domingo, 1 de julio de 2012

El triunfo de Mohamed Mursi pone en alerta a la hegemonía militar egipcia

por: Moshe Rozén (Desde Nir-Itzjak, Israel)-horizonte-web ANÁLISIS. Finalmente se conocieron los resultados de la segunda vuelta electoral en Egipto. El referente de la Hermandad Musulmana, Mohamed Mursi, fue proclamado por el voto popular, como el primer presidente de la primera elección verdaderamente democrática en la historia de Egipto. Según afirma el autor del siguiente artículo: “Quienes aseguraban que las Fuerzas Armadas egipcias no iban a ceder ante el avance islamista y no renunciarían al dominio gubernamental, se equivocaron. Pero será otro craso error creer que está dicha la última palabra. El estrecho triunfo de Mohamed Mursi -referente de la Hermanda Musulmana- no garantiza estabilidad”. Decíamos, antes de los comicios presidenciales en Egipto, que los vaticinios de la prensa internacional pierden vigencias ante los contradictorios avatares de la realidad. La realidad de los últimos días indicaría que la situación política en Egipto, lejos de tranquilizarse, se reaviva por sus contradicciones. Quienes aseguraban que las Fuerzas Armadas egipcias no iban a ceder ante el avance islamista y no renunciarían al dominio gubernamental, se equivocaron. Pero será otro craso error creer que está dicha la última palabra. El estrecho triunfo de Mohamed Mursi -referente de la Hermanda Musulmana- no garantiza estabilidad. Los Hermanos Musulmanes deben enfrentarse con varios focos de efervescencia social y política. Por un lado, la ambición de los círculos castrenses de mantener su incidencia en el devenir egipcio. Por el otro, las aspiraciones –democratizantes, modernistas- de amplios sectores de la sociedad civil, promotores de la rebelión de la Plaza Tahrir, deseosos de una primavera política que el islam integrista es incapaz de contener. La cúpula militar cairota teme, con sabio realismo, que la tormenta siria se extienda a Egipto y las calles se conviertan en ensangrentado escenario de una guerra civil. Shafik, el candidato perdedor, no puede ser ignorado como pieza clave en este ajedrez. La magra diferencia de votos entre los bandos electorales reafirma la existencia de un fracturado mapa étnico, religioso y clasista. Egipto, otrora líder del mundo árabe, emerge de su efímera primavera revolucionaria con debilitados ribetes de sostén, ante los sólidos actores de la arena geopolítica actual: Irán -y su afán hegemónico, acrecentado con su proyecto de nuclearización y su ambigua relación con Turquía, que no volverá al letargo de otras épocas. Pero mientras algunos crecen, otros pierden espacio: como la Autoridad Nacional Palestina de Ramallah, sujeta por condicionamientos planteados desde el enclave islamista en Gaza, y Siria, demolida por una revuelta que –como en el caso del desarrollo egipcio- todavía puede sorprender a muchos observadores: nada más viejo, entonces, que el diario de ayer...