domingo, 10 de agosto de 2014

LACALLE HERRERA




SEÑOR SENADOR: Por favor, corregir y devolver al Cuerpo de Taquígrafos antes de la hora 12 del día 8 de Agosto de 2014.
A su vez, solicitamos a usted tenga a bien indicar en letra destacada del resto de la versión, las correcciones que estime del caso introducir.
Muchas gracias.


SEÑOR LACALLE HERRERA.- Pido la palabra.
SEÑOR LACALLE HERRERA.- Señora Presidenta: por supuesto que vamos a acompañar las dos declaraciones; creo que fue sabio separar un tema de otro.
Quisiera decir que estos días hemos escuchado todo tipo de opiniones sobre estos conflictos y, en concreto, hemos escuchado expresiones y opiniones de distinto valor, seriedad y fundamento. Me voy a detener en una que puede parecer banal o adjetiva. Siempre pensé que los Ministros eran Ministros uruguayos. Nunca se me ocurrió decir: «El italiano Solari es Ministro de Salud Pública»; nunca se me ocurrió agregar una segunda característica. No comparto que haya Ministros judíos; me parece que son Ministros uruguayos. El único que no era uruguayo era Venegas; los demás son todos uruguayos. De manera que creo que no corresponde agregarle «vasco», «gallego», o «mitad y mitad», porque si empezamos así, vamos a tener que calcular los porcentajes. Me parece que esas expresiones son totalmente de otra magnitud. Además, es como decir: «Mi salvoconducto es que tengo personas con un apellido de cierto origen y, entonces, porque las tengo, puedo hacer lo que quiero en esta materia». Esta es una anotación al costado, pero realmente nunca había visto que los Ministros se clasificaran según sus apellidos.
Ahora bien, como surge de las palabras de prácticamente todos los señores Senadores que han intervenido, el tema ha derivado de las pintadas con expresiones racistas hacia el conflicto que está vigente. De manera que quería agregar hechos –que por ser hechos, son incontrovertibles– que todos debemos tener en cuenta.
En primer lugar, en la región hay un solo Gobierno democrático, que es el de Israel.
En segundo término, cuando se realizó la partición decretada por las Naciones Unidas en 1947, se crearon dos Estados, el palestino y el israelí, y se dividió el antiguo mandato de Palestina, que estaba en manos británicas, prácticamente en dos mitades. De haberse aceptado esto, seguramente esos pueblos estarían viviendo en armonía y prosperidad, porque hay gente inteligente y trabajadora de los dos lados, pero el rechazo a la partición y al otorgamiento de estos territorios –por los cuales hoy, ahora, están tratando de ponerse de acuerdo– lo impidió. La aceptación de esa partición hubiera ahorrado cincuenta años de muertes y de conflictos al mundo entero.
En tercer lugar, Hamás no representa al Estado palestino; es una organización terrorista, entre cuyas finalidades está la destrucción del Estado de Israel.
En cuarto término, esta organización ha lanzado más de 8.000 misiles desde el territorio de Gaza sobre el territorio judío sin dirección, es decir, a lo que salga. Son misiles de distinto alcance y los últimos que tienen llegan hasta Haifa. Y los lanzan a donde caigan, en plena ciudad, en aeropuertos –estuvieron cerca del Aeropuerto Ben Gurión–, etcétera. Si no hay más daños, es porque el sistema de defensa israelí es muy eficaz. De manera que también podría haber una gran cantidad de niños, mujeres, iglesias y sinagogas destruidas si no fuera tan eficaz el sistema. En esta perversa lógica, quizás Israel tendría que dejar que le mataran un par de cientos de chiquilines y de mujeres en un mercado para poder, entonces, empatar en esta cuenta de la muerte tan terrible.
En quinto lugar, las ubicaciones de lanzamiento de los misiles –sobre todo los más pequeños, que son portátiles, prácticamente se tiran desde el hombro y su instalación es mínima– son lugares donde hay gente –en escuelas, mezquitas, casas de familia–, y cuando del otro lado se detecta el lanzamiento de un misil, ahí se dirige la respuesta. Por lo tanto, se está usando a la población civil, para este terrible fin, de escudo o para lograr las escenas que se ven en toda la televisión del mundo, donde hay un sesgo reconocidamente antisraelí o antijudío, diría yo.
Finalmente, quiero decir que todos estos temas tienen un inicio indispensable de solución, que es el reconocimiento del derecho del Estado de Israel a existir. Es la única nación en el mundo a la que se le niega el derecho a existir. Y nosotros, que pertenecemos a un país chico que nació a pesar de los vecinos –por supuesto que en circunstancias mucho menos dramáticas que estas–, tenemos que ser enfáticos en cuanto a que, mientras no se acepte por todas las partes, estatales u organizaciones de otro tipo, que el Estado de Israel tiene derecho a existir y prosperar en su territorio, vamos a decir que estamos junto al Estado de Israel.

Muchas gracias, señora Presidente.

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