Por: María Laura Avignolo
El mayor problema para la presidenta Cristina Fernández de Kirchner en Qatar no será ser mujer en un muy conservador país musulmán abierto al mundo, sino sortear el terreno minado de participar en la Liga Arabe.
Se trata de una conferencia donde sus líderes se pelean, insultan y odian por sus respectivas posiciones sobre Gaza, Irán, Palestina, el mundo occidental o la orden de captura internacional por genocidio en Darfur al presidente sudanés Omar Al Bashir, que decidió el fiscal de la Corte Penal Internacional, el argentino Luis Moreno Ocampo y que el mundo árabe ha desobedecido.
Al Bashir está en Doha, como signo de solidaridad a su posición y compartirá la asamblea con la presidenta. El gran ausente será Hosni Mubarak, el presidente egipcio y uno de los mayores socios comerciales de Argentina.
Cristina no usará chador en su corta estancia. Ni la larga abaya negra que les cubre el cuerpo entero ni la hijab o pañuelo que protege modestamente sus cabellos son obligatorios para los no musulmanes en Qatar.
Las mujeres occidentales deben cubrirse pudorosamente sus rodillas, los hombros y los brazos como una señal de respeto. Si es posible, un foulard que oculte el cuello puede evitar miradas molestas, pero no es indispensable esconder el cabello y menos, cuando ejerce el rol de Jefa de Estado. Los pantalones no son bien vistos pero aceptados. Probablemente, lo más importante sea no usar colores fuertes ni estampados electrizantes para no llamar la atención o ajustados tailleurs en la cintura. Deberá evitar tocarse el pelo todo el tiempo.
Pero hay ciertas actitudes que deberá evitar la presidenta Kirchner: frenar absolutamente las demostraciones públicas de afectos, como besos, abrazos, palmaditas a amigos varones u otros presidentes y jamás usar la mano izquierda para comer en público, dar la mano o entregar documentos.
A los árabes no les gusta estrechar la mano a una mujer pero los líderes aceptarán el desafío.
Cristina deberá ser puntual: al protocolo en Qatar se lo enseñaron los británicos. La hospitalidad es vital y no podrá rechazar nada de lo que le ofrezcan: desde refrescos a regalos, así dure la entrevista sólo cinco minutos. Pero siempre recibirá y entregará todo con la mano derecha.
En elegancia, clase y posiciones políticas va a tener una implacable competidora: la sheika Mozah bin Basser Al Missned, la única esposa pública del Emir y que rivaliza con la reina Rania de Jordania y la princesa Haya de Dubai en mundanidad, alta costura, inteligencia y compromiso.
El Emir de Qatar tiene múltiples esposas desconocidas para sus súbditos. Pero la sheika tiene un rol público inédito con su inglés impecable, su turbante que no es hibaj, sus joyas espectaculares y sus taileurs de largas polleras diseñados por Valentino o John Galliano. En Occidente usa trajecitos estilo Bussines .
En los últimos años, Qatar, con sus enormes reservas de gas, logró transformar su desierto en uno de los centros financieros más competitivos, con un boom inmobiliario, proyectos culturales gigantes y la creación de Al Jazeera, la televisión árabe global.
Es parte de la estrategia del Emir de colocar a Qatar en el mundo, sin abandonar su conservadurismo doméstico pero con una visión internacional, para la consolidación de los proyectos de apertura de uno de los países más ricos del mundo.
Es en busca de esas esquivas y billonarias inversiones que la Presidenta argentina decidió concretar esta visita a Qatar. Va a ser uno de los pocos países del mundo que podrá sobrellevar la crisis global.Fuente Clarin.com
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