viernes, 10 de febrero de 2012

PARASHA ITRO

Horario (Bs As) Encendido Velas de Shabat 10/Feb/12 19:37 Hs. - Motzaei Shabat 11/Feb/12 20:32 Hs.
Parasha Itró

BS"D

SOLO HASHEM DICE:
"YO SOY HASHEM"

Yo Soy HaShem, el que te saca de la tierra de Egipto" (Shemot XX 2). Así comienza el texto de los Aseret Hadiberot (Los Diez Mandamientos). Los comentaristas de la Tora analizan el hecho de que HaShem se presentó frente a Su Pueblo mediante el episodio de la Salida de Egipto. Resultaba más justo que el Pasuk dijera: "Yo Soy HaShem, el que ha creado el mundo".
Una explicación podría ser que, para tener conciencia de que HaShem crea el universo, no es necesario que venga la Torá a hacérselo saber a la persona. Cualquiera con un poco de raciocinio llegaría a la conclusión de que el mundo no se hizo solo. No hace falta ser tan inteligente para saber que el advenimiento de todo lo que nos rodea, y su funcionamiento, obedece a la Voluntad de Su Creador; es imposible que una ciudad se mantenga y conduzca sin alguien que la gobierne. Mucho más cuando se trata del mundo entero, a través de tantos años.
Esta escrito que Abraham Abinu (Nuestro Patriarca) reconoció a Su Creador a la edad de tres años. Esto significa que la lógica pura, de un niño de tres años, le indica que existe un Creador del universo, y que quien crea que toda la Creación surgió y sigue funcionando por sí sola, carece de capacidad mental, quizás mereciendo ser considerado peor que un animal. Porque está escrito en el Pasuk: "Conoce el toro a su dueño", y este "dueño", a decir de Rash"i, no es otro que HaShem. Además, ningún mortal podría atribuirse a si mismo poderes de dioses, por cuanto cuando llegó al mundo, ya estaba todo creado y funcionando...
La situación se torna difícil cuando el hombre advierte que se produce un éxito o triunfo a través de la fuerza o inteligencia humana. Este hombre puede llegar a pensar que es gracias al hombre (a sí mismo o a quien lo propició) que se obtuvo el resultado positivo. En los sucesos de Egipto, previos a la Liberación, HaShem le ordenaba a Moshe: "Extiende tu mano..."; "toma tu bastón...". Entonces se podía haber pensado equivocada­mente que fue Moshe quien tomó la iniciativa, o quien hizo o deshizo, o quien libera a los Hijos de Israel.
Por eso la Tora puntualiza en la apertura de los Aseret Hadiberot: "Yo Soy HaShem, el que te saco de Egipto..." Para que sepamos que no hay ni habrá otro D” aparte de HaShem, y que Moshe solo fue un emisario.
(Darke Musar)



EL CUIDADO DEL SHABAT MEJORA
TODOS LOS DIAS DE LA SEMANA


El cuarto Dibur (Mandamiento) refiere al día de mayor santidad de la semana: "Seis días trabajaras, y realizaras todas tus tareas. Y el día séptimo, Shabat (será consagrado) para HaShem, Tu D".
Nuestros Jajamim aseguraron que, al que disfruta del Shabat confor­me nos lo indica la Ley Judía, le otorgan del Cielo "una herencia espiritual sin limites". Cabe la pregunta, de por que le fue asignada una recompensa tan grande a la Mitzva (precepto) de comer y beber abundantemente, la cual, edemas de facil, resulta muy agradable y placentera. Es posible responder mencionando la forma en que se conducía Shamay (el gran Rab de la epoca del Talmud ): Desde el primer dia de la semana ya estaba pensando en el Shabat que vendra. Cuando veía una buena carne, decía: "Esta la voy a guardar para Shabat", y asf, cuando encontraba algo mejor, dejaba esto ultimo para Shabat, y se servfa de lo que había apartado antes.
Ahora se puede entender la pregunta anterior, porque cuando durante los días de la semana la persona aparta para Shabat todo lo bueno que encuentra, HaShem, en virtud de su esfuerzo, le otorga algo mejor aún, al día siguiente. Y, además de poder disfrutar cada día de lo que ya aparto para Shabat, a medida que transcurre la semana recibe más y mejores Bendicio­nes; una verdadera "herencia sin límites".
Y por eso está escrito en el Pasuk de los Aseret Hadiberot: "Seis días trabajaras, y realizaras todas tus tareas. Y el día séptimo, Shabat..." Es decir: Que hagas todas las tareas de la semana pensando en el Shabat, para consagrarlo a HaShem Tu D”.
Y este pensamiento se puede aplicar en sentido figurado, al dicho: "Haz tu Shabat (como un dia de) la semana, y no necesites de los demas" (Este dicho alude a que es preferible que la persona se prive de ciertos lujos, y que el Shabat lo viva como un dia de la semana, con tal de no pedir dádivas N. del R.). Cuando la persona "hace el Shabat la semana" (si todos los dias de la semana piensa en el Shabat), entonces "no necesitara de los demas", porque HaShem le proveera, cada vez mas y mejor, de lo que necesita.

(Ketab Sofer - Ifro)



EL INIMAGINABLE VALOR DE UNA MITZVA


Rabí Bunam, el "Iehudi Hakadosh" MiPashisja, se encontraba en medio de su clase de Guemara frente a sus alumnos. El tema y su desarrollo eran muy profundos, y el Rab siempre se esmeraba en dar la explicación correcta de las palabras del Talmud que exponía. Llegó un momento en el que el Rab se detuvo y se sumergió en su análisis. ¡Quién sabe cuántos tratados de Guemara y sus comentarios, pasaban en ese instante por su mente!
El silencio se hizo aún más prolongado. Por parte del Rab por un lado, con su vista clavada en los libros, y por parte de sus alumnos por el otro, que no querían interrumpir ni con murmullos las cavilaciones de tan eminente personaje.
Entretanto, uno de los jóvenes comenzó a inquietarse. "Estoy ham­briento", pensó. "Hace varias horas que no pruebo bocado, y al parecer, todavía falta un largo rato hasta que lleguemos a la casa". Y luego se preguntó: "No será mejor que, mientras, aproveche para comer algo, y luego vuelvo a seguir estudiando con mas fuerzas? ¡Esta situación tan incómoda no me permite concentrarme! Si ahora estoy molesto, como estaré mas tarde..?"
Convencido de estar tomando la mejor decisión, el joven estudiante se retiro sigilosamente y se encaminó hacia su casa.
Una vez allí, apuró un tentempié, y luego de unos minutos ya estaba tomando el camino de regreso a su mesa de estudios. Todavía no había traspuesto el umbral de su casa, cuando escucha a sus espaldas la voz de su madre.
- Hijo: Ya que estas aquí, me harías el favor de subir a la azotea para bajarme un fardo de heno? Los animales necesitan alimentarse, y cuando tú vengas será demasiado tarde...
- Pero mama... Estoy en medio de la clase. Y si me demoro puedo llegar a perder la explicación del Rab…
- Si, tienes razon. Debes volver a tu estudio. Disculpame que trate de interrumpirte. Pero... Que puedo hacer. Yo necesito de ti - los ojos de la mujer se le llenaron de lagrimas -. A una viuda y anciana le resulta muy dificil arregtarselas sola.
El joven salio de su casa con el saludo de su madre aun en sus oidos. Al principio caminó de prisa; no queria perderse la conclusion de su Rab. Luego de unos instantes, los pies empezaron a parecerte cada vez mas pesados. Se quede parado. Y ahora fue su cabeza la que se puso a trabajar:
"¡Un momento!", se dijo. "Al fin y al cabo, ¿para qué estoy apurándome a ir a estudiar? ¿Cuál es la finalidad de todo el estudio de la Torá al cual me dirijo? ¿No es para saber más y más? de qué sirven los conocimientos cuando no se los pone en práctica..?"
El corazón le dio un vuelco cuando tuvo la siguiente reflexión:
"Mi madre me pidió algo y no le obedecí. Si, estudio mucha Tora, y entre las Mitzvot que aprendí fue la de honrar a mis padres, hasta sabérmelo de memoria... Pero cuando llegó el momento de cumplirlo... e: ¿qué hice? ¡La abandone y no le hice caso!: ¿Acaso para esto estudio as Leyes de la Tora...?”
Y al tiempo que giraba sobre sus talones, se respondió: "¡No! ¡Todo el objetivo del estudio de la Tora es poner en práctica lo que se aprende!
¡Mamá.! ¡Ahí voy! ¡Tu pedido es una orden..!"
Entró raudamente a su casa; subió directamente a la azotea, y bajó sobre sus hombros el pesado fardo.
- Aquí tienes lo que me pediste - le dijo el hijo a su madre. Y con una avergonzada expresión agrego: - Y perdóname por no obedecerte inmediatamente, mamá...
En el rostro de la mujer se dibuje una sonrisa de real satisfacción.
- Al contrario, hijo mío lo tranquilizó ella, mientras lo acariciaba cariñosamente -. Soy yo la que tiene que agradecerte. Pero... - se interrumpió
- Ve. Ve rápido con tu Rab. Espero que no te hayas perdido nada de lo que tan ansioso estas de escuchar de él.
Con el corazon más calmedo, el joven corrió hacia su clase de Tora, mientras balbucía agitado: “¡HaShem! ¡Haz que llegue a tiempo! ¡No quiero dejar de escuchar ninguna de las sabias palabras de mi maestro..!"
Tembloroso, abrio la puerta de la casa de estudios, y suspiró al comprobar que Rabi Bunam aun seguia sumido en su analisis. El ruido de la puerta distrajo al Rab, y este levante la vista de su libro. Cuando diviso al joven entrar, su rostro se ilumine con una amplia sonrisa. Se incorpora de su asiento y se acercó al joven. Le puso la mano en su hombro y le dijo:
- ¿Sabes, acompañado de quien entraste aqui.,?
El joven agacho su cabeza, sin entender si lo que le dijo el Rab era una observación o una reprimenda. Tampoco entendieron los demás alumnos: El único que se veía en la puerta era el joven que había entrado.
- Dime: ¿Qué gran Mitzvá has realizado recién? - quiso saber el Rab. Y al ver que el joven seguía sin comprender, añadió: - Te diré que cuando entraste, vi que el alma de Abaye (uno de los más grandes sabios del Talmud) venia a tu lado. Su presencia espiritual alumbro mi mente, y pude responder la tan difícil pregunta que tenia sobre la Guemara, y que me demando tanto tiempo para dilucidarla. Entonces, dime, hijo: ¿Que Mitzvá tan grandiosa hiciste, que tuviste el privilegio de ser acompañado por tan inmenso personaje?
El joven, tímidamente, comenzó a relatar los detalles de todo lo que pasó desde que se retiro de la casa de estudios.
- Me di cuenta que me equivoque - reconoció Por eso volví a casa y obedecí a mi madre...
- ¡Ah! - exclamo el Rab, dirigiéndose a los demás alumnos. -Esta clarísimo.
¿Saben ustedes por que Abaye acompaño a este joven, Tzadik hasta aquí? Abaye era huérfano tanto de padre como de madre. El jamás pudo cumplir la Mitzvá de honrar a sus padres, pues casi nació sin ellos. Por eso, desde que falleció, el acostumbra a acompañar (y a proteger con su santidad) a todo el que cumple cabalmente el quinto de los Aseret Hadiberot. Mi querido alumno - concluyó el Rab - no sólo logró una insuperable protección, sino que me ayudo a mi también a descifrar un problema de la Guemará... ¡Todo gracias a la Mitzvá de Honrar y respetar a su madre!

(Ma-asehem She/ Tzadikim - YitrO)

(“HAMAOR”; Tomo 2; Kolel MAOR ABRAHAM-KÉTER TORÁ; Ediciones HAMAOR-MÉXICO;

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