domingo, 15 de agosto de 2010

Sacrilegio en la Zona Cero


El islam no es más islamista intrínsecamente que Nazi es la Alemania actual -- pero a pesar de la inocencia de la Alemania contemporánea, a ningún alemán de buenas intenciones se le ocurriría proponer un centro cultural germano en, digamos, Treblinka.

Por Charles Krauthammer

Un lugar pasa a ser sagrado mediante la creencia extendida de que fue visitado por lo milagroso o lo trascendente (Lourdes, el Monte del Templo), mediante la manifestación de una gran nobleza y sacrificio en algún momento del pasado (Gettysburg), o mediante la sangre de los mártires y el indescriptible sufrimiento de los inocentes (Auschwitz).
Cuando hablamos de la Zona Cero como suelo sagrado, lo que queremos decir es que pertenece a aquellos que sufrieron y murieron allí -- y que tal titularidad nos obliga a nosotros, los vivos, a preservar la dignidad y la memoria del lugar, sin permitir nunca que se olvide, se trivialice o se malverse.
Ese es el motivo de que la propuesta de Disney a principios de la década de los 90 de construir un parque temático de la historia estadounidense en las inmediaciones del Parque Manassas Battlefield fue tumbada por una amplia coalición temerosa de la vulgarización de la Guerra Civil (y más inteligente que yo; en aquel tiempo vi obtusamente escaso perjuicio en la empresa). Es el motivo de que el mirador comercial levantado justo en el límite de Gettysburg fuera desmantelado por el Servicio de Conservación. Es el motivo de que aunque nadie pone pegas a los centros culturales japoneses, la idea de construir uno en Pearl Harbor resulte ofensiva.
Y de que el Papa Juan Pablo II ordenase a las monjas Carmelitas abandonar el convento que habían establecido en Auschwitz. No estaba devaluando en absoluto su misión sincera de rezar por las almas de los muertos. Les enseñaba una lección de respeto: no es vuestro sitio, pertenece a otros. Al margen de lo pura de vuestra voz, mejor que reine el silencio.
Hasta el alcalde de Nueva York Michael Bloomberg, que denunciaba a los detractores del centro islámico y mezquita de 15 plantas propuesto en las inmediaciones de la Zona Cero como violadores de la libertad religiosa, pedía a los organizadores de la mezquita "que muestren cierta sensibilidad especial hacia la situación". Aún así, como apuntaba con acierto el columnista Rich Lowry, la administración no pinta nada diciendo a las iglesias cómo tienen que desarrollar su labor, modelar su mensaje o mostrar "sensibilidad especial" hacia nadie con nada. Bloomberg estaba reconociendo inadvertidamente por tanto el razonamiento de aquellos a los que critica con virulencia por oponerse a la mezquita, a saber, que la Zona Cero es realmente diferente a cualquier otro sitio y por tanto puede seguirse allí un criterio único de administración.
La implicación de Bloomberg está clara: Si la mezquita propuesta estuviera controlada por radicales islamistas "insensibles" que excusan o celebran el 11 de Septiembre, él no iba a apoyar su construcción.
Pero entonces, ¿por qué no? Según la expansiva versión de la libertad religiosa que tiene el propio alcalde, ¿qué derecho tenemos a dictar el mensaje de cualquier mezquita? Además, como cuestión práctica, no hay ninguna garantía de que esto no vaya a pasar en el futuro. Las instituciones religiosas de este país son autónomas. ¿Quien dice que la mezquita no va a contratar algún día a Anwar al-Aulaqi -- el líder espiritual del pistolero de Fort Hood y el terrorista de las Navidades, e imán puntual de la mezquita de Virginia a la que asistían dos de los terroristas del 11 de Septiembre?
Un Aulaqi predicando en Virginia constituye un problema de seguridad. Un Aulaqi predicando en la Zona Cero constituye un sacrilegio.
El emplazamiento importa. Este emplazamiento en especial. La Zona Cero es la escena del crimen colectivo más grave de la historia estadounidense -- perpetrado por musulmanes de una ortodoxia islamista concreta en aras de cuya causa murieron y en cuyo nombre asesinaron.
Por supuesto esa variante representa sólo a una minoría de los musulmanes. El islam no es más islamista intrínsecamente que Nazi es la Alemania actual -- pero a pesar de la inocencia de la Alemania contemporánea, a ningún alemán de buenas intenciones se le ocurriría proponer un centro cultural germano en, digamos, Treblinka.
Lo que te hace dudar de las buenas intenciones detrás de la propuesta del imán Feisal Abdul Rauf. Éste es el caballero que ha llamado a la política estadounidense "un accesorio del crimen" del 11 de Septiembre y que, preguntado hace poco si Hamás es una organización terrorista o no, respondía, "Yo no soy un político... La cuestión del terrorismo es un tema muy complejo".
América es un país libre donde se puede construir lo que se quiera -- pero no en cualquier parte. Es el motivo de que existan las ordenanzas municipales. No puede haber licorerías en las inmediaciones de un centro escolar, no puede haber complejos comerciales donde puedan ofender las sensibilidades locales y, si su casa no cumple el reglamento arquitectónico comunitario, no puede construirla de ninguna forma.
Estas restricciones obedecen a motivos de estética. Otras obedecen a razones mucho más profundas de decencia común y respeto a lo sagrado. No puede haber miradores comerciales sobre Gettysburg, no puede haber conventos en Auschwitz -- y no puede haber mezquita en la Zona Cero.
Constrúyala en cualquier parte menos allí.
El gobernador de Nueva York ofrecía ayuda para encontrar terreno para levantar la mezquita en otro lado. Una mezquita realmente destinada a tender puentes, la ostensible esperanza de Rauf a la que destinar la estructura, aceptaría la oferta.
Fuente: The Washington Post

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.