Se cumple un nuevo aniversario de la Declaración Balfour
02.11.2014 10:47 |
Itongadol.- El 2 de noviembre de 1917 se produjo el primer reconocimiento de un gobierno a la solicitud del pueblo judío de que se reconozcan sus derechos sobre el territorio de Eretz Israel (la tierra de Israel), cuando Artur James Balfour, secretario de Relaciones Exteriores del Reino Unido, emitió una carta para el dirigente de la comunidad judía local, el barón Lionel Walter Rotjschild, en donde se le hizo saber que el gobierno británico apoyaba el establecimiento de un “Hogar Nacional” en Palestina cuando finalizara la Primera Guerra Mundial.
El texto de la Declaración Balfour, en su versión castellana, fue el siguiente:
“2 de noviembre de 1917.
Estimado lord Rothschild:
Tengo el placer de dirigirle, en nombre del gobierno de Su Majestad, la siguiente declaración de simpatía hacia las aspiraciones de los judíos sionistas, que ha sido sometida al gabinete y aprobada por él.
El gobierno de Su Majestad contempla favorablemente el establecimiento en Palestina de un hogar nacional para el pueblo judío y hará uso de sus mejores esfuerzos para facilitar la realización de este objetivo, quedando bien entendido que nada se hará que pueda perjudicar los derechos civiles y religiosos de las comunidades no judías existentes en Palestina, ni los derechos y el estatus político del cual gocen los judíos en cualquier otro país.
Le quedaré agradecido si pudiera poner esta declaración en conocimiento de la Federación Sionista.
Sinceramente suyo,
Arthur James Balfour.”
Pese a que el texto era impreciso, medios de prensa y la Federación Sionista no sólo la difundieron de inmediato sino que la interpretaron como un real reconocimiento a los derechos del pueblo judío. La imprecisión debe entenderse como una forma de no violar las promesas que se habían efectuado a la dirigencia árabe, la aceptación de un único Estado árabe en Medio Oriente, como consecuencia de los acuerdos Sykes – Picot, firmados entre Francia y el Reino Unido, en 1916, establecieran como se dividirían los diversos territorios de Medio Oriente cuando culminara la conflagración bélica y Turquía junto con Alemania fueran vencidas.
La Declaración Balfour fue el resultado de las gestiones efectuadas por la dirigencia del Movimiento Sionista Mundial, liderada en Gran Bretaña por Jaim Wietzman, pues dicho Movimiento, que era aún minoritario en el seno del pueblo judío, tenía su sede en Berlín, y si bien al iniciarse la Primera Guerra Mundial se declaró neutral, la realidad es que se dividió en dos sectores que tenían un mismo fin: lograr el reconocimiento de los derechos del pueblo judío en la tierra de Israel.
Un sector apoyaba el triunfo de Alemania, especialmente debido a que estaban enfrentados con los padecimientos de las poblaciones judías en el territorio de la Rusia zarista, que era aliado de Gran Bretaña y Francia; mientras que el sector restante consideraba que serían los aliados, como ocurrió, los vencedores, y que por lo tanto se los debía apoyar.
Para los miembros del Movimiento Sionista la Declaración Balfourt fue un éxito y de inmediato intentaron que fuera implementada, lo que en parte lograron cuando la Sociedad de las Naciones decidió establecer dos mandatos, uno británico y otro francés, en Medio Oriente, en 1920, pero que a la vez trajo como consecuencia la negativa árabe de aceptar lo establecido en la misiva de Arthur James Balfour.
El texto de la Declaración Balfour, en su versión castellana, fue el siguiente:
“2 de noviembre de 1917.
Estimado lord Rothschild:
Tengo el placer de dirigirle, en nombre del gobierno de Su Majestad, la siguiente declaración de simpatía hacia las aspiraciones de los judíos sionistas, que ha sido sometida al gabinete y aprobada por él.
El gobierno de Su Majestad contempla favorablemente el establecimiento en Palestina de un hogar nacional para el pueblo judío y hará uso de sus mejores esfuerzos para facilitar la realización de este objetivo, quedando bien entendido que nada se hará que pueda perjudicar los derechos civiles y religiosos de las comunidades no judías existentes en Palestina, ni los derechos y el estatus político del cual gocen los judíos en cualquier otro país.
Le quedaré agradecido si pudiera poner esta declaración en conocimiento de la Federación Sionista.
Sinceramente suyo,
Arthur James Balfour.”
Pese a que el texto era impreciso, medios de prensa y la Federación Sionista no sólo la difundieron de inmediato sino que la interpretaron como un real reconocimiento a los derechos del pueblo judío. La imprecisión debe entenderse como una forma de no violar las promesas que se habían efectuado a la dirigencia árabe, la aceptación de un único Estado árabe en Medio Oriente, como consecuencia de los acuerdos Sykes – Picot, firmados entre Francia y el Reino Unido, en 1916, establecieran como se dividirían los diversos territorios de Medio Oriente cuando culminara la conflagración bélica y Turquía junto con Alemania fueran vencidas.
La Declaración Balfour fue el resultado de las gestiones efectuadas por la dirigencia del Movimiento Sionista Mundial, liderada en Gran Bretaña por Jaim Wietzman, pues dicho Movimiento, que era aún minoritario en el seno del pueblo judío, tenía su sede en Berlín, y si bien al iniciarse la Primera Guerra Mundial se declaró neutral, la realidad es que se dividió en dos sectores que tenían un mismo fin: lograr el reconocimiento de los derechos del pueblo judío en la tierra de Israel.
Un sector apoyaba el triunfo de Alemania, especialmente debido a que estaban enfrentados con los padecimientos de las poblaciones judías en el territorio de la Rusia zarista, que era aliado de Gran Bretaña y Francia; mientras que el sector restante consideraba que serían los aliados, como ocurrió, los vencedores, y que por lo tanto se los debía apoyar.
Para los miembros del Movimiento Sionista la Declaración Balfourt fue un éxito y de inmediato intentaron que fuera implementada, lo que en parte lograron cuando la Sociedad de las Naciones decidió establecer dos mandatos, uno británico y otro francés, en Medio Oriente, en 1920, pero que a la vez trajo como consecuencia la negativa árabe de aceptar lo establecido en la misiva de Arthur James Balfour.
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