lunes, 10 de mayo de 2010

Del caso Eichman al juez Garzón

Por: Fabián Bosoer
Un hilo conductor de medio siglo permite visualizar la jungla internacional que se ocultaba debajo de la Guerra Fría y el orden bipolar de los años '50 y '60, en contraste con un ordenamiento internacional con mayores criterios de legalidad, que se revela detrás de la intrincada madeja de actores, dinámicas y conflictos actuales.

Ese hilo conductor es el que va de la captura del criminal de guerra nazi Adolf Eichman en la Argentina, de la que se cumplen en estos días cincuenta años, al reconocimiento de una jurisdicción universal para los crímenes de lesa humanidad y los debates sobre su alcance nacional e internacional, presente y retroactivo, que tienen hoy en la picota al juez Baltasar Garzón en España. El secuestro de Eichman, recordamos, puso de patadas a la búsqueda de Justicia con el derecho internacional sustentado en la soberanía de los Estados. Al día siguiente del 25 de mayo de 1960, en el que se celebraba el 150° aniversario de la Revolución de Mayo, un comando israelí capturó a Eichman y lo trasladó a Jerusalén, lo que provocó un revuelo político y un serio entuerto diplomático al gobierno de Arturo Frondizi. No fue un ejemplo de legalidad internacional. Sin embargo, no ha dejado de crecer, desde entonces, la idea de que los Estados deben responder por las violaciones a los derechos humanos que se hayan sufrido en el pasado o se sigan cometiendo en la actualidad, ante sus propios jueces o ante los tribunales internacionales. Prosiguen hasta hoy las discusiones sobre el doble estándar con el que los países más poderosos aplican la vara de la justicia internacional sobre los que no lo son.

Pero se puede reconocer también que el juez Garzón, con la detención de Pinochet en Londres en 1998, y ahora con la controvertida apertura de causas por los crímenes del franquismo, así como el argentino Luis Moreno Ocampo en la Corte Penal Internacional o años atrás la actual embajadora suiza Carla del Ponte, desde el TPI, desafiaron el reino de la selva global en el que sólo es posible vivir protegidos a cambio del miedo, el olvido y la razón de la fuerza. No parece haber vuelta atrás en ésto: de manera disímil, a veces tardía, los Estados y gobernantes deben rendir cuentas de sus actos. Clarin.com

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