domingo, 18 de octubre de 2009

TADRADA SEFARADÍ EN TUCUMÁN “BENDICHOS LOS DICHOS”‏



Un grupo de entusiastas señoras de la colectividad sefaradí de Tucumán, Argentina, organizó para el 1º de agosto de 2009, una Tadrada sefaradí. Con tal motivo se invitó a mujeres de la colectividad judía sefaradí de San Miguel de Tucumán al Taller cultural sefaradí bajo el lema “Bendichos los dichos”.
Fui una de las convocadas; por lo tanto, me dispuse a hacer una crónica de lo que allí vivimos esa tadrada en el “quincho” cedido a la señora Vicky Dahan de Chicurel, ubicado en los jardines del edificio donde ella reside, en la calle Lavalle 864.
Allí se colocaron mesas y tablones cubiertos con manteles blancos, sillas para comodidad de las asistentes y en un rincón, un centro musical y una computadora para ver videos. De modo que teníamos fondo musical apropiado para la ocasión e imágenes.
Cuando la mayoría de las invitadas se hizo presente, distribuyeron un pequeño cancionero sefaradí en cuya portada se leía: Taller cultural Sefaradí: “Bendichos los dichos” Pequeño CANCIONERO SEFARADÍ. Abajo, a la derecha, encolumnados, aparecían los nombres de las organizadoras de este taller (Anita Maizel, Luisa Noé de Ventura, Noemí Brujis de Stern, Rosy Ventura de Bialek y Vicky Dahan de Chicurel), el lugar y la fecha. Asimismo, en el centro y a la derecha de la portada, se destacaba la figura de una danzarina y tañedora de pandero en colores; y en el ángulo izquierdo, abajo, se veía un cuadro pequeño dentro del cual había grupo de instrumentistas (de épocas medieval o renacentista), en colores, coronados con un proverbio muy significativo: “Donde música hubiere, cosa mala no existiere”.
El cuadernillo traía en la primera página palabras de bienvenida. En la segunda página, estaba el orden de las actividades programadas para el taller estructurado en cuatro partes; cada una de ellas con un contenido especial, y sobre todo, contando con la participación permanente de las mujeres que asistimos.
Después de las palabras de bienvenida, en boca de Rosy Ventura, se mostró un video del coro que interpretaba “Bendichos los dichos”. Y, como la letra que interpretaban figuraba en el cuadernillo que cada una tenía consigo, nos unimos con nuestras voces y cantamos todas juntas.Después de este momento de canto, se pasó al momento del juego “De madre e ijas”: había que completar refranes: se distribuyeron tarjetitas verdes y rosas entre dos grupos de asistentes con partes de refranes, dichos y proverbios. El juego consistía en completar entre nosotras el sentido de un refrán en judeoespañol. Y aquí se puso de relieve que las mujeres de mayor edad, que habían sido especialmente invitadas para esta primera tadrada, eran las que más y mejor sabían encontrar el sentido completo de estas manifestaciones de la tradición oral sefaradí. Cuando se dio por finalizado el tiempo de este juego, se procedió a leer los resultados. Y el efecto era o el aplauso espontáneo, o la risa sin tapujos, por la gracia del refrán, por los comentarios que suscitaba el proverbio, y por las voces airadas de algunas mujeres, que hacían sus observaciones, adhiriendo o no a lo que expresaba el dicho. Por ejemplo, cuando se leyó: “Nuerika kulevrika”, o el que reza: “Amor de suegra y nuera, de los dientes para afuera” no faltó la risa generalizada de la concurrencia. Hubo gran algarabía y desorden entre todas, cada una queriendo decir lo suyo. Con otros refranes sucedió algo similar, sea porque no todas las mujeres sabían su significado, porque otras trataban de explicar lo que ellas entendían, o porque les parecía muy acertado el dicho y aprobaban con risas, con palmas o con comentarios en voz alta.
Esto fue así prácticamente toda la tarde. Vale la pena analizar este desborde femenino porque, si bien fue una ardua tarea lograr el silencio de la concurrencia – campanilla mediante- para poder continuar con el taller, esa inquietud y aparente desorden puso de relieve la gran necesidad interior que traía cada asistente queriendo participar, contar anécdotas y experiencias propias a medida que afloraban en su memoria y se despertaban recuerdos dormidos. Cada intervención daba lugar a una exclamación, a un gritito de sorpresa, de reconocimiento, de asentimiento.
Este bloque del taller se serenó momentáneamente cuando Anita Maizel interpretó la romanza “Una ija boba tengo…Barminam” y “Chika loka”. Sarita Eskenasi de Apesoa recordaba toda la letra y uniendo su voz a la de Anita, conformaron un dúo animado y lleno de gracia. Como las letras figuraban en el cancionero, luego se le unieron las mujeres en medio del regocijo general.La Segunda parte del Taller tuvo como disparador la música y letra de otra canción pegadiza y fácil de repetir, “Madmuazel Marika”. Y así, cantando todas juntas, acompañamos la interpretación de la cantante del CD. Después, retomamos el juego de completar el sentido de los refranes, participando entre todas para competir entre los dos bandos que se habían formado. Eso hizo que estallara nuevamente la alegría, las risas y los comentarios, que no cesaron en ningún momento, haciendo difícil comprender lo que replicaban unas y otras mujeres, o lo que contaban o recordaban. Lamentablemente, se perdieron muchas cosas que salían de la boca de las señoras con más edad y conocimientos de la tradición oral judeoespañola. La señora Delia Azubel de Chalom, la señora Mery Levy de Capúa, hicieron gala de una excelente memoria y buen humor con sus relatos de Yohá. La señora Sarita Kaen de Maizel, sin inhibiciones de ningún tipo, nos brindó a capella una bella canción aprendida de una tía suya llegada de Esmirna.
Pasamos luego a compartir un delicioso mezé que tuvo la peculiaridad de acompañarse con té y mate cocido, según el gusto de las invitadas. Las anfitrionas comenzaron a desplegar sobre los manteles los platikos llenos de delicias sefardíes: borrekitas de patata kon keso y susam; azetunas, keso, guevo haminado, roska, pan esponjado, roskitas de guevo, dulce de kashka de naranja, mostachudos, travadikos, kurabíes. ¡Un regalo para los ojos y el paladar! Por un breve tiempo, mientras se servían todas estas exquisiteces se aquietaron los ánimos. Demás está decir que lo que degustamos esa tarde era digno del más experto conocedor de la gastronomía sefardí. No sólo por lo apropiado de los sabores de cada plato, sino porque también para la vista fue gratificante. ¡Había que ver el tamaño de cada travadiko! Sólo alguien habituado a la paciencia de la culinaria judeosefaradí podría entender el empeño puesto en la elaboración de esas diminutas empanadillitas rellenas con nuez, canela y azúcar, bañadas en almíbar y puestas en sus pirotines. ¡Y los kurabíes! ¡Y los mostachudos! En fin…todo fue un regocijo para el paladar.
Para matizar esta merienda sui generis, se inició la Tercera parte del taller, con “¿Recuerdas para qué lo usabas?”. Y entonces comenzó una recopilación de expresiones que se solían emplear en el ámbito familiar para que alguien se calle: ”Soilema por la bulema”; para descalificar o directamente insultar a alguien: “gameo”, “embeleka montanya”, “mazalbasho”,”leño de baño”, “chiví”, “mursá”, etc. etc. Para desear que algo tenga fácil realización: “kolay liviano ke se te aga”. Otras expresiones recordadas suscitaron las carcajadas de la concurrencia: “Pídele a la vecina un poco de otur burdá”; “un poco de tenemacá colorado”, decía otra. O cuando Anita Maizel, con gran desparpajo, se lanzó a recitar unos versos que decían los chicos para contar cuando se jugaba – llenos de mala intención y picardía- se elevó un coro de voces que a uno repitieron:”El ke se echó este…. etc.”. El siguiente juego propuso recordar las palabras del judeoespañol que designan prendas de vestir y que empiezan con el sonido ch. Algunas mujeres tuvieron la respuesta presta: “chapeo” (sombrero), “chapín” (zapato), “chanta” (cartera), “churapes” (medias)…..y finalmente, “chintián” (bombachas, pantalón), menos conocida.
Después de escuchar la interpretación de “A la una io nasí” por Anita Maizel, todas se sumaron a coro. Y luego pasamos a jugar en la Cuarta parte del taller preguntando por “Costumbres”. Una de las preguntas era quién recordaba cómo curaban nuestras madres el miedo a los niños pequeños cuando aún no caminaban. Todas respondieron, con algún detalle u otro, pero en esencia, coincidiendo en lo principal: los dos cuchillos, el agua, y la expresión: “Te corto el miedo, te corto el miedo”. Surgió el recuerdo de los procedimientos y rituales que se utilizaban para curar el mal de ojeadura: había que contar los burakos del cuerpo. De una manera, de otra, todas aludían a lo mismo. Y algunas recordaban el ensalmo que se decía en esa oportunidad para que el mal se fuera del cuerpo, se lo arrojara en el baño, y que se fuera lejos, a la dip de la mar. Otras muchas curiosidades fueron apareciendo, como por ejemplo, cómo se hacía para adivinar qué sexo tendría el bebé que se estaba gestando en el vientre de la madre; cómo era el ritual de la fajadura para iniciar la elaboración del ajuar de un bebé; qué amuletos eran y son conocidos para evitar la ojeadura, cómo se elaboran, qué efecto tienen el ajo y el klaviko de olor, qué expresiones se decían para alejar el daño que podía causar el mal de ojo; si alguien querido faltaba en una reunión familiar qué se acostumbraba decir.
Por lo que se pudo apreciar, en estas cuestiones de creencias y supersticiones sobre la ojeadura, casi sin excepción, todas las asistentes estaban enteradas de los dichos, de los talismanes, aunque no coincidieran en la forma de empleo, el lugar en que se lo debía llevar, etc.
La tarde había avanzado lo suficiente como para que las invitadas comenzaran a marcharse. Y aunque aún quedaban actividades programadas sin desarrollar, hubo que dar por terminado el taller; pero antes se nos pidió que respondiéramos a una breve encuesta donde pondríamos nuestra evaluación del taller, lo que sugeriríamos para un próximo encuentro (se mencionaban diversas actividades de posible realización), si estaríamos dispuestas a participar y colaborar en el futuro, y otras preguntas de carácter concreto y útil para que las organizadoras pudieran tener un panorama más claro al momento de convocar a una nueva tadrada o nochada sefaradí.
Los que asistimos a esta reunión de mujeres sefardíes, salimos satisfechas y muy contentas. Nos quedamos con ganas de seguir incursionando en nuestras tradiciones. De hacer que la memoria cobre vitalidad y traiga al presente tantas cosas lindas y significativas que parecían perdidas. Esto significa que el esfuerzo de nuestras compañeras tiene una valor agregado: ha sido un disparador de gran importancia y todas las personas que hemos asistido reconocemos el trabajo realizado, la dedicación puesta en la organización, planificación y distribución de toda la actividad, que tuvo mucho contenido, mucho humor y un gran sentido de identidad judeosefaradí. Habrá que felicitarlas y desearles que sea este un buen comienzo…y ke tenga hermanos. ¡Mazaltov!
Fuente: e-sefarad

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