miércoles, 21 de octubre de 2009

OTRA PUNTADA: MIRA QUIEN HABLA


Sarah Honig

El autor frances Andre Gide, galardonado con el Premio Nobel de Literatura de 1947, definio al "verdadero hipocrita" como "uno que cesa de percibir su engaño, uno que miente con sinceridad."
En lo que a nuestros vecinos del reino hachemita de Jordania, sin embargo, la caracterizacion de Gide puede ser juzgada como groseramente sobre-generosa.
El actual monarca hachemita, Abdullah II, habla en tonos aparentemente tan castos que para los neofitos sus pontificaciones suenan sinceras, de hecho sentidas. Aun cuando su pomposa predica carece de la mas remota conexion con la mas elemental verdad, el se las arregla para afectar la apariencia de inocente virtud. Su siempre-presente subtexto es que si su consejo altruista no es atendido, es como si se desatara el infierno. Abdullah se comercializa como nuestra piedra fundamental, no simplemente por lo que es apropiado sino tambien por lo que nos mantiene a un pelo de la calamidad.
Sin embargo, solo los marcianos recien llegados pueden suponer que el aparentemente santo Abdullah miente con sinceridad. Tomemos la siguiente cita del Jordan Times (Octubre 7):
"Su Majestad el Rey Abdullah instruyo al gobierno a trabajar inmediatamente y efectivamente para intensificar la accion politica en la arena internacional para destacar la seriedad e ilegitimidad de las violaciones israelies contra la Mezquita al Aksa y Jerusalem... El Rey pidio a la comunidad internacional asumir sus responsabilidades y tomar una posicion inmediata y firme para frenar todas las medidas unilaterales israelies en Jerusalem y poner fin a las violaciones israelies de las leyes y estatutos internacionales pertenecientes a los lugares santos... El Rey destaco que preservar a Jerusalem y protegerla es una prioridad hachemita y Jordania nunca parara de ejercer todos los esfuerzos para lograr ese objetivo." Si Abdullah fuese siquiera una fraccion de lo correcto y bien intencionado que el quisiera hacernos creer, el sabe que no hubo "violaciones israelies contra la Mezquita al Aksa."
El sabe que el ultimo disturbio en Jerusalem comenzo con los arabes atacando a los visitantes que ellos confundieron por fieles judios en la estacion mas santa del año judio. El no podria ser tan ingenuo y fuera de toque como para estar inconciente de los arsenales de piedras, carretillas llenas dentro de los complejos de la mezquita, preparadas para apedrear a los congregantes judios en el Muro Occidental desde lo alto del Monte del Templo directamente desde arriba.
El no podia estar tan desinformado como para ser ignorante de la incitacion nociva a la violencia dentro de las mezquitas. No hay forma que Abdullah no sepa que esta mintiendo cuando toca las campanas con los muy fanaticos agitadores que alegremente lo asesinarian.
Abdullah puede tener sus razones cobardemente cinicas para practicar el engaño, pero en este caso la hipocresia es tan descarada que el no puede siquiera ser asumido como estar mintiendo con sinceridad, el prototipo del estilo Gide.
Abdullah rindio prodigioso homenaje al rol de su linaje en "preservar y proteger los lugares santos de Jerusalem." Eso por fuerza implica al menos un minimo de agudeza historica de su parte.
Es por lo tanto solo justo inferir su familiaridad con la naturaleza de la guarda hachemita de Jerusalem entre 1948 y 1967-la que el aspira pro forma a revivir y emular, en cuyo nombre el ahora entona y desde cuyo legado el afirma deriva su autoridad moral. PARA COMENZAR, Jordania (entonces Transjordania, limitada por la banca oriental del rio Jordan) ingreso en y ocupo Jerusalem ilegalmente. De acuerdo al Plan de Particion de la ONU, Jerusalem y Betlehem iban a comprender un "corpus separatum", una zona internacional, esto a pesar del hecho que Jerusalem se jactaba de una innegable mayoria judia datando al menos de comienzos del siglo XIX (no habia censos previos). Pero la cristiandad organizada no podia permitir la afrenta de dominio judio sobre la Ciudad Santa. Los arabes, con los hachemitas liberalmente a la vanguardia, no podian siquiera permitir la nocion de la "gobernancia neutral" de Jerusalem, precisamente como la idea misma de soberania judia- incluso en un insostenible punto de apoyo en miniatura- era aborrecible para ellos. Siete ejercitos arabes invadieron la recien nacida Israel al unisono para erradicarla. Ese fue el contexto en el cual la Legion Jordana ocupo la Ir Ha'atika (Ciudad Vieja) de Jerusalem, expulso a su antigua comunidad judia y puso sitio a Jerusalem Occidental pensando hambrearla para que se rindiera.
Nada de esto provoco graznidos audibles por parte de la comunidad internacional. Ni lo hizo lo que siguio a la consiguiente custoria hachemita. Los hachemitas mas papistas que el Papa desafiaron la demanda de la ONU de una Jerusalem desmilitarizada y la convirtieron en un campamento armado, repleta de artilleria, minas y francotiradores posicionados.

El acuerdo de armisticio, que termino la agresion arabe de 1948-49 (la Guerra de Independencia de Israel), obligaba a Jordania a permitir el acceso judio a los lugares sagrados de Jerusalem. Los jordanos, que ahora arrojaron lagrimas de cocodrilo acerca de restricciones inexistentes sobre los musulmanes en Jerusalem, incumplieron monstruosamente sus solemnes compromisos. La comunidad internacional nuevamente mantuvo serenidad unanime, sin un murmullo de protesta acerca de la duplicidad hachemita.

Durante 19 años de brutal ocupacion hachemita en Jerusalem, ningun fiel judio fue posible en el Kotel u otros lugares, a pesar de los compromisos formales internacionales. Los extranjeros que pedian visa hasta tenian que probar que no eran judios para que ningun pie judio fuese puesto en el lugar mas santo del Judaismo.

Pero esa fue la menor de las transgresiones hachemitas. Hasta para los peores precedentes medievales, la deliberada devastacion jordana de los lugares judios fue imperdonable. Cincuenta y ocho sinagogas en el historico barrio judio de Jerusalem- hecho libre de judios por los hachemitas- fueron destruidas o ultrajadas, algunas utilizadas como refugios para vacas, establos o letrinas publicas. Muchas fueron arrasadas totalmente. El antiguo incomparable panteon judio que es el cementerio del Monte de los Olivos de 3000 años de antigüedad fue despojado sadicamente.

Mas del 75% de sus lapidas fueron quitadas y utilizadas para construir desde calzadas para barracas del ejercito y hasta urinarios comunitarios- la humillacion y profanacion final.
Esto no fue simple vandalismo, ni incluso solo un derrame de odio desenfrenado. Esta fue limpieza etnica maxima, calculada intencionadamente para purgar Jerusalem de su pasado judio y pretender que nunca fue nada mas que arabe.
El medio britanico Abdullah, a proposito, gusta de retratarse no solo como un defensor de los supuestamente oprimidos pero siempre tolerantes musulmanes, sino tambien de los cristianos que, el afirma, igualmente tienen una dura parte de los malvados israelies. Por lo tanto seria educado recordar que bajo aquellos ejemplares 19 años de gobierno hachemita, los cristianos de Jerusalem apenas prosperaron.
Sus numeros bajaron de 25,000 en 1948 a unos 10,000 en 1967. Las instituciones cristianas tenian prohibido expandirse y se les prohibio adquirir bienes raices en la Gran Jerusalem. Las escuelas cristianas fueron coercionadas para enseñar el Koran junto con el Nuevo Testamento. No podia haber instruccion cristiana sin adoctrinamiento islamico.
Ese es el paradigma de liberalidad, fraternidad y coexistencia mutuamente respetuosa de Abdullah. En vez de tomar las mojigatas homilias de Abdullah en reconocido merito- o incluso como el tipo de "mentiras sinceras" que Gide atribuyo a los hipocritas comunes- toda la gente de buena voluntad debe replicar con un grito: "mira quien habla!"
De modo desesperante, sin embargo, la salvaje ilegalidad de 19 años perpetrada por la familia de Abdullah es ahora percibida por un mundo deshonesto como la legalidad que debe ser restaurada. La conquista y barbarismo arabe debeb ser recompensados y reconocidos como el statu quo anterior, de acuerdo a las torcidas escalas de la justicia global.

Fuente: The Jerusalem Post

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