ELFIDIO ALONSO Como la muerte del príncipe D. Juan acontece cinco años después de la expulsión de los judíos, parece lógico pensar que el romance que surgió sobre asunto tan trascendente no fue conocido a través de los repertorios sefardíes, a los que llegó con bastante posterioridad, como presume una autoridad en la materia como es Susana Weich-Shahak. Esta musicóloga recogió en Tetuán (1983) una variante del romance que mantiene muchos de los elementos originales, además del acompañamiento musical, en compás 3×4, que le transmitió Alicia Bendayán, quizá el archivo viviente más valioso que haya tenido la música sefardí.
La versión que pertenece al Romancero sefardí de Marruecos (Ed. Alpuerto, 1997) cuenta con el siguiente arranque: “De Burgos partió ese rey, / ese rey de Salamanca, / en mitad de aquel camino / del cielo cayó una carta”. Fue posteriormente grabada por Ángel Carril en su valioso trabajo discográfico Kerensya Sefardim (SAGA MSD-4051, 1990), con el subtítulo de Tradición musical de los judíos españoles (3 cara B). Tiene la particularidad de incorporar al desenlace del romance unos versos que corresponden a otra versión, recogida por Arcadio Larrea en Tetuán. Lleva un remate más en consonancia con el desarrollo del relato histórico.
Veamos: en la versión de Larrea, la parte final reza “Si la infanta pare un niño, / rey será de toda España, / ellos, en estas palabras, / el rey entregó su alma”. Y la recogida por Susana Weich-Shahak es la siguiente: “Si la infanta pare niña, / reina es de Salamanca; / si la infanta pare niño, / rey será de toda España”.
También parece obligado citar la grabación –sólo instrumental– realizada por Judith R. Cohen y su hija Tamar, en colaboración con Eduardo Paniagua (Canciones de Sefarad, Diputación de Salamanca, 1995), que incluye otra variante de la versión marroquí que recopiló la doctora Weich-Shahak, con el título De Burgos partió el rey (PNEUMA-270), ejecutada con fhal y pandero. Se comprende que los judíos españoles expulsados de la Península eligieran el tema y la música del príncipe D. Juan para cantar este romance en ocasiones luctuosas. De ahí que lo considerasen como endecha u oina.
En cuanto a los prototipos portugueses derivados del romance original, queda claro que éste fue importado desde la parte española, como demostró Menéndez Pelayo cuando quiso confrontar las tres versiones que se publicaron en España, en 1904, con dos portuguesas recogidas en Tras-os-Montes y Algarbe, que contienen importantes deformaciones de carácter histórico. Y es que los portugueses llegaron a confundir la muerte del príncipe D. Juan de Castilla con la de Doña Isabel, reina de Portugal, desgracia que aconteció en Zaragoza un año después (1498). La reina había muerto al dar a luz un hijo varón, en cuya cabeza bien pudieron llegar a reunirse las tres coronas de Aragón, Castilla y Portugal. El romance portugués, por tanto, confunde y mezcla los dos asuntos, aunque también se conserven de forma independiente historias cantadas como la que narra La muerte del príncipe D. Alfonso, cuya viuda fue esa reina, Isabel, casada en segundas nupcias con D. Manuel. Como ha señalado Teófilo Braga, esas relaciones históricas entre las dos cortes nos explican la implantación en Portugal del romance sobre D. Juan, con la conservación de los trazos más humanos y dramáticos.
César des Neves y Gualdino de Campos recogieron otra versión del romance, con el título Casamiento y muerte, en la región minhota. Una sola voz entona cada dos versos, siendo el segundo contestado por el coro, como si fuera un estribillo. Otras variantes se conocen con los título de Tristes novas me vieram, D. Joao y D. María y Tristes novas, a secas. Michel Giacometti, en su tantas veces citado Cancioneiro Popular Portugués, incluye una versión que mezcla las dos tramas, tomada del trabajo de Schindler Música y poesía popular de España y Portugal, con partitura musical en compás 4×4. La recopilación del gran musicólogo norteamericano data de 1932, durante una visita que realizó a Braganza. En los versos del romance tenemos mezcladas la muerte del príncipe español, heredero de los Reyes Católicos, con el desenlace de Dona Isabel, como si se tratase de la misma historia.
Fuente: E-Sefarad
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.