lunes, 5 de octubre de 2009

Banish the Cyber-Bigots‏

Michael Gerson

La transformacion de Alemania en los años 1920s y '30s de la nacion de Goethe a la nacion de Goebbels es un espectro que ronda, o debe rondar a toda nacion.
El triunfo de la propaganda nazi en este periodo es el tema de una notable exhibicion en el Museo Recordatorio del Holocausto en los EEUU (donde yo estoy en la Junta de representantes). Alemania en los años 20 era una tierra de amplia alfabetizacion y politica diversa, jactandose de tener solo en Berlin 146 periodicos. Pero en el curso de unos pocos años, un partido marginal fue capaz de definir una comunidad nacional tomando por chivos expiatorios a enemigos internos; elevar un solo lider mesianico; y mantener al publico docil con odio mientras el estado cometia crimenes sin precedentes.
El uso adaptado de nueva tecnologia fue central para este logro. Los nazis fueron pioneros en la amplificacion de voz en las marchas, la distribucion de discursos grabados y tomar sofisticadamente como objetivo del arte del poster a grupos y regiones.
Pero fue la radio que probo ser la herramienta mas poderosa. Los nazis trabajaron con fabricantes de radios para dar a los alemanes los "receptores del pueblo" a bajo costo o gratis. Esta nueva tecnologia era desorientadora, llevando la esfera publica, por primera vez a lugares privados-- hogares, escuelas y fabricas. "Si estabas conectado," dice Steve Luckert, curador de la exhibicion, "escuchabas voces de extraños todo el tiempo. El estilo tenia un duro enfasis en la emocion, explotando en una psicologia masiva. Tu eras bombardeado por informacion que eras incapaz de verificar o evaluar criticamente. Era la internet de esta epoca."
Esta comparacion con internet es apropiada. Los nazis hubiesen encontrado mucho para admirar en la adaptacion de su mensaje en websites neonazis, supremacistas blancos y de negacion del Holocausto.
Pero el desafio de esta tecnologia no es meramente una subcultura aislada de odio. Es una atmosfera desorientadora en la cual la informacion es dificil de verificar o ser evaluada criticamente, las reglas del discurso no son claras, y la emocion-- a menudo expresada en LETRAS MAYUSCULAS-- es primaria. El contenido manejado por el usuario en la Internet a menudo consiste de acoso, teorias conspirativas y prejuicio racial. La libertad absoluta de los medios paradojicamente alienta impulsos autoritarios para intimidar y silenciar a otros. Los contribuyentes menos responsables ven sus mas oscuras tendencias legitimadas y reforzadas, mientras que voces serias son apartadas por la fealdad corriente.
El eticista Clive Hamilton llama a esto una "brutopia beligerante". "La internet debe representar un gran florecimiento de la participacion democratica", argumenta. "Pero no lo hace... La brutalidad del debate publico en Internet es debida a un hecho sobre todo-- la opcion de anonimato. La beligerancia no deberia ser tolerada si las identidades de los perpetradores fuesen conocidas debido a que ellos serian rechazados y criticados por aquellos que los conocen. El libre discurso sin responsabilidad alimenta el dogmatismo y la confrontacion."
Esta desinhibicion destructiva es preocupante en si misma. Tambien permite que el odio invada los espacios institucionales respetados en Internet, obteniendo para estas ideas una legitimidad negada a los websites marginales. Luego que estallo el escandalo de Bernard Madoff, por ejemplo, los sitios de importantes periodicos incluyeron el contenido generado por usuarios tal como "Encuentren a un Judio que no sea Deshonesto" y "Solo otro judio ladron cambista de dinero"-- sentimientos que los periodicos no hubiesen impreso como cartas al editor. Correos de este tipo normalmente atacan a inmigrantes y afro-americanos, reciclan siglos de antisemitismo y niegan los hechos del Holocausto como una masiva mentira judia.
Restringir legalmente tal contenido-- aparte de enjuiciar el acoso directo y las amenazas contra individuos o incitacion a la violencia-- es imposible. En America, la Primera Enmienda protege a las declaraciones sabana de intolerancia. Pero esto no significa que los sitios de noticias populares, junto con equipos tales como Facebook YouTube, se les requiera constitucionalmente proveer foros para los acosadores e intolerantes. Como instituciones privadas, ellos son perfectametne libres de establecer las reglas contra el racismo y el odio. Esto no es censura; es la definicion de normas.
Algunas instituciones online, tales como el The New York Times y el Los Angeles Times, pasan por el tamiz los comentarios de los usuarios antes de subirlos. Otros, tales como el The Post y The Wall Street Journal, confian en los lectores para identificar el contenido objetable-- una estrategia objetable debido a que la insensibilidad ante el abuso y el odio en Internet es parte del desafio.
Cualquiera sea el metodo, ninguna institucion acreditada debe permitir esta capacidad de publicacion, en el papel u online, sea utilizada como el equivalente del muro de un baño publico.
La explotacion de la tecnologia por parte del odio nunca sera eliminada. Pero el odio debe ser confinado a los margenes de nuestra cultura-- como el odio de otras epocas debio haberlo sido.
mgerson@globalengage.org
fUENTE: The Washington Post

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