jueves, 8 de octubre de 2009

LA SUCA Y LA ESVASTICA (Parte 1 de 2)‏


By YEHUDA AVNER

Sucot, 1936. El recientemente nombrado consul-general aleman para Jerusalem, Herr Walter Doehl, se paro a la ventana de su oficina de donde colgaba una extravagantemente borlada bandera esvastica, y observo curiosamente la vista de grupos de judios barbados, todos vestidos con talitot y resplandecientes en los estilos y pieles de la Polonia de fines del medioevo, ingresando y saliendo de una desvencijada cabaña techada con follaje en el otro lado de la Calle de los Profetas donde su legacion estaba situada, cada uno empuñando lo que parecia para el ser un limon y unas hoja de palmera.
"Es una de sus fiestas- Tabernaculos," explico el hombre a su lado, en un aleman casi ininteligible. "Ellos estan llegando de sus sinagogas por aguardiente. Y ellos agitan aquellas cosas alrededor cuando rezan para que llueva."
El hombre era Ludwig Buchalter, jefe del Partido Nazi en la Colonia Alemana - un barrio pastoral de Jerusalem, con techos de tejas rojas, construido por los templarios mesianicos y levantado con edificios de piedra monumentales, enormes pinos y pintorescas callejuelas. Aunque el nunca habia puesto un pie en Alemania, Buchalter parecia un burgues bavaro. El craneo de su cara con forma de luna estaba afeitado, y debajo de su bulbosa nariz llevaba un bigote Hindenburg. El estaba vistiendo una chaqueta verde oliva corta, con botones de cuero y solapas redondeadas, en las que la placa esvastica estaba abrochada. Ese dia, el estaba tambien vistiendo un brazalete nazi. Al hacer esta primer visita al nuevo consul-general, el quiso exhibir sus impecables credenciales nacional socialistas con su mensaje subliminal que el, Herr Buchalter, era en gran parte responsable por el nombramiento de Herr Doehl para Jerusalem. Por meses el habia estado exhortando al Ministerio del Exterior en Berlin a sacarse de encima al titular, un tal Dr. Heinrich Wolff, debido a que "el esta casado con una mujer de origen semita."
No era de maravillarse que el estuviera tan emocionado de poder conversar finalmente con un compañero nazi en autoridad respecto a los acontecimientos del partido en la Colonia Alemana. Y cuan orgulloso el estaba de estar parado alli en ese salon opulento, con su candelero de bronce que colgaba bajo desde el alto y abovedado techo, sacando brillo al piso encerado de baldosas blancas y negras, y a los brillantes matices de la bandera ceremonial nazi sobre el escritorio proximo al retrato enmarcado en plata de un sonriente Adolf Hitler dandose la mano con un adorador Walter Doehl.

De hecho, Buchalter estaba tan exaltado que cuando le llego la hora de retirarse, el ejecuto un agrietado taconeo de sus talones, un saludo de brazo levantado perfectamente rigido y un fervientemente alto "Heil Hitler," casi chocandose mientras se daba vuelta con el siguiente visitante- un tal Dr. Werner Senator.
Senator era un intelectual de gafas de unos 40 años, con la apariencia benevolente de uno cuyo trabajo de toda la vida era el bienestar social. El mismo de origen aleman, dirigia precisamente la Oficina Central de la Agencia Judia para el Asentamiento de Judios Alemanes, una tarea que requeria muchos tratos con los nazis. Esto el lo encontraba comprensiblemente desagradable, pero racionalizaba que Moshe no habia tenido escrupulos en tratar con el Faraon cuando estaba negociando el Exodo, entonces por que el no negociaria con los nazis para conseguir sacar a su gente de Alemania? Doehl, alto y acicalado, parecia extraordinariamente aseado en contraste con su gordinflon, desgreñado visitante, quien, al tomar asiento se encontro frunciendo el ceño en una pared blandiendo una hilera de fotos de cerca de lideres del Tercer Reich en poses triunfantes, encabezada por Hitler.

"Veo que a usted le gusta mi galeria de fotos", dijo Doehl, su cara enternecida en una blanda sonrisa. Pero esto inesperadamente se transformo en un colerico aspecto, y el gruño, "Que miercoles es ese ruido afuera?"

Ambos hombres se pararon a ver a traves de la ventana abierta a un grupo de manifestantes aullando, encerrados por dos policias britanicos para la cabaña, y cargando duros carteles que decian, "Abajo los judios que negocian con los nazis", y "El Acuerdo de Transferencia de la Agencia Judia es traicion."

El consul-general cerro las ventanas, sentandose en su enorme silla de cuero, dijo sarcasticamente, "Yo entiendo que el Acuerdo de Transferencia es uno de sus expedientes."

"Efectivamente," suspiro el hombre de la Agencia Judia (Sojnut), tomando asiento. "Y como usted ve, es fuente de acalorada controversia." Efectivamente lo era.

El Acuerdo de Transferencia habia sido negociado por la Agencia Judia con los Nazis en 1933. De acuerdo a el, los emigrados judios alemanes a Palestina tenian permitido transferir una parte de sus bienes (el grueso debia quedar detras) en la forma de bienes fabricados en Alemania, particularmente maquinaria agricola y para la construccion, la que el movimiento sionista necesitaba para levantar el hogar nacional judio. A su llegada al pais, la Agencia Judia pagaba a los recien llegados el valor del equipo, menos un porcentaje dedicado a empresas nacionales.

Este era un negocio de beneficio mutuo: A los refugiados se les entregaban los medios basicos para comenzar la vida nuevamente; la Organizacion Sionista recibia invalorable equipo para su programa de construccion de la nacion; la economia nazi, desesperadamente hambreada de dinero extranjero, tuvo un serio impulso; y el boicot mundial de bienes alemanes, encabezado por la comunidad judia americana fue severamente quebrantado.

Doehl unio sus manos y dijo suavemente, "Debo decirle, Dr. Senator, que Berlin esta en el proceso de reevaluar todo el Acuerdo de Transferencia."

El corazon de Senator se paro. El se sento alli observando al Nazi, manejandose con sus instintos, la intuicion le susurraba que no dijera nada hasta escuchar mas.

"El punto es," continuo el aleman, "desde que nosotros firmamos ese acuerdo en 1933, el tiempo ha pasado. Cuando el

Fuehrer llego al poder, nuestras arcas estaban casi vacias, y sus judios americanos estaban lanzando un boicot mundial a los bienes alemanes. Una de las razones por las que hicimos el acuerdo fue para destruir ese boicot."

Senator devolvio el golpe duramente: "Quizas, Herr Consul-General, pero nadie ha perdido con el Acuerdo de Transferencia. A ustedes los ha ayudado a implementar su diabolica politica de quitarse de encima de Alemania a los judios. A nosotros nos ha ayudado a absorberlos. Ha creado trabajos para sus desempleados. Les ha devengado su moneda extranjera. Y si, ha destruido el boicot. Entonces, por que estropearlo?"

Fuente: The Jerusalem Post
Foto del Yishuv, la Israel pre-estatal.

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