lunes, 10 de enero de 2011

“El judaísmo sólo importa si logra dejar una marca en la sociedad

Por qué un argentino, graduado en el
Hebrew Union College, aceptó volver a
Argentina para dirigir una congregación en
un año como fue 1974?
El día que salí de Río de Janeiro, Juan
Domingo Perón murió en Argentina. Cuando
llegué ya estaba Isabelita con López Rega
arraigado y empezaron las experiencias de la
Triple A. La decisión de venir a Argentina
había sido tomada antes, cuando el rabino
León Klenicki -de la congregación Emanu El-
, decidió volver a Estados Unidos. Desde ese
momento me empezaron a llamar a mí. Yo
en principio había dicho que no, pero lamentablemente
en el ’74 mi padre falleció y
quise volver a Argentina. La corriente reformista
me impulsó para hacerlo, ya que ellos
estaban interesados en que continuase la
labor de Klenicki. Habían hecho una inversión
en crear Emanu El, la única sinagoga
reformista, y querían que continuara.
¿Cómo es que estando tan “recién llegado”
te acercaste a la Asamblea Permanente por
los Derechos Humanos?
El periodista Heriberto Kahn, uno de mis
amigos de la infancia, denunció a la Triple A
desde La Opinión. Comenzó a recibir amenazas
por lo que publicaba y durante un tiempo
se escondió en mi casa con su esposa
hasta que lo sacamos a Colonia (Uruguay).
Fue en el contacto con él que me fui informando.
Además, Emanu El era una congregación
pequeña y yo tenía tiempo, disponibilidad
e inclinación por las cuestiones de
derechos humanos. La APDH me atrajo porque
era multipartidaria y multi-religiosa y
entré prácticamente desde su fundación.
En el Informe final de la DAIA del año 1984,
tu vinculación con la APDH fue registrada
como una acción que realizaste en representación
de esta entidad.
La secuencia fue la siguiente: yo entré a trabajar
en la APDH y Resnizky -el presidente
de la DAIA- me llama después para ver si yo
quiero ser el representante informal de la
DAIA en la APDH. Yo no fui a la APDH por un
pedido de DAIA. Mi participación en el organismo
tenía que ver con un llamado ético y
religioso, que no mucha gente entendía.
Cuando me acusaban de hacer política, les
decía “yo no hago política, yo sólo reflejo la
tradición profética del judaísmo”, que es
una tradición de denuncia. Pero vale destacar
que la mayoría de la gente que se acercaba
a activar en la APDH era porque tenía
en su círculo íntimo a un familiar desaparecido.
“El judaísmo sólo importa si logra dejar una
marca en la sociedad”
En una prédica tuya del año 1979 en plena
dictadura, señalabas que “cuando el judío
ante la realidad de un desaparecido encoge
los hombros para tímidamente exclamar
‘algo habrá hecho’, es que ha vaciado a su
judaísmo de cualquier contenido ético que
justifique la lucha por nuestra continua
sobrevivencia” ¿Con qué reacciones te
encontrabas ante dichas palabras?
Cuando yo hablaba de derechos humanos,
había gente que se levantaba y se iba de la
sinagoga en medio de la prédica. Algunos
enojados me decían “no nos comprometas”.
Pero yo creo que era ese el ámbito
para hablar de estos temas y era por eso
que ciertas personas venían.
Una de las cosas más interesantes que
recuerdo fue que una de las personas que
se levantaba y salía de la sinagoga cuando
yo hablaba sobre derechos humanos, años
después -cuando Alfonsín era presidente-,
me dijo: “pero si vos estabas tan metido
¿por qué no nos hablabas de eso?”. Ahora
entiendo que durante los años de la dictadura
no tenían capacidad de escuchar.
Además, que la reacción de enojo no era
porque se identificaban con la represión
sino porque tenían miedo. Era la reacción
de cualquier persona cuando el hijo del
vecino desaparecía en medio de la noche,
se levantaba a la mañana y decía “algo
habrá hecho” y entonces “a mí no me va a
pasar porque yo no hice nada”. Era la negación
total.
Es interesante lo que mencionas, una especie
de mecanismo de miedo que devela
cierta necesidad de resguardo y búsqueda
de seguridad. ¿Es cierto que habías escrito
una carta en caso de que algo te pasara?
Sí, mi esposa y mi secretaria tenían cada
una de ellas una carta que decía con quién
tenían que comunicarse en caso de que
algo me ocurriese. Allí figuraban los teléfonos
de las embajadas con las que yo tenía
más contacto y con dos organizaciones de
Estados Unidos que podían haber hecho
algún ruido si algo pasaba. Una era la sede
central del movimiento reformista y la otra
era la Liga Internacional de Abogados por los
Derechos Humanos. A algunos de los miembros
de esta última los había conocido en
Nueva York cuando iba a recaudar fondos
para la APDH. Pensé que eran indicados para
llamarlos porque me conocían.
Hay dos reuniones que me llamaron la atención
que sucedieron durante la visita de inspección
que realizó la CIDH-OEA3 a la
Argentina. Una fue en la casa de Marshall y
la otra fue en la congregación Emanu El ¿Por
qué motivo se realizaron estas reuniones
privadas?
A la casa de Marshall fueron tres o cuatro
miembros de la Comisión para el almuerzo
de Shabat. Fue una conversación informal,
bastante amena en la que no participaron
familiares de desaparecidos. Se transformó
en un encuentro no tan privado ya que un
periodista lo publicó. La de Emanu El permaneció
en secreto porque vinieron dos
miembros de la Comisión a entrevistarse
con gente que no podía aparecer en las filas,
era gente buscada o que tenía miedo de ser
vista públicamente. Ellos pidieron un lugar
que pueda ser más privado y les ofrecí mi
congregación. Era sábado a la tarde, mandé
a la juventud a hacer actividades afuera de
la comunidad, y me quede solo en el edificio.
Cuando llegaron los miembros de la
Comisión, les mostré el lugar y ellos se
encargaron de todo durante un par de horas.
No tuve nada que ver con las entrevistas ya
que me quedé en mi oficina hasta que culminaron.
Hay diferentes historias que se cuentan en
relación a tu salida del país en el año 1980.
Algunos hablan de que te fuiste amenazado,
otros de que fue después de un atentado en
el que le cortaron los frenos a tu auto o algo
por el estilo…
Las razones por las cuales me fui fueron
revestidas de una mítica que no era verdadera.
Hubo una gran historia de que me fui
amenazado, pero en esa época ya no había
más amenazas. Me fui… un poco… no derrotado…
pero sí cansado, convencido de que
ya no había desaparecidos con vida. Me fui
porque consideré terminado mi trabajo en la
APDH. Hubo un incidente en que a través de
la embajada norteamericana, vi un informe
de Amnistía Internacional en el que figuraba
uno de los muchachos desaparecido
cuyos padres, de apellido Weisz, yo conocía
y estaba acompañando. Al ver el informe
me convencí de que el hijo estaba muerto.
La gran pregunta que los padres siempre
hacían -los padres judíos hacían- era si
podían recitar el kadish por sus hijos. Y yo
les decía que no mientras hubiese esperanzas.
Pero luego de leer el informe, llamé a
los padres y les dije, “lamento pero Uds.
me preguntaron, y yo les dije que iba a ser
honesto, creo que es hora de decir kadish.”
Veinticuatro horas después, tenía una delegación
de las Madres de Plaza de Mayo en
Emanu El protestando y diciéndome “con
qué derecho yo les sacaba la última esperanza”.
Ese día volví a casa y le dije a mi
mujer “no hay nada que hacer acá”. Y como
me habían ofrecido el puesto rabínico en
Río, los llamé y les pregunté cuándo empezaba.
Ya no tenía la confianza de los parientes
de los desaparecidos, el trabajo congregacional
en Emanu El no me entusiasmaba
-no había posibilidad de crecer, como noortodoxo,
Buenos Aires le pertenecía a
Marshall y al Seminario Rabínico
Latinoamericano- y comenzamos a preparar
la partida.
Finalmente, antes te referiste brevemente a
tu participación en APDH por tu identificación
con una tradición profética, ¿a qué te
referías?
Desde mi punto de vista, y que es una
constante en mi trabajo como rabino,
entiendo que el judaísmo sólo importa si es
relevante para el mundo. Si es sólo relevante
para mí, no sirve. Sobrevivir como
judío como una cosa étnica solamente no
me interesa. Hay que descubrir algo en el
judaísmo para compartir con la sociedad
mayor en la que uno vive. Es la forma en la
que entiendo el ser judío emancipado.
* Lic. En Ciencias Políticas. Doctoranda en Ciencias
Sociales (UBA). Becaria de CONICET.
2 CIDH-OEA (Comisión Interamericana de Derechos
Humanos de la Organización de Estados Americanos)
“Cuando yo hablaba de derechos
humanos, había gente
que se levantaba y se iba de
la sinagoga en medio de la
prédica. Algunos enojados me
decían ‘no nos comprometas’.
Pero yo creo que era ése el
ámbito para hablar de estos
temas y era por eso que ciertas
personas venían”
EL RABINO ROBERTO GRAETZ PARTICIPÓ EN LA APDH EN TIEMPOS DE LA DICTADURA MILITAR
EN NUESTRO PAÍS MUCHOS LO RECONOCEN COMO EL RABINO QUE SE INVOLUCRÓ EN LA CAUSA POR LOS DERECHOS
HUMANOS DURANTE LA ÚLTIMA DICTADURA MILITAR (1976-1983). PARAALGUNOS FUE LA FIGURA MÁS CERCANAA
MARSHALL T. MEYER QUIEN FORMÓ PARTE DE LA CONADEP. PARA OTROS, FUE EL REPRESENTANTE DE LA DAIA ANTE LA
ASAMBLEA PERMANENTE POR LOS DERECHOS HUMANOS (APDH), A LA QUE INGRESÓ CUANDO AÚN LA POSIBILIDAD DE
UN GOLPE MILITAR RESONABA EN LA SOCIEDAD COMO EL MEJOR DE LOS ESCENARIOS POSIBLES.
EN LA ACTUALIDAD, EL RABINO ROBERTO GRAETZ SE ENCUENTRA RADICADO EN ESTADOS UNIDOS. CADA TANTO REGRESAAARGENTINA
Y EN UNA DE SUS ÚLTIMAS VISITAS FUE ENTREVISTADO. LEJOS DE REPETIR UNA HISTORIA CANONIZADA,
GRAETZ ME PERMITIÓ QUE LE ACERCARA UNA SERIE DE DOCUMENTOS QUE FUNCIONARON COMO HUELLAS QUE SU
RELATO FUE RECOGIENDO PARA RECONSTRUIR UNA HISTORIA INDIVIDUAL Y AL MISMO TIEMPO SOCIAL, SOBRE LAS DISTINTAS
ACTITUDES DE LOS JUDÍOS DURANTE EL PERÍODO DE LA DICTADURA.
info@nuevasion.

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