domingo, 10 de agosto de 2014

CULTURA

El fuerte viento del sur ,con su soplo ,despejó para que la luna pudiera
asomar Su pálida cara ,y sus grandes ojos, que todo lo ve ,comenzó la
vigilancia que la noche le da.
Y es así como de todo se entera:
La madre esperando que vuelva el hijo ,que se demoró con los amigos.
El hombre que la última copa le hizo olvidar ,la hora de llegar a su casa.
El amante, que aprovechó la ausencia del marido, para estar un rato más
con su amada.
Los novios, que caminaban sin ton ni son ,perdidos en las calles ,tomados
de las manos, sin mirar el reloj.
El trabajador, que tiene que madrugar, aprovechando las horas de descanso.
El jugador, contando sus pérdidas y llenándose de alcohol.
Los padres, que vuelven del aeropuerto después de despedir a un hijo.
El amigo ,embriagado de alcohol ,porque hoy le toco despedir a un amigo
en el cementerio local.
El despechado, con la mano en su arma, esperando que la malquerida salga
a la calle.
Los amantes ,en la playa, en el bosque, en el jardín o en el zaguán ,procurando
calmar su sed.
El sereno ,que cabecea un sueñito antes que suene la alarma.
El ingrato ,que vuelve a su casa contando que tuvo una reunión ,y que su
señora, le siente olor de otra cama y de otro cuerpo.
Todo esto la luna, deberá saberlo antes que la luz le haga cerrar sus ojos,
hasta la próxima noche hasta la próxima ocasión.
**La Luna Vigila**

Mario Beer-Sheva

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