miércoles, 4 de julio de 2012

Teodoro Herzl, fundador del Movimiento Sionista

El 3 de julio se cumple el 108º aniversario del fallecimiento de quien fundara el Movimiento Sionista, Teodoro Herzl z”l (1860-1904), un idealista y visionario que, en agosto de 1897, vislumbró el establecimiento de un Estado judío. Herzl nació el 2 de mayo de 1860 en Budapest, en el seno de una familia acomodada que se asimiló a la cultura alemana, lo cual era común en Europa Central por esos años. En 1878, luego de fallecer su única hermana, la familia se trasladó a Viena, donde Teodoro se inscribió en la Facultad de Derecho, graduándose en 1884, y en 1889 se casó con Julia Naschauer, descendiente de una familia judeohúngara, con quien tuvo tres hijos. Herzl ejerció la abogacía poco tiempo, pues descubrió que su vocación era el periodismo, tarea a la que se abocó con ahínco, ingresando a la redacción de uno de los más prestigiosos diarios vieneses, Neue Freie Presse, a la vez que escribía obras de teatro, en muchas de las cuales la temática judía estaba presente, en especial lo relacionado con la necesidad de asimilarse a la cultura circundante. Esos trabajos literarios tuvieron un éxito discreto, mientras que sus artículos periodísticos fueron muy ponderados y la dirección del diario lo envió a diversos lugares de Europa para describir y analizar los acontecimientos que ocurrían. En 1891, Herzl fue designado corresponsal en París, donde permaneció cinco años, hasta que fue llamado de vuelta a Viena para hacerse cargo de la dirección de la sección literaria del diario, puesto que mantuvo hasta su muerte. La problemática judía siempre le interesó, como también la política, habiendo sido miembro activo de la asociación de estudiantes nacionalistas alemanes Albia, y si bien sentía que pertenecía a un pueblo que era odiado y perseguido recién renunció cuando el antisemitismo reinante en ella llevó a que prohibieran que ingresaran nuevos miembros de origen judío. Estando en París debió cubrir las alternativas del “Caso Dreyfus”, el capitán del ejército francés que fue falsamente acusado de traición y condenado a degradación y prisión. Herzl observó que la población francesa, una de las más progresistas de Europa, daba por sentado que Dreyfus era un traidor por el sólo hecho de ser judío, lo cual lo impactó de sobremanera. Si bien era consciente de la existencia del antisemitismo, hasta ese momento entendía que el mismo se eliminaría con el progreso, pero el hecho que en el país que había establecido los Derechos del Hombre se actuara de esa forma lo llevó a plantearse que era imposible que se aceptara a los judíos, a quienes consideraban extranjeros, y por lo tanto debía existir otra alternativa: que tuvieran su propio país, un Estado judío. Hombre eminentemente racionalista, Herzl desarrolló la idea e intentó lograr el apoyo de los grandes filántropos judíos de la época, los barones Hirsch y Montefiore. Como éstos no estuvieron de acuerdo con su proyecto, lo plasmó en un libro, Der Judenstaat-Versuch einer modernen Lösung der Judenfrage (El Estado judío, una solución moderna a la cuestión judía), que se publicó en Viena, en 1896, en el cual hacía un análisis de la situación en que vivían las diversas comunidades judías europeas y proponía mantener conversaciones con los principales líderes políticos para conseguir que cedan un territorio donde puedan instalarse los judíos y la creación de diversas instituciones que permitieran la concreción del proyecto. Este trabajo, de poco más de cien páginas, fue de inmediato traducido al inglés, el francés y el ruso, a la vez que tuvo una amplísima difusión en las masas judías de Europa Oriental. Si bien ya existían corrientes de pensamiento que postulaban el sionismo -la inmigración de los judíos a Éretz Israel-, la motivación se fundamentaba en aspectos tradicionales y no políticos. Es por eso que el proyecto de Herzl se denomina “sionismo político”, además del hecho que en Der Judenstaat... no se plantea que el Estado judío debería estar ubicado en Éretz Israel, sino en el territorio que se consiguiera. Con la finalidad de darle una organización estable a su propuesta, invitó a las diversas comunidades judías a participar en un congreso que tenía la intención de organizar en Múnich (Alemania), pero la oposición de los rabinos le hizo cambiar el lugar y trasladar el encuentro a Basilea (Suiza), donde se llevó a cabo el Primer Congreso Sionista, del 27 al 31 de agosto de 1897, con la asistencia de 204 representantes de las comunidades judeoeuropeas, muchos de ellos de pequeños shtetls (aldeas) del imperio zarista. Durante las deliberaciones se aprobó la creación del Movimiento Sionista y el programa que habría de regirlo, denominado “Programa de Basilea”, en el cual se estableció la necesidad de crear un Estado judío, que por presión de los congresales debía estar ubicado en Éretz Israel, la patria ancestral del pueblo judío. También se eligió a Teodoro Herzl como presidente del recién creado movimiento. Concluido el Primer Congreso Sionista, éste escribió en su diario: “... En Basilea fundé el Estado judío. Esto no lo puedo decir en público porque se reirían de mí. Aunque se posea un territorio, el Estado es siempre algo abstracto e invisible para la mayoría...”. Cincuenta años después, ese Estado “abstracto e invisible para la mayoría” se convirtió en realidad. Con ese aval, Herzl, que con anterioridad al congreso había mantenido conversaciones con diversos líderes mundiales, redobló sus gestiones diplomáticas y se entrevistó con el sultán de Turquía, el Káiser Guillermo y el Papa, entre otros, con el propósito de convencerlos de que apoyaran el proyecto y le concedieran al Movimiento Sionista el territorio que necesitaba para establecer un Estado judío. Meses antes del congreso, en junio, Herzl fundó, de su propio peculio, el periódico Die Welt (El Mundo), que luego se convertiría en el vocero del Movimiento Sionista. En 1902, el titular del Movimiento Sionista visitó por primera y única vez Éretz Israel, y en 1922 escribió la novela utópica Altneuland (Vieja nueva tierra), en la cual describió cómo sería el Estado judío: un país moderno, democrático y próspero. Herzl presidió los siguientes cinco congresos sionistas, en los cuales informó de las gestiones diplomáticas que realizaba y se decidieron aspectos relacionados con la marcha del movimiento; entre otros, la fundación de un banco, el Jewish Colonial Trust, con sede en Londres, y la creación del Keren Kayemet Israel, el Fondo Nacional Judío. Las múltiples ocupaciones, los viajes y la permanente tensión deterioraron la salud del líder sionista, quien falleció en Edlach (Austria), el 3 de julio de 1904 (20 de tamuz de 5664, según el calendario hebreo). En su momento, Herzl había expresado una póstuma voluntad: “Quiero ser enterrado en el panteón junto a mi padre y descansar allí hasta que el pueblo judío me conduzca a Éretz Israel”. En 1949, sus restos fueron trasladados a Ierushalaim y enterrados en el monte que lleva su nombre. Sea testigo de ese hecho histórico con el siguiente video: Nota: Los interesados en leer una biografía completa de Teodoro Herzl pueden hacerlo en la página de Internet de la Organización Sionista Argentina (www.osaargentina.org.ar/wp_seminarios), donde encontrarán un enjundioso trabajo escrito por Natalio Arbiser. FUENTE ANITZIONI