martes, 14 de septiembre de 2010

Las consecuencias del referéndum en Turquía

Con el triunfo del “sí” el 12 de septiembre en el referéndum por voto obligatorio para modificar la Constitución de Turquía impuesta por el Ejército después del golpe de Estado de 1980 y ratificada en 1982, el primer ministro, Recep Tayyip Erdogan, el mayor promotor del mismo, proclamó jubilosamente el resultado, diciendo que era una jornada "histórica" para el país y una "derrota para quienes apoyan los golpes de Estado. Según las primeras estimaciones, con el pronunciamiento del 58% del electorado a favor de los votos emitidos, se aprobó un paquete de 26 enmiendas propuesto por el gobernante islamista Partido de Justicia y Desarrollo (AKP).

La mayoría de los 26 artículos que lograron aquiescencia en el sexto referéndum en la historia democrática de Turquía, cuyo contenido recientes sondeos confirman que la gran mayoría de la ciudadanía desconoce, son progresistas y no han generado casi ninguna controversia, incluido el que facilita la depuración de responsabilidades de los militares ante los tribunales civiles. Pero las modificaciones del Tribunal Constitucional y del Consejo Supremo de Jueces Fiscales, el organismo del Estado encargado de designar a los magistrados, dispararon el alerta respecto a la independencia del sistema judicial. La oposición laica no niega que hacen falta cambios en la Carta Magna, pero dicen que las propuestas también abrirán la puerta a que el AKP controle los tribunales después de haberse hecho con una fuerte base de apoyo en el Estado en sus ocho años en el poder. La injerencia del gobierno en el nombramiento de los jueces, socava la independencia de una Magistratura que ha defendido con firmeza la estricta separación entre la mezquita y el Estado.

El temor de los opositores a una islamización de Turquía, tiene sobrados fundamentos. Ellos han visto con recelo como gradualmente el gobierno del AKP se ha acercado a Irán, Siria e Irak en detrimento de la alianza que tuvo en los últimos años con Israel. También les preocupa el sesgo cada vez más autocrático de Erdogan, evidenciado en detenciones colectivas efectuadas con la excusa de conspiraciones subversivas o intento de golpes de Estado. Los medios de comunicación son objeto de intimidaciones o directamente comprados para poder digitar la información. Oficialmente se llevan a cabo escuchas telefónicas con el fin de inhibir cualquier tipo crítica al gobierno e instalar el miedo en la población. El populista religioso Recep Tayyip Erdogan, es sindicado como dogmático y amenazante. Antes del referéndum advirtió a un grupo empresarial que se enfrentaba a la “eliminación” si se oponía al mismo, expresión que le granjeó una severa reprimenda de la Comunidad Europea.

Erdogan, que cursó estudios secundarios en un colegio religioso, comenzó a militar en las juventudes del Partido de Salvación Nacional (MSP) de orientación islamista y derechista, que propugnaba el liberalismo económico, el alejamiento de Europa y la obligatoriedad de la indumentaria islámica para las mujeres. El 27 de marzo de 1994 fue elegido alcalde de Estambul por sufragio universal, aunque su lista, la más votada obtuvo sólo el 25% de los sufragios. Su desempeño como intendente le deparó gran popularidad en los sectores más humildes al mejorar las infraestructuras de la ciudad y combatir la corrupción endémica de los funcionarios. En los sectores laicos y el comercio, su iniciativa de prohibir el consumo de bebidas alcohólicas, como exige la Sharia, generó rechazo y fue acusado de ahuyentar el turismo. Devenido Primer Ministro, Erdogan también ha mezclado la religión islámica con la política, tratando de criminalizar el adulterio, por ejemplo, e intentando levantar la prohibición a las mujeres de usar el velo en las Universidades, que impuso el laicismo. En ambos casos hasta ahora, su iniciativa de hacer regir la Sharia, ley coránica, no prosperó.

Entusiasmado por el pronunciamiento a favor del “sí” a la reforma Constitucional de los votantes turcos, Erdogan sostiene engañosamente que es otro paso en el camino hacia la democracia en Turquía, ya que ese sistema es incompatible con la Sharia, tal como lo expresara el extinto Samuel P. Huntington, el autor de “¿Choque de Civilizaciones?” "El fracaso de la democracia liberal en las sociedades musulmanas tiene su fuente en la naturaleza de la cultura y la sociedad islámica, inhóspita para los conceptos liberales y occidentales". En caso de creerse el enunciado de Erdogan, se cumplirían los criterios para el ingreso de Turquía a la Unión Europea. La incorporación de Turquía a la UE no se concretó hasta el presente, por la tenaz oposición de varios de los miembros del organismo que veían con recelo al postulado país euroasiático, quien sin embargo integra la OTAN desde 1952, siendo sus efectivos militares, los más numerosos después de los EE.UU. Los Criterios de Copenhague son las reglas que definen si un país es elegible para convertirse miembro de la Unión Europea y requieren que el Estado tenga unas instituciones que preserven la gobernabilidad democrática y los derechos humanos, una economía de mercado en funcionamiento, y que el Estado acepte las obligaciones e intenciones de la UE. Estas pautas de adhesión fueron establecidas en junio de 1993 en el Consejo Europeo celebrado en la ciudad de Copenhague, Dinamarca, de la que toman su nombre. Turquía está lejos de cumplir esas premisas. Su arribo a la UE, posibilitaría que un número incalculable de peligrosos jihadistas islámicos puedan ingresar en forma sencilla al Viejo Continente, viajar y desplazarse libremente por su territorio. Los europeos deben recordar que Recep Tayyip Erdogan es un musulmán devoto convencido que Turquía debe reencontrarse con sus raíces islámicas y dejar de mirarse en el espejo de Europa y Occidente, a los que pretende engañar.
Rubén Kaplan
http://www.rkpress.com.ar/

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