, habría 200 millones de judíos. Tras el tránsito únicamente peligroso a través de dos siglos sin patria, hay 13 millones de judíos.
Durante los 62 años transcurridos desde que se fundó esta patria sobre la sexta parte del 1% del territorio de lo que imprecisa e imprudentemente se denomina "el mundo árabe", los israelíes no han conocido nunca una hora de paz real. Los condescendientes sermones estadounidenses acerca de la realidad de los riesgos y lo deseable de la paz, que sonaban en tiempos simplemente presuntuosos, ahora resultan obscenos.
Fuente: The Washington Post
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.