Por Alan M. Dershowitz
21 de enero de 2011
Poco después que Sarah Palin provocó un aluvión de críticas por su utilización del termino "libelo de sangre", un congresista americano llamado Steve Cohen comparó las declaraciones republicanas sobre la reforma del sistema de salud de Obama con "la gran mentira" contada por Joseph Goebbels, diciendo que es "como un libelo de sangre. El mismo tipo de cosa." Cohen expuso más, "los alemanes dijeron lo suficiente acerca de los judios y la gente lo creyó, y ustedes tuvieron el Holocausto." En gran parte la izquierda criticó a Palin por ser insensible a los sufrimientos de los judíos, mientras que la derecha se ha limitado a defender el uso de ese término histórico o ha dado una aprobación sobre él. Yo soy uno de los pocos demócratas liberales, que al tiempo que critiqué su uso de apuntar a no identificadas bancas congresionales, no encontré nada objetable en su uso de "libelo de sangre" como una metáfora para describir lo que ella considera una falsa acusación de complicidad en el derramamiento de sangre en Tucson. He escuchado muy poco de la izquierda con respecto a las declaraciones más extremas del congresista Cohen.
La ironía, por supuesto, es que muchas de las mismas personas de la izquierda que criticaban a Palin como insensible al sufrimiento judío, han contribuido al sufrimiento de los judíos demonizando injustamente al estado judío y trivializando el aumento mundial del antisemitismo. También ellos han dado una aprobación a aquellos en la extrema izquierda que han usado el Holocausto y referencias nazis al tergiversar las acciones de defensa de Israel.
Consideremos el caso de Norman Finkelstein, un héroe de la izquierda dura. Finkelstein utiliza regularmente referencias nazis en sus ataques contra Israel. Él ha dicho lo siguiente acerca de la Fuerzas de Defensa Israelíes: "[Yo] no puedo imaginar por qué los apologistas de Israel estarían ofendidos por la comparación con la Gestapo." (Esta misma fórmula ha sido utilizada por el clon británico de Finkelstein, Gilad Atzmon y por otros en la extrema izquierda.) Recientemente, Finkelstein, que regularmente se refiere al Holocausto como un "circo", respondió a un crítico con las palabras "Heil Hitler ", y al saludo de Navidad del presidente israelí Shimon Peres para el mundo cristiano con estas palabras:"Y un "Heil Hitler! para ti tambien." También ha ofrecido el siguiente consejo a los israelíes, cuando viajan al extranjero:
"No levanten su brazo en ángulo de 45 grados y griten 'Heil Hitler!' No canten o tarareen 'Israel uber Alles!'"
Tan orgulloso está Finkelstein de sus referencias a Hitler que periódicamente las incluye en su página web. Otros usos indebidos del Holocausto por parte de Finkelstein incluyen llamar a judios prominentes "nazis" y compararlos con Eichmann, Streicher y Ribbentrop. También ha dicho que son "parásitos" que "se parecen a los estereotipos directos de Der Sturmer".
Sin embargo, a pesar que J Street, que pretende ser un lobby pro-Israel, salió de su camino para criticar los comentarios de Palin, no ha nivelado una crítica comparable contra Finkelstein y otros destacados activistas de izquierda que abusan del lenguaje del sufrimiento judío. La razón es obvia: Muchos partidarios de J Street adoran a Finkelstein, lo animan en sus conferencias y se hacen eco de su demonización de Israel. J Street no va tras Finkelstein por la misma razón que se negó a ir tras Richard Goldstone: Si lo hiciera, perdería el apoyo de muchos en la izquierda dura, que está tratando de cultivar. (Una de los destacados activistas y partidarios de J Street, Letty Pogrebin, ha elogiado a Goldstone como un profeta de hoy día y apoyo las más graves acusaciones hechas en su informe.)
Por qué J Street consideró que era necesario entrar al jaleo sobre el uso del libelo de sangre puede no ser evidente para aquellos que realmente creen que J Street es un lobby "pro-Israel, en favor de la paz" que limita sus actividades a temas relacionados con el conflicto arabe-israelí. Después de todo, J Street no tiene la pretensión de estar en el negocio de defender al pueblo judío contra la difamación al igual que la ADL. Tampoco es un protector de la sensibilidad judía al igual que el Centro Wiesenthal. Pero para aquellos de nosotros que entendemos lo que realmente es J Street, su ataque contra Palin tiene perfecto sentido. J Street es un lobby para el Partido Demócrata en general y para la Administración de Obama en particular. Es por eso que no se desvía de la línea de Obama, no critica a la administración Obama, y no pierde ni una oportunidad para caer sobre los republicanos, incluso aquellos que apoyan a Israel.
J Street responde a esta acusación de un doble rasero con el argumento que Sarah Palin es una prominente figura pública, una posible candidata presidencial, mientras que Finkelstein y otros en la izquierda dura que abusan del idioma del sufrimiento de los judíos son figuras marginales. Pero pierde la marca. Aquellos de nosotros que somos liberales tenemos una obligación especial de criticar a los abusadores de la izquierda, al igual que aquellos que son conservadores tienen una obligación especial de criticar a los abusadores de la derecha, como Patrick Buchanan. Es demasiado fácil para J Street amontonarse cuando el presunto abusador es un republicano conservador. Es mucho más difícil y costoso para J Street ir tras los compañeros izquierdistas que abusan del lenguaje, especialmente aquellos con muchos seguidores entre sus partidarios. Pero eso es su responsabilidad si ellos quieren asumir el papel de protectores de la sensibilidad judía. Dudo que sea un papel que estén dispuestos a asumir, excepto cuando sirve a los intereses de sus clientes reales: el Partido Demócrata, el gobierno de Obama y la izquierda. Es por eso que fueron tras Sarah Palin, a pesar que sus comentarios no tenían nada que ver con Israel o la paz.
Cualquier grupo de presión genuino para Israel y para la paz debe asegurar que el apoyo a Israel y la paz sigan siendo una preocupación de ambos partidos. J Street quiere convertirlo en un tema de cuño partidista que divide a demócratas y republicanos, liberales y conservadores, jóvenes y viejos. Es por eso que se centran tanta crítica en contra de los republicanos que apoyan a Israel. Tales divisiones no sirven a los intereses de la paz o la seguridad israelí.
Esta nota fue traducida especialmente para el blog de OSA Filial Córdoba.
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