miércoles, 23 de diciembre de 2009

El futuro de Medio Oriente


- "La lucha de Israel, aunque el mundo no quiera saberlo, es la lucha del mundo", dijo en una conferencia que dio en Washington el año pasado. ¿Recibe muchas críticas por la defensa que hace de Israel?

- Gran parte de la izquierda ha simplificado el conflicto palestino-israelí en un esquema de "buenos y malos", "víctimas y verdugos", desconociendo la mano de Irán, Siria y los yihadistas, de los palestinos que reprimen a otros palestinos, de los totalitarios que quieren masacrar en nombre de Alá. Claro que en el lado israelí también hay responsabilidad que debe ser criticada. Pero el conjunto debe analizarse contemplando su complejidad. Lo que ocurre es que hay un sector de la izquierda que, habiendo perdido las utopías, ha sustituido la boina del Che Guevara por la kefia palestina. Que me critique esta izquierda, que defiende ideas totalitarias, es un honor. Lo que me preocupa es la contaminación de tantos cerebros jóvenes, que no saben nada sobre el conflicto, que no se hicieron ninguna pregunta y creen que tienen todas las respuestas, que creen que son solidarios criticando a Israel. No se dan cuenta que Israel es adversario de los palestinos pero no su enemigo. El enemigo es Hamas. Con Hamas y Hezbollah no hay futuro. Hezbollah es una agrupación que pone trozos de carne humana en sus banderas. Su líder envió a su propio hijo a morir. Se puede salir a la calle y protestar contra la incursión israelí en Gaza pero también debe criticarse a Hamas. No balancear el conflicto no es ayudar a la paz: es ayudar a la muerte. Palestinos e israelíes pueden negociar duramente pero en esos intercambios hay futuro. Eso es lo que defiendo y lo que me ha valido amenazas de muerte. La policía me cuida pero sé que es el precio que debemos pagar los que no queremos formar parte de los dogmas de fe de un mundo virulento. Lo que me irrita no son los ataques de los fundamentalistas, porque son coherentes, sino los de los que me insultan y dicen defender la libertad. También recibo muchísimo apoyo porque el sentido común, afortunadamente, es mayoritario.

- Usted conoce muy bien Medio Oriente. ¿Cómo imagina el futuro de la región?

- El petróleo es un arma de destrucción masiva: es lo que da el dinero para montar las mayores atrocidades. Si no superamos la era del petróleo, no habrá libertades en Medio Oriente. Si no las hay, no frenaremos el fenómeno yihadista. Si no lo paramos, no habrá paz en Medio Oriente. Se trata de una cadena. Todo el mundo libre depende de un modelo de vida que da miles de millones de dólares a dictaduras atroces que lo utilizan para esclavizar a sus pueblos y fomentar el terrorismo. Esto se acabará el día en que el petróleo no sea la clave económica del mundo. Lo dramático es que toda esa riqueza no sirvió para nada. En los últimos 70 años todo el dinero de ese petróleo no ha dado un solo premio Nobel en todos los países islámicos de Medio Oriente. En cambio, en las mismas seis décadas, un pequeño país de siete millones de habitantes, como es Israel, generó muchísimos Nobel. No olvidemos que hace un tiempo Mohamar Kadafi dijo: "ustedes tienen la bomba atómica pero nosotros tenemos la bomba demográfica". Ahora quieren tener las dos.

- ¿Qué papel cree que debería jugar Estados Unidos en Medio Oriente?

- Europa critica permanentemente a EE.UU. pero lo cierto es que los únicos que se han metido en el barro son los norteamericanos, los que sentaron a palestinos e israelíes en Camp David y en Oslo para resolver el problema. EE.UU. es aliado de Israel pero también es el mayor donante de dinero a la Autoridad palestina. Creo que los norteamericanos deben seguir metiéndose pero, de todos modos, soy pesimista. Por más buenas intenciones que tengan los norteamericanos, los israelíes y un líder que me gusta como Mahmud Abbas, temo que Teherán dinamitará cualquier eventual acuerdo con la ayuda de Hamas, cuyo propósito fundacional es la destrucción de Israel. Me parece que no estamos cerca de la paz.

El pluralismo y la muerte

- Desde su perspectiva, ¿hay culturas superiores o todas son moralmente equivalentes, como sostiene la mayor parte del progresismo?

- Hay una cultura superior y es la del derecho. No creo en choques de civilizaciones sino en un choque entre la civilización y la barbarie. El bárbaro es el que en nombre de una ideología mata, secuestra, tortura. El civilizado es el que lucha contra eso. En el Islam los civilizados son las mujeres que luchan por sus derechos, los ciudadanos que pelean por la participación en la vida pública, los escritores que alzan su voz contra la tiranía yihadista. Los bárbaros son los que persiguen a los disidentes, esclavizan a las mujeres, amenazan al mundo. Hay una forma superior de ver al mundo y es la que refleja la Carta de Derechos Humanos. No creo en las teorías de Huntington o de Oriana Fallaci que estiman que Occidente es superior a Oriente. En Occidente engendramos monstruos terribles y el Islam ha dado grandes pensadores. Pero lo que sí creo es que el fenómeno totalitario es brutalmente inferior al democrático. Yo estoy del lado de las mujeres lapidadas, de los que luchan por las libertades en las calles de Teherán o en cualquier lado; y me importa poco que sean musulmanes, católicos, judíos, ateos o bailarines de flamenco.

- Fue cronista de guerra en varios conflictos. ¿Cuál es la mayor marca que le han dejado?

- Las guerras te cambian. En cada vuelta a mí país, pasé más de un mes sin entenderlo. No puedes creer que tus conciudadanos pierden su tiempo en tonterías mientras tu tienes el alma colgando en una percha. La imagen más nítida de todas las guerras que viví me quedó grabada en Africa, en las montañas de Etiopía, en medio de un conflicto que, como todos los africanos, fue anónimo y pasó inadvertido para todo el mundo. Es la imagen de una madre etíope acunando a un niño que llevaba dos horas muerto. Le pregunté a una persona que la conocía si no le iban a sacar el niño de sus brazos y me contestó: "la muerte en Africa tiene su tiempo".

© LA GACETA
Pilar Rahola es doctora en Filología Hispánica y tiene una extensa y destacada trayectoria como periodista. Condujo exitosos programas televisivos y radiales en España; fue corresponsal de guerra en Africa, Europa del Este y Medio Oriente; y actualmente es columnista de los diarios El País (Madrid), La Vanguardia, El Periódico y Avui (los tres de Barcelona). También tuvo una activa participación política como diputada del Parlamento español por la Izquierda Republicana Catalana y como vice-alcaldesa de su ciudad, Barcelona. Publicó nueve libros (el último es La libertad herida); disertó en numerosos países; y dirigió la Fundación Acta, entidad dedicada a la difusión del pensamiento y el debate. Es reconocida por su ferviente lucha contra el avasallamiento de los derechos del niño y la mujer, el antisemitismo, el terrorismo, la corrupción y las más diversas formas del autoritarismo. Su página de Internet es www.pilarrahola.com

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